No hubo milagro. Había que sostener el esfuerzo durante todo un partido y no fue posible. El Globito lasherino perdió ante el poderoso Boca Juniors 2-0, aunque estuvo cerca de llevar la definición a los penales. No pudo ser. La bronca es absoluta.
Equilibrar desde el esfuerzo. Eso hizo Huracán LH. Imponer la entrega sobre las características individuales de uno y otro. Lo colectivo siempre debía ser mas importante. ¿La posesión del balón? Del Xeneize, claro está, pero sin pase interior solo encontró jugadas desde los costados y con pelota parada. El Globo no arriesgaba con el balón y fue su peor defecto. Podría haber elegido descansar en el pase corto, pero debió correr mucho para suplir esa carencia y Orión quedó demasiado lejos. Pistone era el abanderado de la presión y Pereyra salvó en la línea la caída de su arco. Fue 0-0 este primer tiempo y la tribuna mendocina vibró como si fuera un triunfo.
Boca inició el complemento con menos precisión en la entrega y más impaciente a la hora de buscar el arco lasherino. Esto se tradujo en más pelotazos que juego asociado. Huracán siguió con lo planificado: cercar a Gago, achicar hacia atrás y todos a correr y poner.
Algunos remates de media distancia provocaron zozobra sobre la valla de Basabe y Boca cada vez apretaba más. Sin embargo, Huracán aguantó a pie firme las embestidas. El gol de Osvaldo llegó cuando el Globo inexplicablemente quedó mal parado y permitió el contragolpe Xeneize. Fue la única distracción en 90 minutos y costó caro.
El gusto amargo de haber estado a tiro de los penales no debe tapar todo el sacrificio realizado. El camino elegido, desde lo colectivo, es brillante. Ahora deberá agregarle el valor de sus propias individualidades.
Mirá el gol de Osvaldo para Boca
Mirá el gol de Chávez para Boca