Por Luis Fermosel - la.fermosel@gmail.com
Hubo un solo ganador en la marcha que organizó la CGT nacional a la Plaza de Mayo y no fue precisamente el sindicalismo. Quien realmente se subió al primer escalón del podio fue el Gobierno, que aprovechó la debilidad demostrada por el gremialismo para implementar medidas de fondo, como la destitución de dos funcionarios, uno de ellos el encargado de controlar el manejo de los fondos de las obras sociales sindicales, nada más y nada menos.
Detrás de Macri, aunque lejos por cierto, pero que lograron "salvarse" de las críticas aparecen los "gordos" de la CGT que, por experiencia y por "olfato" político, decidieron no adherir a la marcha. Los grandes debilitados y con serios problemas hacia el accionar futuro aparecen los sindicatos cegetistas, que no pudieron contener a sus propios afiliados que se enfrentaron en las cercanías del palco y que, en lo que a movilización se refiere, fueron superados por los manifestantes de la izquierda y del kirchnerismo con mucha mayor gimnasia, en lo que a movilizaciones se refiere, que la CGT en los últimos años.
Es tan variada y tan mezclada la "ensalada" que se produjo con la marcha que resulta difícil explicarla en su conjunto y por ese motivo también surge la necesidad de considerarla individualmente.
En el caso del triunviro cegetista, queda la sensación de que sus integrantes no supieron medir las circunstancias ni los tiempos. Convocaron a una movilización impulsados por un sector, el de los camioneros, interesados en recuperar los espacios perdidos como consecuencia de la caída en el liderazgo sindical de Hugo Moyano, dedicado ahora a la actividad deportiva.
Su hijo Pablo, que quedó al frente del gremio es más visceral y menos pragmático dejando huellas en todos lados de su intención de ubicarse como un nuevo líder. A Pablo se le sumó el bancario mendocino Sergio Palazzo, un dirigente de extracción radical que en los últimos años se sumó al kirchnerismo -al estilo de Leopoldo Moreau, aunque sin ser candidato, llevado de la mano de su amigo personal, el camporista Wado De Pedro.
Palazzo tuvo y tiene acceso directo a Cristina Fernández y en el plano sindical fue uno de los que fogoneó la marcha, aduciendo que suspender la medida de fuerza sería un mamarracho. Los integrantes de las CTA -la encabezada por Hugo Yaski y la liderada por Pablo Michelli- dejaron de lado las diferencias políticas y personales para sumarse a la marcha.
El kirchnerismo y la izquierda no perdieron la oportunidad para sumarse a quienes critican al Gobierno. "Cuando ven un grupo de gente en una esquina de inmediato se suman, aunque no sepan qué están reclamando", nos señaló un veterano dirigente sindical (ortodoxo), quien agregó que "¿cómo puede ser que (Nicolás) del Caño o Axel Kicillof se hayan sumado a una marcha convocada por la CGT cuando hasta no hace mucho tiempo estaban absolutamente enfrentados?". Continuando con sus críticas, el viejo sindicalista expresó que "los compañeros del triunvirato intentaron sumar y terminaron amontonando", expresando entonces que "todos sabemos que personajes como Guillermo Moreno o Luis D'Elía suman mucho más desprestigio que cantidad de gente…".
El acto en si pudo haber sido importante en lo que a movilización se refiere, pero todo se debilitó ante circunstancias especiales, como el enfrentamiento en las cercanías del palco que obligó a los organizadores a adelantar el discurso del único orador y terminar la reunión en el horario en que debía haberse iniciado. "Lo de los enfrentamientos era lo esperado, porque no puede terminar de otra forma cuando se encuentran los grupos de barrabravas que lleva cada sindicato", destacó el dirigente consultado.
Respecto de los "tiempos", resultó inexplicable que la central obrera haya convocado a manifestarse cuando sólo unos días antes la ciudadanía había tenido la oportunidad de expresarse a través del voto y estuvo más cerca de acompañar al Gobierno que de criticarlo.
El gran ganador
En todo ese desmadre señalado, no quedan dudas de que hubo un gran ganador: el Gobierno nacional. Mauricio Macri aprovechó la ocasión para aplicar el bisturí en su propio gabinete, desplazando al superintendente de Salud, Luis Scervino, el hombre que devolvió miles de millones de pesos a las obras sindicales que la gestión anterior había retenido cuando Cristina Kirchner rompió relaciones con Hugo Moyano.
Scervino será reemplazado por Sandro Taricco, gerente general del organismo, que había llegado a ese lugar impulsado por Graciela Ocaña. El restante funcionario desplazado es el viceministro de Trabajo, Ezequiel Sabor, uno de los nexos entre el Gobierno y los sindicatos, quien será reemplazado ahora por Horacio Pitrau, un hombre allegado al ministro Triacca.
Macri fue muy duro con la marcha, al indicar que "es una pérdida de tiempo y no lleva a ningún lugar" y en las cercanías de la Presidencia no descartan que Mauricio profundice las diferencias con la oposición habida cuenta que esa estrategia le dio muy buenos resultados en las PASO.
Dentro de lo que ocurrió en el oficialismo cabe hacer mención al almuerzo que el ministro Triacca improvisó con integrantes de las "62 Organizaciones Peronistas" el mismo día del acto. La reunión tuvo lugar en el gremio de los trabajadores rurales, encabezado por Ramón Ayala, quien reemplaza al fallecido Gerónimo "Momo" Venegas. En realidad fue el único gremio-gremio que hubo, porque el resto permite conjeturar, como el sindicato de "farmacéuticos y bioquímicos", el de "remiseros" o el de "motociclistas mensajeros…".
La decisión de los "gordos" merece un párrafo especial. Con su experiencia vieron que la cosa no venía bien barajada y decidieron dar un paso al costado.
Sucede que, a excepción del metalúrgico Antonio Caló, el resto de los dirigentes, que representan a Comercio, Construcción, UPCN, Sanidad y Alimentación, entre otros, no comulgan con el kirchnerismo y por el contrario, si les dieran a elegir entre Cristina Fernández y Juan Manuel Urtubey, con toda seguridad se volcarían hacia el gobernador de Salta.
Muchos de esos gremios fueron beneficiados con la devolución de fondos de las obras sociales que implementó el gobierno de Macri en enero del año pasado. De todos modos, algunos de los dirigentes consultados coincidieron en señalar que no fue una "devolución de gentilezas (la no adhesión al paro) porque el dinero era nuestro y estaba retenido" y con relación a la interna del peronismo, destacaron que "nosotros somos ortodoxos y no estamos de acuerdo con una pseudo renovación promovida por la izquierda".