En la foto de hoy se ve el balotaje

La madre de todas las batallas en la guerra por la presidencia se librará sin dudas en la provincia de Buenos Aires, pero esta sigue siendo indescifrable e imprevisible.

En la foto de hoy se ve el balotaje

Por Carlos Sacchetto - csacchetto@losandes.com.ar - Corresponsalía Buenos Aires

Por su gravitación numérica en el padrón nacional con el 37,01 por ciento de los votantes, y también por su casi indescifrable complejidad política, la provincia de Buenos Aires se mantiene como el foco central de las expectativas electorales de los principales candidatos. A siete semanas de las generales del 25 de octubre, las dudas que las primarias del 9 de agosto no pudieron disipar se expresan en esta etapa bajo la forma del desconcierto y el nerviosismo.

Razones hay para que nadie se sienta seguro de que sus deseos actuales se corresponderán con la realidad el día de la elección. Las encuestas más confiables que circulan en los comandos de campaña de Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa dicen más o menos lo mismo y arrojan como conclusión que, de mantenerse esos números, será necesaria una segunda vuelta para elegir al nuevo presidente.

Por directa influencia del distrito bonaerense tampoco resulta definitivo quiénes protagonizarán ese balotaje, ya que las candidaturas a gobernador de María Eugenia Vidal por Cambiemos, y Felipe Solá por UNA, podrían arrastrar más de lo esperado al segmento presidencial de sus boletas. Eso dependerá de cómo resuelva el peronismo su interna en ese territorio, en la que no faltarán las clásicas traiciones de punteros despechados.

Todo vale

La medición de Vidal es lo más sorprendente que todos analizan. Sondeos que el PRO no quiere difundir la ubican con más intención de voto que Macri y de manera especial en aquellos sectores del conurbano donde el peronismo es casi imbatible.  En el campamento de Scioli interpretan que más que a virtudes de la candidata, eso se debe a que quienes fueron votantes de Julián Domínguez en las PASO, están tomándose una revancha con Aníbal Fernández. Pero no tienen la seguridad de que en octubre habrá reconciliación con el polémico jefe de Gabinete.

Fernández ha puesto en marcha la semana que pasó una agresiva estrategia de acercamiento a esos sectores, que incluye reuniones con intendentes y el aporte de recursos del Estado para convencer a los díscolos. "Circula mucha plata" reconocen dirigentes de base del conurbano más pobre, que a la vez dicen no poder explicar los números que muestran Vidal y Solá. ¿Ocultan que entre peronistas y el kirchnerismo ya hay grietas insalvables?

Con los mismos interrogantes los operadores de Massa se muestran esperanzados. El candidato ha remontado en las encuestas, se lo ve muy dinámico y cada vez que puede profundiza las contradicciones del relato kirchnerista con el ideario de Perón. Confía en que esa inacabable cultura política comience a dejar en el camino la variante pseudo progresista, así como lo hizo con el liberalismo menemista.

"Perón daba trabajo, no planes sociales", repite en cada tribuna.

De los tres candidatos principales, Massa es el que aparece por estos días como más activo. Macri no ha potenciado todavía a pleno su campaña, y Scioli se debate entre la difícil convivencia con el gobierno de Cristina Fernández y las promesas de cambio que le reclaman los sectores más moderados que lo siguen. "Todos los días tenemos que apagar un incendio en la campaña", se quejan colaboradores del gobernador, y aunque sostienen que la mayoría de esas situaciones críticas no lo afectan, se incomodan con las crecientes versiones de que ya estaría sellado un acuerdo Macri-Massa para la segunda vuelta.

Quién manda

Uno de los momentos de mayor tensión entre la Presidenta y Scioli sucedió hace unos días a raíz de los episodios que se vivieron en Tucumán. Luego de la represión policial en la primera noche de protestas frente a la Gobernación, y cuando arreciaban las denuncias de fraude, asesores del candidato oficialista comenzaron a evaluar la idea de que se volviera a convocar a elecciones en la provincia norteña, en simultáneo con las presidenciales de octubre. Lo pensaban como una forma de detener la seguidilla de concentraciones populares, y de ese modo arrebatarle una bandera de campaña a la oposición.

El tema se habría conversado con el gobernador José Alperovich, quien hoy está más cerca de Scioli que de la Casa Rosada, y en principio daría su acuerdo. El problema apareció cuando Aníbal Fernández se enteró de esa eventual jugada y se la comentó a Cristina. Furiosa, la presidenta lo llamó a Scioli y la abortó con sólo cuatro palabras: "Ni se te ocurra".

Al día siguiente, se moderaron los reclamos y no hubo más concentraciones en Tucumán. Pero el escándalo le sirvió a la oposición para repudiar el clientelismo oficialista y exigir reformas al sistema electoral.

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