Un joven de 18 años abandonaba a fines del siglo XIX, como muchos otros compatriotas, el sur de España, ya que eran nulas las posibilidades de trabajar en el suelo del terruño debido a las plagas de la agricultura y otras penurias económicas.
Corría el año 1886. José Gregorio López Rivas no imaginaba ni remotamente que más de un siglo después, una arteria de su pueblo natal, Algarrobo, a orillas del Mediterráneo en Málaga (Andalucía), llevaría su nombre.
El muchacho se radicó en Mendoza y en 1898, con 30 años, fundó Bodegas López en General Gutiérrez, una de las 30 empresas nacionales familiares más antiguas de la Argentina. En la patriada estuvo acompañado por sus hermanos y su madre Liboria Fatás.
Hace algunas semanas, el municipio de Algarrobo, por iniciativa de un ex concejal, Antonio Cordón, y de su actual alcalde, Alberto Pérez Gil, recordó a José López Rivas.
En su honor se colocó su nombre a un paseo marítimo y se instaló una expresiva placa, la cual hace referencia a tantas personas que, como él, cruzaron el Atlántico en busca de nuevos horizontes.
El acto tuvo como testigo a uno de los nietos del pionero, Carlos Alberto López (80), actual presidente del directorio del establecimiento, junto a su esposa, María Isabel Laurenz. El reconocimiento fue reproducido por varios medios españoles, como Sur, Málaga Hoy, ABC y La Vanguardia, entre otros, que destacaron el simbolismo del acto por su referencia a las crónicas de la emigración.
Corrido por la desgracia
José Gregorio López Rivas emigró de Málaga a fines del siglo XIX, llegando a la Argentina cargado de sueños e ilusiones, pero también sin nada y corrido por la desgracia.
En su pueblo, Algarrobo, y en los alrededores de la región se producían excelentes vinos y jerez, pero la caída de los precios y las catástrofes naturales (como el terremoto de 1884 y una epidemia de cólera al año siguiente), debilitaron la economía.
La familia López Rivas fue una de las tantas que se precipitaron a la pobreza. El golpe final fue la filoxera, una devastadora plaga de la vid, que acentuó la agonía.
Para los López Rivas, que habían construido presente y futuro en torno al cultivo y la elaboración de vinos, la situación significó un duro impacto, que se agravó con el temprano fallecimiento del padre, Rafael López Camacho. Al respecto, el periódico La Discusión publicaba en enero de 1887: “es tan espantosa la miseria que reina en Algarrobo y otras zonas que si no te tiene pronto remedio, no tardarán en quedar abandonados por sus actuales moradores".
José, el hombre que ahora fue recordado, partió a América. Se instaló en Mendoza, a la que llegó con “una mano atrás y otra delante”. Él y sus hermanos arrendaron una pequeña porción de tierra en General Gutiérrez. En 1898, comenzaron su labor como viticultores y elaboradores de vino, comprando partida de uvas que luego enviaban por tren a Buenos Aires, donde eran vinificadas.
En poco tiempo lograron hacerse de una clientela importante, dando nacimiento a una sociedad comercial dedicada a la elaboración del noble producto: José López y Hnos. Esos pasos y los que siguen marcan el origen de la futura empresa familiar López, hace ya 118 años.
Un libro diario de la bodega, rubricado en 1900, ofrecía un panorama del vino que se hacía en aquella época, con remesas de canastos de uva criolla y francesa, y envíos de barriles de grapa, cascos y bordalesas de vino.
Años más tarde, el establecimiento gutierrino, ya consolidado en la economía mendocina, se emparejaba en importancia con destacados establecimientos, como La Colina de Oro, de Juan Giol y Bautista Gargantini (luego Bodegas Giol, estatal) y la Rural, de Felipe Rutini y Ángel Cavagnaro. Una de las primeras y populares marcas fue “El Vasquito”. Se vendía como vino tinto común y reserva a $ 0,47 centavos el litro. También se comercializaba vino blanco en San Juan, la grapa y un blanco, Sauterns, a $ 0,55 centavos el litro.
En un inventario posterior, hacia 1916, aparecen detalles del equipamiento fundacional de la compañía: 4 cuerpos de bodegas, galpones auxiliares, la casa patronal, y las habitaciones para peones; el establecimiento contaba con piletas aclaradoras de agua, una pileta subterránea, un lagar, y una nutrida vasija, que comprendía 57 toneles y 68 cubas de roble, 51 de pino y 9 de álamo.
La sociedad primigenia, José López y Hnos, fue cambiando de denominación con el tiempo, siendo hoy Bodegas López, pero manteniendo siempre el origen algarrobeño de su fundador, fallecido en 1948.
En los años '20 ingresa a la empresa el único hijo del fundador, José Federico López, hombre público (fue director del Banco Central) y un estudioso de la vitinivicultura.
En la actualidad se desenvuelve en la firma su cuarta generación, representada por los hermanos Eduardo López Laurenz (52), como director, y Carlos López Laurenz (53), director enológico. Y ya se encuentra alistada la quinta fila del clan.
A días de haberse cumplido los 148 años del nacimiento del fundador, Eduardo manifestó que su bisabuelo, “hijo de agricultores que habían hecho de la viña su vida, nos legó las pautas para trabajar”.
Pequeño pueblo natal
Algarrobo es un municipio español de la provincia de Málaga (Andalucía). Limita al norte con el municipio de Arenas y Sayalonga, al este y oeste con Vélez-Málaga y al sur con el Mar Mediterráneo. En 2014 contaba con 6.103 habitantes reconocidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Su extensión superficial es de 9,73 km² y tiene una densidad de 627 hab/km². Se encuentra situada a una altitud de 86 metros y a 39 kilómetros de la capital de provincia, Málaga. El núcleo principal de población es Algarrobo, pueblo de arquitectura árabe situado a 3,5 kilómetros de la costa.
Descanso en el templo
La bodega favoreció la construcción del barrio López Rivas, en Gutiérrez. Allí se construyó un templo, la iglesia San José, donde reposan los restos de José Gregorio López y su esposa Liboria Fatás. Es deseo de la familia que también descanse allí José Federico, hijo del pionero.