Los franceses viven un verano estresante, con patrullas militares en las playas y en las calles, e intentan adaptarse a la idea de que la amenaza de nuevos atentados es una posibilidad constante.
“Es algo novedoso para nosotros. Hay países, como Israel, donde el riesgo terrorista es cotidiano. Hablamos incluso de una ‘israelización’ de la sociedad, pero incluso Israel no ha conseguido impedir atentados. Encontraremos la manera de habituarnos”, resume la psicóloga Evelyne Josse.
“Cómo resistir”, titulaba el semanario Le Point después del atentado que el 14 de julio dejó 84 muertos y centenares de heridos en Niza, la principal ciudad de la Costa Azul, y quince días antes del asesinato de un cura degollado en su iglesia. Ambos ataques fueron reivindicados por la organización yihadista Estado Islámico (EI).
Las autoridades desplegaron un centenar de policías en las playas, para prevenir ataques similares al de junio de 2015 en la estación balnearia tunecina de Susa, que costó la vida a 38 personas.
Para no perturbar a los bañistas, los agentes llevan sus armas en una bolsa impermeable ceñida a la cintura.
En las playas de Cannes se prohibió el ingreso de personas con bolsos grandes que puedan disimular armas o explosivos.
Muchos franceses admiten que evitan las multitudes, sobre todo si están con sus hijos, después del atentado de Niza, cometido con un camión que embistió a los paricipantes en las celebraciones del día nacional. De los 84 muertos, diez eran niños.
“Estamos algo traumatizados. Lo pensamos varias veces antes de ir a lugares públicos con mucha gente: teatros, cines y ahora a la iglesia”, admite Françoise, una jubilada de 69 años, que prefiere no dar su apellido.
Expulsaron a un argelino
Un argelino que planteaba una “amenaza grave” para el orden público en Francia fue expulsado ayer de regreso a su país, anunció el Ministerio de Interior francés. Los servicios del ministerio “procedieron ayer a la expulsión a Argelia de Abdelkrim Mostefai, nacional de ese país”, según el comunicado.
Una fuente policial precisó que Abdelkrim Mostefai no tenía ningún vínculo de parentesco con Ismaël Mostefaï, uno de los asaltantes de la sala de conciertos parisina Bataclan.