Entiéndase por sacrificio el esfuerzo, pena, acción o trabajo que un grupo de personas se imponen a sí mismos por conseguir o merecer algo o para beneficiar a alguien. A partir de estas palabras vamos a poder comprender el triunfo agónico de Huracán Las Heras sobre Desamparados de San Juan, por la mínima diferencia (1-0).
El Globito del Pollo Videla tuvo que trabajar y sufrir para poder festejar sobre el final. Se sintió muy incómodo con el planteo mezquino y amarrete del equipo de Ricardo Dillon. Muy, pero muy lejos de lo que representa la historia del Víbora. Pero un punto era un negocio redondo para el elenco sanjuanino, por ende, se aferró a ese objetivo y estuvo a un minuto de conseguirlo.
Desde el minuto inicial, el Globo impuso su vocación ofensiva. Y materia prima le sobra. No muchos equipos en esta categoría tienen la oportunidad de contar con jugadores como Matías Navarro, Gabriel Moyano y Paul Martín. Por esta razón, el estilo de juego que impone Videla seduce y mucho.
Sin embargo, tras desperdiciar como mínimo cinco situaciones de peligro en el primer capítulo, durante el entretiempo, los jugadores del Globo dejaron la vestimenta de gala, es decir, el frac, para calzarse el overol y salir a laburar el partido. No cabía otra opción.
El estilo y la forma se cambiaron por actitud, coraje y sacrificio. Mérito y virtud que invitan a soñar. Porque el equipo superó otra prueba de carácter. Tuvo paciencia en general. Porque la excepción fue Martín, quien se hizo expulsar infantilmente por agredir a un rival. Pero el objetivo colectivo era el mismo y el equipo no perdió el horizonte, más allá de las mañas insoportables del rival.
Y el premio llegó sobre el final. En la última jugada. Pase milimétrico de Giusepponi, Navarro enfrentó al arquero, falta, penal y gol del propio “Chimichurri”.
Festeje Globo. Sueñe en grande. Quedó demostrado que en Las Heras, corazón y coraje, sobra...