En estado de reconstrucción - Por Alejandro Pérez Hualde

En estado de reconstrucción - Por Alejandro Pérez Hualde
En estado de reconstrucción - Por Alejandro Pérez Hualde

Estamos en medio del estado de excepción, de urgencia, sometidos a un conjunto de directivas que consiste en la paralización de actividades con la excepción de aquellas esenciales; ello se traduce en grandes pérdidas y desajustes de difícil y compleja solución.

Nuestras administraciones públicas Nacional, provincial y municipal se ven sometidas a exigencias en un marco destemplado, en mal tono, con agresividad, además de sufrir cada uno de sus agentes todas las demás penurias como el resto de la población; sumando a ello el riesgo personal asumido por un gran número de ellos en cumplimiento de su deber de satisfacer el derecho humano fundamental a una “buena administración” consagrado en la Carta Iberoamericana.

Es necesario que comencemos la tarea de “reconstrucción” de los campos afectados por la crisis; pero como algunos lo han sido en forma irreversible, deberemos hablar de “construcción” de una “nueva” Administración; además la crisis, que para Einstein era “oportunidad” ha puesto al descubierto la posibilidad de corregir y mejorar muchos vicios que dejábamos y arrastrábamos con indolencia, ¡es la oportunidad!

Nuestras instituciones han reaccionado como pudieron; el avance de la crisis despejará momentáneamente el panorama institucional y quedarán en pie los únicos en condiciones de brindar las respuestas que la situación exige: ejecutivos, Nacional y provinciales, y jueces de amparo; como ya lo hicieron en la crisis 2001/2002.

Pero la salida, al igual que en 2002/2003, es misión de la Política (uso mayúscula). Porque ninguna de las estrellas mediáticas de la medicina va a dar el certificado de seguridad para volver a la actividad normal; porque aquella actividad que considerábamos “normal” ya se desarrollaba con miles de muertos al año por gripes “comunes”, sin “coronita”…   Mendoza lo sabe bien porque con esta misma gripe ha levantado la cosecha de nuestros recursos como la fruta, la vid, y vienen el olivo y las chacras.

Una de las consecuencias de esta pandemia será la conciencia de solidaridad y de seguimiento prolijo y estricto de nuevas normas de higiene y seguridad y de prevención social y de preparación de estructuras físicas y humanas para soportar otra crisis frente a la que no habrá pretextos.

Pronto llegará el momento en que será necesario juntar el coraje “Político” para tomar las decisiones de liberar encierros, levantar confinamientos, abrir circulaciones, habilitaciones comerciales, juntas o graduales; pero en todos los casos jurídicamente fundadas, motivadas técnicamente en complejas razones.

Será necesaria la ponderación que impone una visión global, como lo es el virus atacante, que exige respuestas globales. Nadie sale solo de esta crisis, ni los países ni las provincias ni los municipios.

La reciente experiencia “minera” dejó el mensaje de la insuficiencia de un acuerdo de cúpulas partidarias, ni de bloques legislativos, ni de debates en campaña.

Faltaba la participación efectiva que debe escuchar los mensajes en su complejidad; que nunca son desinteresados ni neutrales, pero siempre preocupados y concretos.

Y algo muy mendocino: que jamás alguien se sienta “ninguneado”; porque “naides es más que naides”.

La naturaleza de las decisiones son adelantadas en su carácter por el economista norteamericano Martín Wolf quien, en entrevista de Hugo Alconada Mon afirma que “afrontamos decisiones políticas que requieren opciones morales. Domésticas e internacionales”…  “resulta obvio ya que ésta puede ser una crisis política, social y económica absolutamente enorme mucho más allá de la crisis sanitaria”.

Habrán quienes sostendrán que todavía no, y otros, con argumentos sólidos, que sí se puede asumir el riesgo de liberar los sectores…   La decisión requerirá mucho coraje y consensos mínimos.

Es indiscutible la necesidad del carácter global de la respuesta y obligadamente consensuada y sostenida sobre un diálogo interno de nuestras fuerzas políticas y sociales. Otras opciones suponen la inevitable fragmentación social, económica y, muy probablemente, geográfica. Y“gradual”, que no es lo mismo que porcentual, o sectorial, o regional, ni intempestivo. Construir la conciencia de una “barca donde estamos todos” como propuso Francisco a tono con aquello que declarara el G-20 en Londres en 2009: “Una crisis global exige una solución global”.

Podemos efectuar algunas reflexiones sobre nuestra Administración Pública orientadas al debate:

1. Muchas actividades pueden desarrollarse desde los lugares donde el agente público vive, no necesariamente en espacios físicos provistos por la Administración con todo su contexto de iluminación, meriendas, aseo, equipamiento más o menos sofisticado y personal de apoyo.

2. Este sistema de trabajo, medido por resultados, debe ser mejorado en su remuneración y que no implica la desaparición de la relación interpersonal, pues se pueden prever reuniones semanales de repaso de mejoras y de crítica de método.

3. Requiere un grado de capacitación grande en la Administración y en los administrados que deben poder acceder con facilidad; no es posible avanzar con más trámites oficiales públicos por vía de internet si no tenemos una cobertura amplia.

4. Es el momento de coordinar horarios que amontonan a todos manteniendo edificios enteros ociosos, vacíos, inutilizados durante largas horas; ¿no hay una salida a la aglomeración donde entran y salen al mismo tiempo de escuelas, comercios, bancos, oficinas públicas y privadas? Colapsan accesos, rutas, transportes públicos.

5. Urgente apertura del trámite previo de decisiones reglamentarias para que exista la posibilidad de acceder con opiniones y advertencias; el Dec. 1172/2003 Nacional (poco cumplido) es un ejemplo concreto de actuación con acceso abierto.

6. La enseñanza a distancia súbitamente hoy en práctica en numerosos institutos educativos ha llegado para quedarse; con un alto grado de improvisación y aprendiendo apurados, no tiene vuelta atrás.

7. Contar con números propios de epidemias y salud pública, no depender de números ajenos; saber la cantidad de contagiados, fallecidos y curados por las otras gripes o neumonías en años anteriores; es imprescindible para tomar decisiones.

Urge conformar un equipo que planifique la ejecución de los cambios en una Administración que saldrá de esta crisis con muchos más deberes, algunos en forma provisoria, pero muchos asumidos por largo tiempo. ¡Es el momento!

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