En el nombre del padre

Silva, quien sufrió la muerte de su padre en la última semana, marcó el agónico tanto con el que Godoy Cruz eliminó a Banfield. Como en las películas... El próximo escollo será San Lorenzo.

En el nombre del padre

El goleador de la tarde, el hombre que le daba a Godoy Cruz el boleto a una nueva instancia de la Copa Argentina tenía toda una historia que cargaba sobre sus espaldas, que pesaba en su alma, y de la que logró despegarse al menos por noventa minutos para calzarse en el pecho la del Tomba.

El Facundo Silva jugador debía despegarse del Facundo Silva persona, como si esta segregación fuese realmente capaz de darse. Una utopía. Pero nunca hay que subestimar el coraje de un hombre ni la gran capacidad para sobreponerse a las trompadas que suele darnos de vez en cuando el destino. ¡Y qué pedazo de trompada que es la muerte de un padre!

Y ahí estaba, en cancha de Arsenal, con la ‘8’ en la espalda y la puñalada aún en el pecho. Corría y se mostraba, encaraba y ganaba.

Era una de las figuras de la cancha y nadie en el Humberto Grondona podía siquiera imaginar que dentro de esa camiseta había una persona que estaba haciendo aún un estremecedor duelo. Si ni su rostro se inmutaba y hasta le soltaba un sonrisa a ese plateísta que lo saludaba camino al túnel en el entretiempo.

Pero él no sólo cumplía sino que había sido clave en un Godoy Cruz que le mostraba al Taladro en su propia cara que las heridas del semestre pasado estaban cicatrizadas.

El complemento ya se ensució un poco más, el Tomba había sentido el gran desgaste hecho durante la etapa inicial y todo parecía encaminarse hacia los penales. Pero ese mismo destino que le había asestado un duro golpe a Silva le tenía preparada una sorpresa. Ayoví mata una pelota de pecho, abre para el incansable Ángel González quien define cruzado ante el achique de Navarro.

La pelota da en la humanidad del arquero, le hace pito catalán a los tres o cuatro defensores de Banfield que llegaban desesperados para despejar y queda dormida en los pies del Facundo Silva jugador, ese que es implacable y que no dudó siquiera un segundo en taladrarle el arco a Banfield. 

El Facundo Silva persona y el Facundo Silva jugador ya no podían más convivir separados. El ‘8’ salió disparado, corriendo desesperadamente hacia un costado, Pol Fernández no podía detenerlo. Se había llevado al camiseta a la boca y la mordía para descargar furia, angustia, alegría y qué se yo cuántas sensaciones más que le abrumaban el pecho.

Pol finalmente lo pudo frenar, se dieron un abrazo inmenso e inmediatamente llegaron el resto de sus compañeros. El Facundo Silva jugador le daba la clasificación a su Tomba. El Facundo Silva persona pudo sosegar su angustia, mitigar su dolor apuntando al cielo y dedicándole al viejo un gol que ya difícilmente borre de su memoria.

Así pasó otra tarde emotiva para la familia tombina. Una jornada especial en donde el equipo futbolísticamente mostró cosas importantes y que a nivel individualidades no desentonó con la idea que pregona Méndez.

Se logró el pasaje a octavos de final de la Copa Argentina, donde el próximo rival será San Lorenzo. Pero para eso falta. Ahora a disfrutar y a pensar en seguir mejorando detalles.

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