Tristeza, bronca, desencanto y solidaridad son algunos de los sentimientos que generó entre muchos sanrafaelinos la noticia de que a fin de año, cuando complete la agenda de conciertos de 2015, Casa Burgos cerrará sus puertas a la cultura.
La antigua casona ubicada en la esquina de Saavedra y Chile, que durante más de 60 años acogió a artistas, músicos, poetas y amantes de las artes, ya no estará abierta cada fin de semana, debido “a la falta de apoyo formal de las autoridades en el mantenimiento de un patrimonio cultural departamental y provincial”, se anunció.
El responsable de Casa Burgos fue Leopoldo Burgos, nieto del poeta, periodista y escritor Fausto Burgos y de Elena Catullo. Él anunció con pesar este final de un ícono de San Rafael.
El matrimonio construyó su casa en 1916 pensando en compartir con amigos y conocidos todo lo que traían de sus viajes. Al fallecer Fausto en 1953, su esposa comenzó con la labor cultural que continuó hasta ahora, cuando decidió abrir su residencia a la comunidad y ya nunca dejó de albergar notas musicales y obras de arte.
“Lamento dar la noticia del cierre definitivo pero vivimos en una realidad que no deja muchas opciones y eso hace desviar los fines altruistas y genuinos destinados a una comunidad sensible, de artistas consagrados y emergentes”, difundió Leopoldo. Agregó: “A fin de año completamos la agenda armada previa a la decisión, por respeto a los artistas”, señaló.
Es que el mantenimiento de la propiedad, sin ayudas formales y permanentes de ningún tipo, lo obliga ahora a alquilar la antigua casona para emprendimientos comerciales y, de esa manera, lograr preservarla del paso del tiempo y algunos problemas estructurales propios del mantenimiento.
Un museo cultural
Su arquitectura neocolonial, las obras de arte, el mobiliario de diversos estilos y épocas, tejidos incaicos y criollos, instrumentos musicales y libros encuadernados artesanalmente son parte del inmenso baluarte que hasta ahora los visitantes podían apreciar cuando la casa abría como museo, mediante un recorrido guiado por el nieto del poeta.
Arañas de bronce, muebles exquisitamente tallados, además de los manuscritos de la obra de Fausto Burgos y un imponente piano de media cola de la fábrica Ronish, donde músicos del talento de Bruno Gelber o Roberto Urbay ejecutaron piezas de música clásica, romántica y barroca, son parte de la imponente casona.
Además, posee balcones traídos de Perú -derruidos por el paso del tiempo-, rejas y herrería artesanal fabricada por diseñadores italianos de principios del siglo XX, además de pisos de pinotea.
Cientos de comentarios que lamentan el próximo cierre de gente de distintos puntos del mundo se difundieron en Facebook. La desidia, el poco interés en temas culturales por parte de las autoridades gubernamentales, son recurrentes en los mensajes.
Entre ellos de Diego Rodríguez, de la sala Gabinete Multiespacio de San Rafael, que a principios de año tuvo que cerrar pero logró reabrir unos meses después: “Casa Burgos cumple un rol en la sociedad, tiene un público, un objetivo, un estilo y un perfil que dejaría un agujero enorme en la cultura local. Nada remplazaría ese espacio. Ni como museo, ni como sala de eventos artísticos”, argumentó.
“Una pena. Grandes y cálidos momentos de música he compartido en la hermosa casona. Por la hospitalidad y la amabilidad conque he sido tratado por Leopoldo y sus colaboradores, infinito agradecimiento. Si puedo colaborar en algo me ofrezco”, expresó por su parte el saxofonista Walter Casciani.
La realidad que atraviesa Casa Burgos parece ser moneda corriente para los emprendimientos culturales en San Rafael. Durante décadas una importante cantidad de salas intentaron sin éxito perdurar en el tiempo.
Así, muchos recuerdan la Casa en el Aire, el teatro La Mancha, El Toque Piano Bar, Racimo Multiespacio, Casa Madre y Arytuca (Arte y Turismo Cultural Cañón del Atuel) en Valle Grande, a cargo de la fundación que presidía el pintor sin manos Roberto Órdenes, entre otros.
Todos estos emprendimientos culturales lucharon contra lo mismo: la muy difícil o casi imposible tarea de llevar adelante este tipo de actividades, agobiados por la situación económica general y la escasa asistencia de público.