Leí en esta sección, la emotiva defensa de la obra actual de la directora de la Biblioteca Pública General San Martín, a quien felicito por su obra. Por fin un bibliófilo y no un político.
En la época de Santiago Felipe Llaver en la que trabajé en esa biblioteca (1986-88), no había presupuesto para libros ni para nada, porque el presupuesto estaba centralizado en el área de Compras.
Tanto así que no había dinero para arreglar la bicicleta y el ordenanza se desplazaba a pie para ir a la Casa de Gobierno. Ni siquiera había disponibilidad para el boleto de ómnibus.
Ese personal fue el más fantástico defensor de la biblioteca que conocí.
A los políticos se les ha pasado, errarum humanum est, cuando dictaron la Ley de Presupuesto para Bibliotecas Populares, incluir a la Biblioteca San Martín, aunque no lo fuera.
Ese sencillo procedimiento legislativo ayudaría mucho a la institución y a la memoria del Padre de la Patria, quien la fundó y para la cual donó libros para acrecentar su acervo cultural.
Antonio M. Baragiola
DNI 8.282.153