En el estado nordestino de Pernambuco existe una pequeña localidad llamada Buenos Aires, fundada en 1842 por un sacerdote a quien el lugar, vaya a saberse por qué, le trajo recuerdos de la ciudad ubicada 4.700 kilómetros al sur.
A 75 kilómetros de Recife, capital del estado, Buenos Aires cuenta con poco más de 12 mil habitantes, que para las dimensiones brasileñas es una cantidad exigua.
Pero las coincidencias con la capital argentina no terminan en el nombre. El principal club de fútbol de los buenosairenses (créase o no, ese es el gentilicio) es Boca Juniors, cuyo clásico rival es el River Plate de Paraíba.
Los vecinos de Buenos Aires se reúnen a ver los partidos del Mundial en el bar Independente y la casa de dulces más concurrida se llama La Bomboniere, extraña mezcolanza franco-boquense.
Por si no alcanzara, uno de los habitantes de la localidad confirmó la tradición brasileña de elegir los nombres más extravagantes para sus hijos. “Después de que Riquelme acabó con Palmeiras en la Libertadores de 2001, me gustó tanto su fútbol que decidí bautizar a mi hijo con ese nombre”, recordó hace cuatro años Rinaldo da Silva, padre de Riquelme da Silva.
El prefeito (intendente) de Buenos Aires es Gislan de Almeida Alencar y, como si estuviera en el conurbano de la otra Buenos Aires, ya va por su quinto mandato.
Según el portal de O Globo, la localidad se mantuvo dividida durante la Copa, hasta la derrota de Brasil frente a Alemania. Pero hoy, los que ya venían hinchando por la albiceleste se impusieron sobre la mayoría. “Es una minoría que se multiplica en emoción a cada partido”, aseveran.
Y para que no queden dudas, revelan que los fanáticos de Lionel Messi y Javier Mascherano ya no tienen que ver los partidos en lugares apartados. “En caso de conquista de la Copa por 'los hermanos', el domingo contra Alemania, el coro de la hinchada ya está ensayado”, indica O Globo.
¿Será el famoso “Brasil, decime qué se siente”?
