Rafaela Silva esperaba ganar una medalla olímpica de oro hace cuatro años en Londres. Lo único que consiguió fueron insultos de un trasfondo racial. Cuando vio esfumarse su sueño dorado tras ser descalificada en la competencia de judo, Silva pensó que recibiría mensajes solidarios desde su país.
Pero se encontró con textos tipo “el lugar para un mono es una jaula. No eres una atleta olímpica”.
"El mensaje decía que avergonzaba a mi familia y eso me dolió mucho", relató Silva, quien ganó el oro en el mundial un año después en Londres y es una de las favoritas para cosechar la presea dorada en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en agosto.
Silva es una de muchos deportistas que han sufrido manifestaciones de racismo en un país donde la mayoría de los pobres son negros o mulatos. Si bien Brasil es una nación con una gran diversidad racial -el 51% de la población se describe a sí misma como no blanca, mulata, negra o de raza mixta- abunda el racismo.
Por un lado, en el país hay una gran mezcla de razas. Por el otro, hay una profunda desigualdad racial en una nación que a menudo es descripta como una “democracia racial” donde el color de la piel no importa. La realidad es que sigue habiendo grandes brechas entre blancos y negros.
"Detrás de esa fachada de crisol de razas pacífico hay muchas tensiones y no se habla mucho sobre la raza", declaró a la Associated Press Marta Arretche, politóloga que estudia la desigualdad en la Universidad de Sao Paulo.
La diversidad y la desigualdad irán de la mano en los Juegos Olímpicos, como ocurriera dos años atrás en la Copa Mundial de fútbol. Los visitantes podrán ver cómo es la relación entre las razas de una forma que es sutil, pero evidente.
Las tapas de las revistas rara vez tienen un rostro negro. Las novelas son protagonizadas por actores mayormente blancos, aunque los negros están desempeñando ahora papeles que van más allá de conductor, cocinero o portero. Los restaurantes caros y los centros comerciales suburbanos son frecuentados casi exclusivamente por blancos.
Los mozos en los restaurantes más finos casi nunca son negros. Los únicos rostros negros que se ve en los aeropuertos son de maleteros o mujeres que atienden a niños blancos en las salas de espera.
Las playas de Río son de libre acceso, pero en Ipanema y Leblon se ve más que nada gente blanca. Los vendedores que ofrecen bebidas y baratijas son generalmente negros.
La brecha racial será visible asimismo en los estadios, como ya ocurrió en la Copa Mundial de hace dos años. Los blancos pueden comprar las costosas entradas, mientras que negros y mulatos no.
El alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, prometió durante la Copa Mundial que las cosas serían diferentes y dijo que repartiría 1,2 millón de entradas en escuelas y entre los pobres. Al final de cuentas repartió apenas 47.000, un 4% de lo prometido.
La entrada olímpica más barata cuesta el equivalente a 12 dólares, aunque el precio promedio es de entre 30 y 60 dólares. La entrada más cara para la ceremonia inaugural está en 1.400 dólares en el portal oficial de los juegos. El salario mínimo es de 270 dólares en Brasil, donde los negros ganan la mitad de lo que ganan los blancos.
La raíz del problema de desigualdad se remonta a la época de la esclavitud.
Brasil importó unos 5 millones de esclavos africanos, diez veces los que importó Estados Unidos. La esclavitud fue abolida en 1888 y el país era abrumadoramente negro por entonces. Se hizo una política para ‘blanquear’ la nación trayendo inmigrantes europeos, japoneses y de otros sitios.
Es difícil determinar quién es negro. Los brasileños deciden ellos mismos su raza y usan parámetros muy personales. Lo que para uno es negro, para otro puede ser blanco.
En 1976 el gobierno hizo un estudio en el que pidió a la gente que describiera su color de piel y recabó 136 descripciones, incluidas morena, canela y trigo, según la antropóloga Lilia Moritz Schwarcz.
El astro de Barcelona, Neymar, ha sido objeto de numerosas especulaciones sobre el color de su piel. Es de raza mixta y las fotos indican que el tono de su piel se aclaró en los últimos años.
“Los prejuicios hacia los negros están en casi todos lados”, dijo Arretche.
Los casi 400 atletas brasileños representan todas las razas, de acuerdo con fotos del portal del Comité Olímpico Brasileño. El mismo portal tiene fotos de los directivos del COB y casi todos son blancos.
Lo mismo ocurre con el comité organizador local: casi todos sus miembros son blancos.
El gabinete del presidente interino de Brasil, Michel Temer, está formado por blancos. No hay un solo negro ni una sola mujer.
"En Brasil no se habla de la raza. Es un tema tabú", dijo Marcia Lima, quien estudia el tema en la Universidad de Sao Paulo.
“Fue la mejor forma que encontraron los blancos para controlar a los negros: nadie habla de raza. La idea es que, dado que no tenemos un problema racial, no hace falta hablar del asunto” agregó la universitaria brasileña.
Moritz Schwarcz dice que hay una encuesta en la que 97% de los consultados dicen que no tienen prejuicios y 98% dice que conoce gente que sí los tiene.
“No es algo abierto, institucional, como ocurrió en el sur de Estados Unidos”, dijo Arretche. “El racismo está mucho más disimulado pero está” cerró.