Era otro fútbol, otra época, pero un partido que marcó profundamente a la generación de Michel Platini. En 1978, los 'Bleus' perdían contra la selección de Argentina (2-1) en Buenos Aires, en un duelo de primera ronda de una Copa del Mundo disputada en plena dictadura en ese país.
"Argentina jugaba de local y no era algo simple para nosotros. Porque en virtud del contexto, con la Junta militar dirigida por el general Videla, los argentinos absolutamente debían ganar el Mundial en su casa. Había mucha presión", recuerda el exatacante Bernard Lacombe, interrogado por AFP.
Antes de su partida hacia Argentina, los Bleus son interpelados por intelectuales y militantes de la sociedad civil, que reclaman un boicot al torneo para denunciar el régimen dictatorial.
"Me costó comprender", confiesa hoy el exdefensor Marius Trésor. "Amnesty International quiso mezclar política y deporte y no quería que vayamos. Pero Francia no disputaba esta competición desde 1966. íHabíamos hecho todo para clasificarnos!", recuerda.
"Los bienhechores dan siempre lecciones", lanza a la AFP Dominique Bathenay, exatacante del Saint Etienne. "La cuestión era si debíamos rechazar el viaje para jugar en Argentina. Los deportistas siempre son los rehenes".
Los Bleus debutan el Mundial-78 con una derrota contra Italia (2-1) y deben sacar un resultado contra los argentinos para seguir su aventura mundialista. Cuando llegan al césped, quedan asombrados por el ambiente del estadio Monumental de Buenos Aires y los famosos "papelitos" de diarios cortados en cuadrados y los rollos de papel que los hinchas lanzaban generando el efecto de una guirnalda blanca.
"Recuerdo nuestro ingreso al campo de juego. Había una puerta en el piso para acceder al terreno y un tipo había abierto uno de los paneles para dejarnos pasar. 100.000 espectadores, con los papelitos. Estaban en trance. El estadio parecía moverse y te ponía la piel de gallina", cuenta Bernard Lacombe.
"El ambiente en el estadio Monumental fue el más fuerte que pude experimentar junto con el de un partido del Burdeos en casa de la Juventus en 1985 (semifinales de la Copa de Europa). Había una comunicación increíble entre el público y su selección", agrega.
"Es uno de los más bonitos recuerdos visuales de mi larga carrera", comenta el expuntero izquierdo Didier Six. "Cuando estamos en el terreno, con tribunas sobre nosotros, todos esos papelitos que caían al campo, fue extraordinario", dice.
El partido es muy disputado, pero poco antes del descanso, llega el penal de la discordia. Marius Trésor lo recuerda como si hubiera sucedido ayer.
"Fue un pase largo en profundidad para (el argentino Leopoldo) Luque, sobre la banda izquierda, mi costado derecho, me tiro, él falla su disparo. El balón me pasa entre las piernas y lo toco con la mano al caer al piso", explica.
"Era el país organizador, los árbitros no eran totalmente neutros", afirma a la AFP.
"En ningún momento tuve intención de hacer mano y detrás mío no había un (jugador) argentino. No era un impedimento de una ocasión de gol. El árbitro suizo en principio pitó córner, pero luego cambió su decisión" y dio penal.
Daniel Passarella lo transformó en gol y puso en ventaja a la Albiceleste. Pero los franceses lograron la igualdad con un tanto de un joven Michel Platini, antes del tiro de gracia de Luque, que marcó a falta de quince minutos para el final y sentenció la eliminación de los Bleus.
Pero Didier Six había tenido la bocha del 2-1: "Tuve una en la mitad del segundo tiempo, que pasó apenitas por afuera del palo, la misma acción que en el Francia-Holanda por la clasificación al Mundial, en Argentina fue por la derecha y contra Holanda por la izquierda pero entró".
"Perdimos y es verdad que hubo un poco de injusticia, principalmente por el penalti, pero libramos un gran partido", manifiesta Bernard Lacombe.
Marius Trésor es menos entusiasta: "Los rendimientos no fueron extraordinarios en lo sucesivo, porque ni siquiera nos clasificamos al Campeonato de Europa de 1980.