En Alvear ella es sinónimo de solidaridad

María Luisa “Cholita” Salas desde chica se dedicó a ayudar al prójimo. De joven participó en la creación de la primera escuela secundaria y hoy colabora en una asociación de apoyo familiar. También fue docente.

En Alvear ella es sinónimo de solidaridad
En Alvear ella es sinónimo de solidaridad

María Luisa Salas de Vázquez, más conocida en Alvear como “Cholita”, nació para ayudar al prójimo. Desde muy pequeña aprendió que la mayor satisfacción que puede tener una persona es ayudar a otros. Hoy preside AMAF (Asociación de Mujeres para Ayuda a la Familia), una institución solidaria que brinda atención a más de 300 chicos.

Desde que era tan sólo una niña sus padres le enseñaron el valor de ayudar al otro. “En mi casa siempre había chicos, niños que no tenían dónde estar, entonces se alojaban en mi casa”, recuerda Chola con orgullo.

En esos días ella vivía en una finca de Jaime Prats (San Rafael), aunque su familia alquilaba una vivienda en General Alvear para que ella pudiera cursar el colegio primario “en la escuela Carlos María de Alvear, donde hacíamos muñecos de trapo para reunir donaciones”.

Luego llegó el momento de comenzar los estudios secundarios, aunque existía un gran inconveniente, “no había escuela en esa época y muchos se iban a hacer la secundaria afuera, pero a mí no me dejaban".

Ante tamaño problema surgió una gran solución, crear una escuela secundaria en General Alvear y fue así que “un grupo de padres se reunió y comenzó a gestionar para que se abriera el colegio tan ansiado.

Los más chicos hacíamos tortitas para juntar dinero para que ellos pudieran viajar a Buenos Aires a hacer las gestiones”, relata.  Fue así que un 17 de abril se abrió la escuela de Comercio, en donde Chola fue la primera en izar la bandera, pero no sólo esta anécdota la liga a este histórico colegio, entre esas paredes además de completar la secundaria fue preceptora, profesora y se jubiló allí mismo.

Estuve en todos los festejos por los aniversarios de la escuela de Comercio, porque a mí me encanta esa institución”, advierte.

Años después, cuando Chola ya estaba a punto de jubilarse y pensaba en qué hacer a partir de ese momento, la invitaron a una reunión en la Biblioteca Sarmiento.

Era el año 1988 y la Asociación de Mujeres en Apoyo a la Familia comenzaba a gestarse. “Fue un proyecto de la diputada María Inés Valencia. En esa época se podía ayudar mucho pero a través de asociaciones organizadas, por eso se propuso formar AMAF .

Al principio nos dedicábamos a ayudar a madres que lo necesitaban, hasta que un día citaron a diferentes instituciones para hacer tareas de contención en algunos sectores problemáticos.

Al principio manejamos un mini hogar, pero después llegamos a la conclusión de que íbamos a ayudar más al barrio con un jardín que con un hogar” y fue así que se comenzó a trabajar en la creación del primer jardín con el que contó esta asociación, el Pimpollito, ubicado en las cercanías de los barrios La Isla y Los Ranqueles, a cargo hoy de Susana Constanzo.

En esos primeros años la asociación tenía a su cargo tres docentes y cerca de sesenta chicos con diferentes problemáticas, pero AMAF también tenía problemas que enfrentar.

“Había meses en los que no llegaban los subsidios para la comida así que nos teníamos que arreglar como podíamos”, pero esos escollos se superaron gracias al amor que estas mujeres ponían en su tarea.

Por la demanda, un jardín dejó de ser suficiente. Se creó así el jardín de La Esquina, conducido actualmente por Patricia Bello y ubicado en el barrio El Caldén. Luego fue el turno del jardín Merceditas, cuyo director es Fernando Lucero del barrio San Carlos.

“El Merceditas surgió en épocas de crisis, allí se hacían ollas populares y yo iba a pelar papas. Vi que el edificio era muy grande pero estaba abandonado por lo que nosotras lo tomamos y lo remodelamos”.

Finalmente llegó el cuarto jardín, llamado El Ombú, que está ubicado en las cercanías de la Bodega Artola; Mónica Fernández es su directora y brinda asistencia a una gran porción de esa zona tan necesitada.

Pero Chola no se conforma y quiere hacer otro salón y “vamos a tratar de incluir también a chicos de secundaria para darles apoyo escolar, ya que los padres nos lo han pedido, y nuestro gran sueño para un futuro sería tener un jardín en el centro de la Ciudad”, dice. “En AMAF nos damos fuerzas entre todas”, remarca Chola Vázquez con una sonrisa que expresa su satisfacción.

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