En alta montaña, mucho por hacer

En alta montaña, mucho por hacer
En alta montaña, mucho por hacer

La situación en la Alta Montaña continúa siendo inestable y no nos referimos a lo meteorológico, sino al ansiado desarrollo que se pide para esa parte del territorio provincial, el cual  no llega nunca en forma definitiva.

Es un reclamo que comparten pobladores de la región, operadores turísticos y comerciantes en general.

Una noticia negativa para el área en cuestión es la que dio Los Andes en su edición del viernes 17, con referencia a la actual paralización de actividades del centro de esquí Penitentes, un punto clásico a la vera de la Ruta Nacional 7, y que permanece cerrado desde 2017, sin recibir visitantes en los edificios allí instalados y por ende sin que se haga uso de las telesillas durante el verano ni de ninguna otra parte del complejo. La misma ministra de Turismo, Mariana Juri, admitió que la idea es convertir a ese espacio en un centro integral de montaña, pero nada asegura que reanude sus prestaciones en el próximo invierno, y sí hay temores fundados de que se prolongue el actual estado de inmovilidad. Y si es así, todos pierden: el turismo mendocino, la provincia y los 250 propietarios de departamentos del enclave, que invierten para mantenerlos en servicio pero que en la actualidad no pueden darles utilidad económica.

Asimismo, es preocupante la merma en la generación de puestos de trabajo que esta situación significaría, ya que con una operación a pleno, no solo se expande la mano de obra en el propio complejo Penitentes sino que produce un nada despreciable incremento en las demás villas cordilleranas (Polvaredas, Puente del Inca y Las Cuevas).

Más arriba de este centro está otro bastión del abandono, la Hostería de Puente del Inca, otrora una excelente base para estar en plena cordillera, cerca de atractivos notables, como el Aconcagua,  hoy permanece cerrada.

En esa localidad, sede de la Compañía de Cazadores de Montaña 8 “Teniente Primero Ibáñez”, el reconocido Puente del Inca, patrimonio de la Humanidad por la Unesco, sigue sin poder ser visitado desde 2005 y pendiente de trabajos de reparación que proyectó un estudio científico del Conicet, que aún no se ejecuta y mientras persiste el peligro de fractura de esa estructura geobiológica que pide a gritos ser irrigada.

Al lado del límite con Chile, Las Cuevas no logra apuntalarse como un pueblo de frontera y la otrora hermosa villa sigue postergada en su desarrollo y carente de infraestructura, por lo que se encuentra escasamente habitada.

Haber logrado que Turismo de la Nación declarara a este lugar como uno de los “Pueblos Auténticos”, no impidió que en contra de la arquitectura y estética, se instalara (aunque necesarios) unos contenedores de chapa detrás de la plaza principal cuyo destino son baños públicos y mini terminal de micros.

El Plan Estratégico de Alta Montaña (PEAM), que fuera realizado en la gestión anterior, no reflejaría las reales necesidades y oportunidades y se explaya en cuestiones y proyectos inviables por su alto costo y dificultad de ser concretado rápida y eficientemente en el territorio.  Sería un momento oportuno para que desde la función rectora y de gestión del Emetur se realice una revisión del mismo, que tienda, -contemplando la crítica situación actual por todos conocida-, a priorizar acciones concretas y de inmediato retorno en la actividad económica de esa zona, la cual no cuenta con ningún tipo de beneficio respecto a los impuestos y altos costos de servicios e insumos.

Un empujón importante lo constituirá la ejecución del túnel Caracoles-Corredor Bioceánico, lo que permitirá agilizar el tránsito.

Sin embargo, esta obra deberá estar acompañada por doble vía al menos en los puntos críticos del corredor.

Pensado para atender el crecimiento del comercio internacional, el nuevo acceso vial desviará el flujo vehicular dejando liberado el Túnel Cristo Redentor, que se utiliza actualmente, para encarar otras reparaciones. Cuando ambos estén en funcionamiento, uno se utilizará para la ida y el otro para la vuelta, generando un sistema de doble túnel .

Entonces, es urgente promover la mejora de la infraestructura zonal, y la creación de servicios donde falten, para promover que se radiquen familias en  esa zona de frontera bastante despoblada actualmente, pero no para vivir “a la buena de Dios”, sino con la esperanza de acceder a cambios socio-económicos gratificantes y a una existencia digna.

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