Inflación e impuestos es, hoy por hoy, el cóctel más complejo de digerir para la vitivinicultura. A una variación de costos en insumos, que en parte fuerza su traslado al precio final del vino y se encamina a superar el 15% de pauta oficial, se suma una presión tributaria que ya representa casi el 58% de las ganancias de las bodegas y más del 45% en el sector primario para sumar algo más de $ 4.400 millones en aportes al fisco en el último año.
Extraídos de “Impacto de la Vitivinicultura en la Economía Argentina”, una radiografía de la actividad durante 2017 que elaboraron el Observatorio Vitivinícola Argentino, la Facultad de Ciencias Económicas de la UNCuyo y Acovi (Asociación de Cooperativas Vitivinícolas), los datos preocupan en momentos en que la atención está centrada en sostener, y mejorar, un consumo per cápita estacionado en 20 litros anuales.
Con la idea de sustentar nuevas políticas y pelear medidas a favor del sector, el análisis respaldado por Coviar resalta el hecho de que durante el último año la industria del vino generó valor agregado por $ 38.000 millones.
Pero, al mismo tiempo, pagó impuestos equivalentes a entre 12% (industria) y casi 20% (sector primario) de la facturación, porcentaje que aplicado a las ganancias crece notoriamente.
“Se plantearon 6 simulaciones con distintos escenarios para saber cuál sería el resultado de la explotación si no hubiera impuestos y cómo se “reparte” este monto entre pago de impuestos y excedente para el empresario.
O sea, qué parte del resultado puro va al “socio Estado”, una parte cada vez mayor, y cuánto queda en manos del empresario”, explicó el economista Alejandro Trapé, director de la carrera de Economía de la FCE y coautor del análisis realizado por última vez en el año 2010.
De hecho, a partir del “resultado puro” de la explotación (ingresos netos) la carga impositiva, en función de esas simulaciones, trepa al 57,7% para las bodegas (11,8% medida sobre los ingresos o la facturación). Y al 45,1% si se trata de las fincas (19,9% de los ingresos).
Llevadas a cifras concretas, la tasa ponderada para el sector primario representa más de $ 3.807 millones una vez deducidos los impuestos, sin grandes diferencias entre estructuras grandes y chicas.
Respecto a los gravámenes de mayor incidencia, para Trapé “normalmente IVA y Ganancias aparecen entre los tributos de más peso, aunque para esto se consideró también hasta 3% de Ingresos Brutos, dado que si bien se aplica tasa cero a veces no les es fácil acceder a las empresas. Con una rentabilidad deteriorada, la presión impositiva, que tiene componentes fijos que no cambian y otros porcentajes atados al nivel de actividad, se magnifica”.
La lista se engrosa con los tributos que recaen indirectamente a través insumos (impuestos a la compra de energía, combustibles) y también las cargas patronales, con el formulario 931, que desvela a los empresarios, a la cabeza.
Aunque sin ponderarse en la canasta, tampoco quedaron afuera los reintegros, en discusión por estos días. "Están contemplados como costo financiero, porque si se liquidan 8 meses después habrá que considerar al menos 15% de pérdida por la inflación en ese período", completó el economista.
Puesto en contexto de la industria manufacturera, en 2017, el Valor Agregado vitivinícola o la cantidad de pesos que genera la industria o aporta a la economía, de acuerdo al estudio, representó un 3%.
Radiografía 2017
24.121 viñedos
219.260 hectáreas cultivadas
18 provincias productoras
831 establecimientos elaboradores
385.000 puestos de trabajo
1.833.000 enoturistas/año
$ 4.401 millones en aporte impositivo del vino
1.173.716.200 litros elaborados
893.320.150 litros vendidos en el país
20,3 litros per cápita/año
$ 58.000 millones facturados
U$S 809,6 millones en exportación