Empresas y capitales se van, en una sangría interminable

Desde hace ya varias años, el abandono del país por parte de empresas extranjeras ha sido un fenómeno constante; a veces con ruido, otras en forma silenciosa. No ha habido preocupación del Gobierno por analizar las causas de estas decisiones y menos aún,

Empresas y capitales se van, en una sangría interminable

A las empresas que se van debe agregarse el también ya muy antiguo hecho de la salida de capitales de argentinos, sea por la remisión de dólares a lugares más seguros o por el atesoramiento que saca esos fondos del sistema económico.

En los últimos años ha sido importante la inversión inmobiliaria de argentinos en Miami, como lo era desde mucho antes en Punta del Este.

Las datos oficiales estiman los fondos de argentinos fuera del país en el orden de los 200.000 millones de dólares; especialistas privados duplican esta cifra.

Hay otros dos fenómenos de salida de capital. Uno, la buena cantidad y calidad de productores agropecuarios que, luego del conflicto de 2008, comenzaron a realizar inversiones y producir en Uruguay, Paraguay y en algunos casos en Bolivia.

En temporada pasada en Uruguay se dijo que la mitad de la superficie cultivada con trigo la habían hecho empresarios argentinos. En esos países no hay retenciones a las exportaciones y la carga impositiva es más baja; los beneficios obtenidos corresponden al que produce, no al Estado.

Empresarios que llevaron a esos países el paquete tecnológico de producción más avanzado del mundo; los países receptores, agradecidos.

No está mal recordar que en algún momento el presidente del Uruguay, con su habitual franqueza, dijo que nadie había ayudado más a la actividad agropecuaria de su país que el gobierno de los Kirchner.

La otra salida es de capital humano, con altibajos, ya que en algunas épocas de crisis ha sido más importante que ahora. Pero seguramente se cuentan por muchos miles los jóvenes con talento, capacidad y ambiciones que buscan mejores horizontes en otros lugares del mundo.

Estos cuatro fenómenos constituyen una sangría, a veces ignorada en su importancia por muchos, pero es evidente que conforman un serio proceso de debilitamiento de la sociedad.

El común denominador de este proceso, que implica a empresas y personas, son las condiciones desfavorables para desarrollar sus actividades en el país.

En el caso de las empresas extranjeras se señala el difícil entorno macroeconómico y de negocios que tornan inviable las operaciones. El agobiante sistema de regulaciones, el cepo cambiario que impide importar los insumos y bienes de capital necesarios, al igual que la remisión de utilidades a las casas matrices.

La inflación cada vez más alta, el atraso cambiario, salarios que subieron muy por encima de la productividad laboral, controles y fijación de precios,  terminan reflejados en la generalizada pérdida de competitividad de las empresas.

Las empresas no dejan de mencionar la debilidad de la seguridad jurídica, siempre pendiente de medidas discrecionales y cambiantes del Gobierno y una Justicia no siempre independiente.

La falta de seguridad jurídica y garantías de los derechos de propiedad explican la fuga de capitales. En una sociedad donde quienes ahorraron fueron expropiados o confiscados varias veces en pocas décadas, no puede ocurrir otra cosa.

El proceso de salida de las empresas comenzó por aquellas que habían participado en las privatizaciones de servicios públicos, como el caso de Obras Sanitarias en nuestra provincia.

La violación de los contratos por parte del Estado puso a las empresas en situación de quiebra, obligándolas a vender por centavos lo que habían comprado caro.

En buena parte de estos casos de ventas forzadas los "compradores de ocasión" han sido empresarios amigos del Gobierno. Los fallos del Ciadi contra Argentina son una muestra elocuente de las medidas arbitrarias.

El resultado final es siempre el mismo: los que pueden se van, empresas y personas; del otro lado nadie quiere venir, salvo algunos aventureros dispuestos a asumir alto riesgo comprando muy barato. Mientras, la sangría sigue y ya lleva muchos años.

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