Hace unos cinco años, en el barrio San Martín no había ningún proveedor de Internet. Como Miguel Gutiérrez (33) nació y ha vivido siempre en la zona, y además estudió Redes y Telecomunicaciones, decidió iniciar un emprendimiento para ofrecer el servicio.
Hoy, brinda conexión a vecinos de este conglomerado y otros cercanos, como el Flores, Olivares, La Favorita y 8 de abril.
Miguel explica que la empresa de telefonía decía que no había más líneas disponibles, aunque estima que en parte la decisión de no llevar la conexión de Internet se debía a que querían cuidar a sus operarios de la posibilidad de un robo; algo que solía ocurrir entonces, aunque resalta que ahora el barrio está mucho más tranquilo.
Él, en cambio, contaba con la ventaja de que muchas personas lo conocían, por lo que lo dejaban trabajar con tranquilidad.
Luego fue sólo cuestión de que el boca en boca comenzara a hacer lo suyo y así ha ido logrando clientes, si bien reconoce que varios se mantienen por un par de meses y se desconectan, y tiene un porcentaje importante de morosos.
Miguel Gutiérrez nació en el barrio Flores, cuando era un asentamiento, y en poco tiempo sus padres pudieron comprar una casa en el barrio San Martín.
El joven empezó a estudiar Ingeniería en Sistemas en la UTN, pero a los 21 años tuvo que dejar porque Natalia, su esposa, quedó embarazada de la primera nena de sus tres hijos.
En un primer momento tomó el primer empleo que consiguió, en una empresa fraccionadora de té. Pero después, con ayuda de la familia, abrió un cíber y locutorio en el living de la casa.
“La gente del barrio se iba caminando a calle Lavalle”, señala y agrega que era la época del boom de este tipo de negocios, que se extinguió rápido en el centro pero duró más en esa zona porque no muchos lograban acceder a una computadora.
“Hacían cola hasta afuera de la casa para entrar”, recuerda con una sonrisa, porque el cíber le permitió tener un ingreso y porque muchos chicos iban a jugar -o a investigar para hacer sus tareas- en lugar de estar en la calle, lo que era importante en ese sitio. Cuenta que como muchos de los clientes eran amigos y conocidos, a veces los dejaba quedarse jugando toda la noche.
Cuando el negocio fue rentable, optó por retomar sus estudios, aunque buscó una carrera más corta porque ya tenía una familia. Por eso eligió Redes y Telecomunicaciones en el ITU. Al momento de realizar sus prácticas profesionalizantes, ingresó a una empresa de televisión por cable que también es proveedora de Internet.
Sin embargo, un tiempo después empezó a pensar en ofrecer el servicio en su barrio, con un sistema de microondas, que hoy llega a otros también considerados históricamente como “zona roja”.
Tiene un pequeño vehículo para realizar las conexiones y una persona que lo ayuda en la tarea. “Nos han llamado de muchos lugares, como Ugarteche o Los Corralitos”, cuenta Natalia, quien se encarga de la cobranza y ha comenzado a cursar el profesorado en Educación.
Miguel comenta que su ocupación actual le permite estar más en casa, con su familia, y que quiere expandir el negocio y llevarlo, una vez que consiga la licencia, a otras zonas donde no haya Internet o sólo hay un proveedor. Indicó que su servicio no requiere conectarse a otro, como teléfono, televisión por cable o satelital.
Los Andes conoció la historia de Miguel y Natalia a través del blog de Guillermo Mosso, quien fue candidato a diputado en las últimas elecciones y recorrió el B° San Martín durante su campaña.
