Jujuy se prepara para celebrar la ceremonia en honor a la Madre Tierra

Mañana se inician los festejos. Comunidades indígenas y la población en general veneran y piden bendiciones a la Pachamama durante agosto.

Jujuy se prepara para celebrar la ceremonia en honor a la Madre Tierra

Entre agradecimientos y peticiones, comunidades indígenas y la población jujeña en general realizarán, desde mañana y como cada año, las honras a la Pachamama (Madre Tierra), sentido ritual de herencia andina que se reedita a partir del 1 de agosto y tiene lugar durante todo el mes.

El perfume de sahumerios e inciensos, la acción de dar de comer a la Madre Tierra y la entonación de coplas son las principales características de esta veneración, considerada como una de las más antiguas de América del Sur y que hermana a pobladores y visitantes.

Uno de los rituales más representativos es el que se celebra en Posta de Hornillo, paraje de la Quebrada de Humahuaca, unos 73 kilómetros al norte de San Salvador, donde funciona un museo que alberga vestigios de las guerras independentistas.

Allí, la ceremonia está prevista a partir de las 10.30, con la participación de toda la gente del pueblo, invitados especiales, y autoridades nacionales, provinciales y municipales, señaló Armando Cañizares, encargado del lugar.

El rito comenzará, como lo marca la tradición, con la sahumada del lugar, en este caso del museo, que cuenta con unas 15 salas y cuatro patios llenos de historia.

Luego, aproximadamente a las 11, todos los presentes se trasladarán al pozo ubicado en las afueras del museo y al pie de un árbol de más de 400 años, preparado y adornado especialmente para la ocasión, donde se le dará de comer a la Madre Tierra.

Tal como si fuera la boca de la Pachamama, en el hoyo se arrojarán bebidas y comidas típicas, como picantes de mote, tamales, empandas y guiso de quinoa, entre otros platos.

"Tradicionalmente, se eligen a unas 10 parejas para que hagan el ritual, como ser las máximas autoridades y los principales representantes de los pueblos, además de visitantes que lleguen a participar", detalló Cañizares sobre el acto de mayor compromiso y entrega.

"Esta es una ceremonia que venimos rescatando de nuestros ancestros, quienes la realizaban para pedir prosperidad, que le vaya bien en la cosecha, que gocen de salud.

Pretendemos no sólo conservarla, sino también mostrarla y difundirla para que todos participen", finalizó Cañizares. Luego de la mencionada ceremonia ritual, las actividades de mañana concluirán un almuerzo comunitario, al que estarán invitados todos los presentes.

Para los pueblos indígenas que habitan en Perú, Bolivia y el noroeste argentino, la Madre Tierra es la deidad máxima y la más popular de las creencias mitológicas que sobrevivió a la evangelización.

En Jujuy, sobre todo los pobladores que viven entre cerros y profesan intensamente la fe católica, mantienen la veneración a la Pachamama, como siglos atrás lo hacían sus antecesores.

Muchas son las ceremonias en su honor, como cuando comienza la siembra y la cosecha o en las marcadas y señaladas de la hacienda, pero el homenaje principal se observa durante agosto, especialmente el primer día del mes.

El ritual comienza con el sahumerio de la vivienda, sus habitantes y las visitas, mientras la basura juntada en las esquinas hace de base a la humareda que se complementa con coa y pupusa, dos plantas aromáticas típicas del noroeste.

Al mediodía se realiza el "convido", momento en el cual se alimenta a la Madre Tierra, para lo que se hace un pozo en la tierra, donde se coloca el sahumerio y la chicha, bebida alcohólica típica y muy popular en la región.

Los lugareños se arrodillan en parejas frente al pozo para pedirle perdón a la Tierra, le agradecen y rezan, para luego depositar comidas criollas, hojas de coca, bebidas y otras ofrendas con el fin de nutrir el agradecimiento y el pedido.

La ceremonia concluye al tapar al pozo con una piedra blanca y otras que forman un montículo que se conoce como "apacheta", sobre la cual se arrojan flores, y es la marca que identifica al lugar para volver el próximo año a agradecer y pedir por otro período de prosperidad para la comunidad.

La Madre Tierra también recibe cigarros encendidos que se prenden al final de la ceremonia y se dejan en la apacheta, entre otros matices, según el lugar donde se realice, pero el sentido fundamental es siempre agradecer a la Tierra por todo lo bueno que brinda e invocar su ayuda para el resto del año.

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