Por Rodolfo Cavagnaro - Especial para Los Andes
Cuando uno lee con detenimiento los datos fríos de la economía argentina se da cuenta de que hoy se cuenta con una magnitud de recursos con la que no se disponía al asumir este gobierno. Sin embargo, cuesta que la economía arranque porque parece que la mayoría sigue viviendo en base a los instintos desarrollados en el pasado. Pero ese instinto no sirve para condiciones nuevas y muchos pierden muchas oportunidades y así el sistema se complica.
Hoy las reservas superan los 53.000 millones de dólares, de los cuales hay unos 24.000 millones que corresponden a depósitos de los bancos, que no los pueden prestar. Las empresas temen endeudarse en dólares porque temen una devaluación, pero invierten en pesos porque, a pesar que las tasas son menores a la inflación, son mucho más altas que la devaluación esperada del peso. Parece un contrasentido pero muestra el nivel de desconcierto que genera el nuevo sistema.
Los datos oficiales muestran una reactivación en actividades como la construcción, las ventas de autos, una disminución del desempleo. A pesar que podrían implicar datos positivos, la gente reacciona sobre otros indicadores.
El plan Precios Transparentes ha producido, aparentemente, un parate en las ventas de electrónica e indumentaria. A pesar que siguen los planes oficiales ahora 12 y Ahora 18, el solo hecho de haber hecho explícito el costo financiero de los planes en cuotas acobardó a muchos, que preferían la mentira de las “cuotas sin intereses”.
No obstante, hay algunas señales de mayor racionalidad. Los bancos también tienen muchos pesos y están ofreciendo préstamos personales con tasas más bajas que las de las tarjetas de crédito. Muchas personas, al advertir el tema de los costos financieros, están optando por sacar estos préstamos. En algunos casos, para cancelar las deudas contraídas con tarjetas. En otros casos, para hacer compras planificadas y presionar precios a la baja pagando al contado.
Los mismos bancos ahora se quejan, pero ganaron mucha plata ocultando los costos financieros. Hoy, los que pueden, compran al contado y no se endeudan en cuotas. Tanto es así que las empresas emisoras de tarjetas confirman que en marzo han aumentado las operaciones, aunque la mayoría se inclina por comprar al contado, precio que los comerciantes no bajaron en la medida que lo deberían haber hecho.
Si la gente sigue sin comprar tendrán que bajar precios o cerrar. Por lo pronto, por la caída de ventas financiadas, los bancos han perdido en un mes más de 1.000 millones de pesos en intereses y por eso se quejan.
Siempre que aumenta la tasa de ahorro baja el nivel de consumo. Alguna vez, un funcionario kirchnerista (Capitanich) dijo que los que ahorraban no eran patriotas, transformando lo que siempre ha sido una virtud, en un demérito. Argentina tiene aún una baja tasa de ahorro, aunque muchos prefieren seguir haciéndolo en dólares.
Todo esto muestra que aún no se ha conseguido recrear la confianza. El plan gradualista del gobierno le está jugando en contra ya que, al hacer pequeños aumentos cada tres meses, lo único que genera es un malestar que no termina nunca. Claro, si se aplicara un ajuste fuerte también habría bronca. Una sociedad acostumbrada al subsidio lo necesita como quien depende de una droga.
El gobierno no ha sabido capitalizar las buenas decisiones que se tomaron en el primer año. Ya todos se olvidaron de las modificaciones del impuesto a las ganancias, del pago de los juicios a los jubilados, de los aumentos y ampliación de las prestaciones sociales y hoy recibe críticas por hechos mínimos, como alguna expresión presidencial o algún error de funcionarios.
La confianza es algo que se construye con señales positivas, perceptibles por la población. No son promesas, por más que se cumplan, sino hechos reales. Para las personas, los hechos reales son aumentos de precios y aumentos de tarifas con salarios que ya quedaron atrasados.
Economía y confianza
La base de la economía libre es la confianza. Cuando la economía no es libre no hay nada de confianza y, aunque todo esté prohibido, las personas buscan formas de actuar libremente y eso hace nacer los mercados informales o “negros”.
La confianza es la base de los contratos tácitos en una sociedad y el más reconocido es de la moneda. El papel moneda es sólo papel impreso o metales acuñados en monedas. Papeles y monedas y tiene un valor impreso con el respaldo del Banco Central y todos confían en ese valor impreso y hacer transacciones basados en la confianza, lo que hace que ese papel impreso se transforme en moneda y, al circular, permita el movimiento de la economía.
Una señal de cómo está la confianza la marcan los indicadores de la inflación. El Banco Central fijó una meta del 17% para todo el año, pero en el primer trimestre se habría acumulado un 6%. Si se hiciera una proyección lineal, se podría decir que terminaría en un 24%. Los analistas especializados que semanalmente le hacen llegar sus proyecciones al BCRA calculan un 21% basado en que no habrá nuevos aumentos tarifarios y por ello no sería correcto hacer proyecciones lineales
Pero la Universidad Di Tella hace un relevamiento de expectativas de los consumidores y éste ha marcado, por segundo mes consecutivo, un 31,3% de expectativa. Este dato es extensible no sólo a consumidores sino a comerciantes y pequeños empresarios que no pueden contar con asesores especializados y se mueven instintivamente
Esta diferencia entre lo que calculan las autoridades y lo que creen los consumidores (casi el doble) marca los niveles de desconfianza.
Esta brecha es la que hace que los empresarios argentinos en lugar de invertir pidan protección o que devalúen. Nunca están dispuestos a invertir en su negocio para hacerlo más rentable, para que sus productos o servicios sean más competitivos. El problema es que si aumentan precios se quedan fuera de mercado.
El de la confianza es un tema que no debe soslayarse. Reitero, es la base del desarrollo de una economía y es función de los gobiernos dar señales claras y tomar decisiones correctas y bien explicitadas para que todos comprendan las reglas de juego. En un juego nuevo, si las reglas no están bien explicadas, muchos se paralizan o piden volver al juego anterior, que era al que estaban acostumbrados, como pasa con las ventas en cuotas.
La confianza se puede perder en un minuto, pero ganarla requiere tiempo, seriedad y coherencia. Éste es el gran desafío del gobierno.