El tango “Vuelvo al sur” le cabe bien por estos días a Emilio Solla. Después de su nominación a los premios Grammy 2015 por su disco “Second Half”, las puertas se le abrieron de par en par, e hizo realidad su anhelo de tocar su obra en Mendoza, su provincia natal.
“El nivel de quilombo entre Buenos Aires y Nueva York es igual, incluso hay mas quilombo acá pero estoy corriendo más que allá”, dice el pianista y compositor mendocino desde un bar porteño, horas previas a encarar la ruta para llegar nuevamente a nuestra provincia.
Y con esa mezcla sonora que viaja del jazz, al tango, pasando por el folclore y la música orquestal con total soltura, Emilio Solla vive un gran presente luego de 30 años de carrera. Ese mix conquistó al público de jazz en el norte, y la nominación de su séptimo disco a Mejor Álbum de Jazz Latino, que grabó junto a su banda La Inestable de Brooklyn, le brindó el reconocimiento internacional.
-Después de mucho tiempo, se te dio la posibilidad de venir a tocar a Mendoza...
-La verdad que sí, porque nunca toqué mi música en Mendoza. Estuve algunas veces cuando vivía en Buenos Aires, en gira con Miguel Cantilo y otros artistas, y hace años que no voy. Tengo unas ganas de tocar mi música y con músicos de allá. Antes me voy a General Alvear por un tema familiar.
Entre conciertos, clases y reuniones familiares (aprovecha el viaje para celebrar los 90 años de su madre), el músico se presentará mañana domingo en el espacio Le Parc. Rodrigo Cáceres, Germán Montenegro y Lucas Luccheti son el grupo de músicos locales que eligió para tocar en cuarteto parte de su repertorio, y se animará a cantar un tema dedicado a Mendoza.
-¿Cómo definís a tu música?
-Creo que es una música, que curiosamente a los argentinos nos pasa que es más cercana, y que a los de afuera les interesa porque es una mezcla con el jazz, con la música clásica. Sobre todo este disco que tiene un ensamble más grande. Eso me permite jugar con los temas de orquestación y escritura, y menos improvisación jazzística. Eso gusta porque hay una intuición de una música folklórica de algún lado, y la música argentina tiene algo muy fuerte emocional, sobre todo el tango, la nostalgia.
También el folclore del noroeste expresivamente que lo utilizo mucho. En cuanto a la definición usamos el tango jazz por poner una etiqueta, pero las etiquetas son discutibles. Para mí es una música muy argentina basada en los dos lenguajes fuertes que son el tango y el folclore, y ahí tocan muchos puntos que tienen que ver con mi formación clásica, y el interés por el jazz y la improvisación.
-¿Todo ese bagaje musical es producto de los kilómetros recorridos?
-Sí. Cuanto uno más viaja tenés mas inspiraciones. Toqué muchos años en Europa, con músicos de distintos países. Y eso te nutre y te expande el horizonte. Uno se empieza a expandir, y en un punto no te preguntas de donde es una cosa u otra. El acto creativo tiene que estar por encima de uno, y tratar que la música hable por sí misma.
Mendoza, Buenos Aires, Barcelona, Nueva York son parte de su mapamundi que transitó en cada etapa de su vida. Hoy elige el frenesí de la gran Manzana, motivado por las posibilidades que tiene para desarrollar su carrera. “Si parás te come el león. Además Nueva York te empuja a eso, entonces uno se entusiasma y algo que se realimenta. No me veo viviendo ahí siempre, porque es muy intenso y no parás nunca”.
-¿Tenés algún lugar en el mundo?
-Creo que mi lugar en el mundo hoy está en Barcelona. Es donde me he sentido más cuidado, cómodo y tranquilo. Yo me crié mucho en Buenos Aires, y tengo esa impronta rabiosa de la ciudad, ese pulso bestial. Y cuando llegué a Barcelona sentí que estaba en un lugar culturalmente interesante y que se podía vivir un poco más tranquilo.
Por ahí pienso que si me quedo en Mendoza, no tengo la oportunidad de tocar con gente de todo el mundo, que es lo que me está pasando en Nueva York. A nivel personal me siento menos cómodo, no tengo nada que ver con su vida, pero por otro lado tengo la oportunidad de compartir con artistas de un calibre gigante todo el tiempo. Es una meca de la música creativa. Pero me veo de acá a diez años viviendo en Barcelona.
-Tu concierto en Mendoza será con músicos locales...
-Creo que es interesante armar esa experiencia. Mi plan es volver a enseñar cada tanto, compartir lo que uno aprendió, tanto adentro y afuera de la escuela. Me gustaría compartir en este momento de mi carrera con los músicos de allí lo que aprendí, tanto a nivel docente como artístico. Tengo ganas de volver a tocar con un proyecto para orquesta sinfónica y piano. Y por una cuestión de logística no puedo viajar con la banda, entonces es interesante compartir con los músicos de allá.
-La nominación a los Grammy te abrió puertas en todo el mundo, ¿qué significa para vos ese reconocimiento?
-Sí, es un abre puertas muy bueno, y ayuda mucho profesionalmente. Es una satisfacción personal, un brillo que te queda en el corazón: hay gente que te escucha y te elige por algo. Sobre todo por la categoría del jazz, donde no pesa el tema de las discográficas, y no hay una cuestión comercial. Y sirve para que tu música se proyecte, y se den conciertos, que te compren el disco por Internet.
-¿En qué otros proyectos estás trabajando?
-Estoy armando dos discos. El primero es un disco de tango mas tradicional, con un cuarteto de Nueva York que se llama New York tango cuarte. Y vamos hacer una revisión de tango bailables, música de Troilo, Pugliese y canciones mías. Un disco de tango tradicional muy distinto para mí, porque me meto en el lenguaje antes de Piazzolla.
Y el otro proyecto que tengo es una big bang jazz, también con tango y posiblemente con bandoneón, que calculo se va a llamar La Big Tang, como jugando con las palabras. Además de la obra sinfónica, la suite Piazzollana, que es uno de los temas que tengo en este disco. Una versión para trío y orquesta sinfónica, que la quiero traer a la Argentina.
La ficha
Emilio Solla en Mendoza
Con: Rodrigo Cáceres,Germán Montenegro y Lucas Luccheti.
Día y hora: mañana a las 21.
Lugar: sala Violenta, Espacio Le Parc (Mitre y Godoy Cruz, Guaymallén).
Entradas: $100