Después de su desembarco en las salas comerciales, la ópera prima de Emiliano Torres "El invierno" se suma esta semana a la cartelera del Cine Universidad, aunque en esta reposición viene acompañada con la llegada del mismo director y guionista como invitado especial de la producción del festival audiovisual Graba, luego de la presencia de Lucrecia Martel el fin de semana pasado.
Por un lado, esta noche presentará su película en persona en la función de las 20 y a las 22 realizará una charla con entrada libre y gratuita sobre "Escritura de guión, estética de la imagen y actuación en cine".
Su filme, premiado en los festivales de San Sebastián (Premio Especial del Jurado y Mejor Fotografía) y Biarritz, narra la historia de un capataz de una lejana estancia dedicadas a esquirlar a las ovejas de la Patagonia, que un día es reemplazado por un peón más joven y que la llegada del fuerte invierno los pondrá a ambos a prueba con sus nuevas experiencias.
Junto con el viejo Evans (Alejandro Sieveking) y el recién llegado Jara (Cristian Salguero), se suma como protagonista el mismo paisaje desolado y solitario de la Patagonia.
Sobre la inspiración del relato, los temas y su recepción, Emiliano nos acerca sus impresiones.
- ¿Cuáles fueron las fuentes de inspiración para la historia de "El invierno"?
Emiliano Torres: En realidad, más que partir de temas y de personajes reales, la base fue una experiencia personal. Hace unos cuatro años atrás quedé atrapado en una tormenta de nieve en la Patagonia y busqué refugio en la casa del único capataz que tenía su tranquera abierta y ese día que pasé junto a él conversando sobre caballos, perros esperando a que pase la tormenta seguramente fue el puntapié inicial para comenzar a escribir el guión.
Esta fue la base para desarrollar temas como el desarraigo, la soledad y el aislamiento. Por supuesto, esto cruzado con la realidad de los trabajadores golondrinas y con mi interés por reflexionar sobre la relación del hombre con la naturaleza. Esto fue dándole cuerpo al relato.
Escribo largos y detallados guiones. Obsesivos por momentos. Me gusta que me dejen llevar. Dejo que me sorprendan.
- ¿Tienen algo en común con tu vida Evans y Jara?
- Creo que todos de algún modo tenemos un punto en común con ellos. No hace falta irse al último rincón de la Patagonia para experimentar la soledad o el desarraigo. A veces en la ciudad están los mismos sentimientos crueles.
Pero creo que me acerco a esos personajes rurales desde que comencé a trabajar como asistente de dirección hace veinte años en Argentina y en Europa y tiene que ver con las experiencias fuertes durante los rodajes.
A veces, en lugares en el medio de la nada, vas conociendo a gente que de algún modo se repiten, buscando trabajos que les permitan sobrevivir, como los que encontré en África, también en Colombia y en Argentina.
Son temáticas emparentadas al mundo del trabajo que siempre han estado cerca mío desde que comencé a trabajar en el cine.
- ¿De qué va a ser la charla planteada para hoy?
- Para mí la charla abierta es un intercambio. Y si se quiere también puede llegar a convertirse en un debate más que un monólogo mío. Lo que más me gusta es intercambiar opiniones, experiencias e inquietudes.
Y a partir de allí ir encontrando así el desarrollo de la charla. Me interesa abordar el cine desde diversos lugares, desde los aspectos más técnicos hasta lo que tiene que ver con la experiencia de vida en mi manera de ver el cine son para mí las definitorias.
Me gustaría orientar la charla en la creatividad, en la adaptación, la improvisación.
- ¿Cómo interpretó "El invierno" un público europeo?
- La película fue muy bien recibida allí en los festivales. Si bien es netamente argentina, plantea de todas maneras cuestiones muy universales. Los conflictos desarrollados tienen cien años y seguro seguirán existiendo en cien años más.
Son conflictos primarios, sobre el trabajo, la casa, sobre la necesidad de una vida digna. Es el principio de todos los conflictos: encontrar un lugar y un trabajo para vivir.
Por eso creo que ha sido muy bien recibida en el exterior. Además, tiene que ver con que se sitúa en la Patagonia, que tanto para el extranjero, aunque en mayor medida para los mismos argentinos, ha permanecido bastante oculto; hablo de exponer el trabajo rural, que va más allá del paisaje de bosques y pingüinos, es un paisaje que está hecho de hielo, barro y perros.
Ese aspecto del ambiente rural más duro y menos vinculado a las postales típicas de la Patagonia.
- ¿Te sorprendió que fuera tan bien recibida?
- Sí. La película fue vista en funciones con más de 1700 butacas llenas en San Sebastián y alrededor de 1500 en Biarritz. La vieron más de 5 mil personas en España y Francia durante los dos festivales.
Así que más allá de los premios, de los buenos comentarios, el público se acercó masivamente a las salas y para mí me resultó muy emocionante la interpretación de los europeos sobre la película.