Emiliano Flores, el joven de Tupungato que sacrificó sus ahorros para ayudar a 50 familias

Gastó los $12.000 que ahorraba para comprarse una moto, al ver las necesidades de sus vecinos. Entrega bolsones de comida y ropa.

Emiliano Flores, el joven de Tupungato que sacrificó sus ahorros para ayudar a 50 familias
Emiliano Flores, el joven de Tupungato que sacrificó sus ahorros para ayudar a 50 familias

A sus cortos 21 años Emiliano Flores, de Tupungato, tiene clara una cosa: sus ganas por comprarse una moto pueden esperar, pero el hambre de los niños de su departamento no. Por eso no dudó ni un segundo en invertir los $12.000 que tenía ahorrado para el vehículo, en mercadería para armar bolsones y repartir en los barrios más carenciados de su departamento. Hasta el momento ha llegado a más de 50 familias, pero con la colaboración de otros voluntarios, piensa seguir su cruzada solidaria, por lo menos hasta que termine la pandemia.

La idea del joven surgió luego de haber pasado por un loteo en Villa Bastías, donde muchas familias viven en condiciones precarias. Dos semanas después, la sencilla casa que comparte con sus papás, su hermano, su hermana, su cuñado y su sobrinita, luce repleta de ropa para donar, cajones de verduras y bolsitas preparadas con alimentos no perecederos que tiene previsto seguir entregando.

Mirar al otro

Un domingo mientras almorzaba, Emiliano compartió con su familia su preocupación por quienes no tienen para comer. Inmediatamente después le pidió a su papá los ahorros que le guardaba y que había conseguido con gran esfuerzo gracias a su trabajo como ayudante de mecánico dental. "Ese mismo lunes fui al mayorista, me puse a mirar precios y a sacar cuentas. Pensaba en gastar $3.000 para ayudar a las familias", recordó. Así llegó a su hogar con varios bolsones de fideos, azúcar, lentejas y té.


Gratitud. El joven está agradecido por el amor que ha recibido. | José Gutiérrez / Los Andes
Gratitud. El joven está agradecido por el amor que ha recibido. | José Gutiérrez / Los Andes

Con estos productos armó paquetes y se los llevó a las familias de esa zona de Villa Bastías. "Pero empezó a salir más gente y me preguntaban cuándo iba a volver y me dio cosa decirles que no tenía. Me sentí obligado a comprar más cosas y volver a salir para allá", aseguró.

Así pudo confeccionar más paquetes y hasta compró algunos dulces para compartir con los pequeños. "Me gasté todo lo que me quedaba. Era para una moto y me duró poco. Tal vez la moto me la compro a fin  del año que viene, pero el hambre... Por ahí no nos aguante el hambre", reflexionó con notable madurez en una charla con Los Andes.

Esta inversión también le permitió a Emiliano llegar a otros barrios humildes del departamento ,como Costa Canal y el barrio Progreso. "La necesidad es muy grande por eso lo conté en Facebook, no para que fuera viral", remarcó. Desde entonces su teléfono no paró de sonar, tanto con personas que le solicitan lo que reparte, como aquellos que están dispuestos a colaborar para que pueda continuar con su desinteresado gesto. "Mucha gente quiere donarme ropa y mercadería. Hasta me quieren dar una silla de ruedas, pero está en Capital y con la cuarentena se hace difícil circular", reconoció.

En sus recorridas por estos barrios lo que más lo reconforta es el cariño que le dan los niños. "Me han dado mucho amor; me tratan como si me conocieran de toda la vida", contó Emiliano. Además se ha cruzado con un centenar de historias dolorosas y de pobreza acrecentada por la imposibilidad de trabajar por la cuarentena. "Una mujer me dijo que había tocado fondo y que realmente no tenía nada. Me emocionó mucho cómo me agradeció", rememoró.

De tal palo...

Si bien la iniciativa de Emiliano surgió desde lo más profundo de su corazón, estuvo inspirada en el ejemplo de su papá Zacarías. "Él siempre ha tratado de ayudar. No somos una familia rica, pero venimos de abajo; sabemos lo que es pasar necesidades", aseguró el joven.

Su papá es mecánico dental y colabora de forma constante con las prótesis que necesitan los alojados en el asilo de ancianos del departamento. "Son valores que él me enseñó y nos va bien porque Dios nos bendice y nos da el doble", manifestó convencido, a la vez que comentó que tiene previsto seguir la misma profesión.

Tal es la influencia del padre de la familia Flores que el hermano menor de Emiliano, quien tiene 15 años, también invirtió sus ahorros en la iniciativa solidaria. "Un día fue y compró 10 kilos de azúcar porque él también quería ayudar", narró Emiliano.

A su lado, Zacarías no podía evitar las lágrimas de emoción al referirse a su hijo, a quien apoda 'Nanito'. "Hay tantas cosas que se puede hacer en la vida y él quiso ayudar. La verdad es que me sorprendió", reconoció el papá. El gesto de su hijo inevitablemente lo puso orgulloso y junto con su mamá, Edith, y sus hermanos se abocaron a ayudarlo. "Si bien nosotros no tenemos mucho, hay otros que están peor. Y le doy gracias a Dios porque mis hijos saben dar lo que tienen a los demás", sintetizó.

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