Elvira Calle: militante, trabajadora social, inquieta

La nieta del fundador de Los Andes, Adolfo Calle, se destacó en épocas en que no era habitual la participación femenina en política.

Elvira Calle: militante, trabajadora social, inquieta
Elvira Calle: militante, trabajadora social, inquieta

Había rendido libre las materias y a los 15 años ya era bachiller. En su casa se aburría, por eso aún siendo adolescente se escapaba y, a escondidas, comenzó a trabajar en una farmacia. "No me hacía falta porque tenía todo, pero no podía estar sin hacer nada", decía Elvira Calle en medio de una entrevista en la que, luego de cada respuesta, hablaba de un proyecto futuro, incluso cuando ya había superado los 90 años. "Yo puedo hacer de todo menos quedarme quieta. Puedo tejer, hacer sociología, ir a las reuniones de directorio o trabajar en la Academia de Ciencias. Hasta me dediqué a hacer casas", enumeró en aquella nota que fue rescatada con ocasión de su fallecimiento en febrero de 2007.

Hace once años, Los Andes destacaba una vez más el perfil de quien fuera la presidenta del directorio de este medio centenario.

A la nieta del fundador de Los Andes le gustaba hacerse sentir, provocar, cambiar las cosas. Se metió en política cuando para las mujeres era difícil y había que romper esquemas. Venía de una cuna liberal y tenía un esposo conservador, pero ella defendió sus convicciones y siempre estuvo unida al radicalismo. Viajó por todo el mundo, pero no como un turista convencional. "A mí me gusta meterme en los lugares, conocer sus culturas de verdad, no quedarme en un hotel", decía.

Para trabajar era igual. "Yo hice sociología con la vida, trabajé muchos años en el barrio San Martín y en otros lugares de extrema pobreza. No se puede estudiar sociología encerrada en una casa", confesó la mujer en una entrevista realizada por Rodolfo Braceli en 1999.

Cuando le llegó la convocatoria para trabajar en la Meca de la Sociología -La Sorbona de París-, con la misma convicción dijo no: "Me pidieron que me hiciera cargo del diario y lo hice. No me arrepiento, aunque me hubiera gustado. El diario es parte de mi vida y lo que siempre he dicho es que tiene que ser un bien para la sociedad, la gente tiene que poder expresarse por el diario. No se puede dejar de contar las injusticias. Hay que educar a la población. Esa es la misión que tiene Los Andes".

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