El
seleccionado argentino de fútbol
podría asegurarse mañana sin jugar el repechaje para clasificar al Mundial de Brasil 2014,
si Venezuela no le gana a Chile
, en Santiago, y si
Uruguay no derrota a Perú
, en Lima, en sendos cotejos de la 15ta. jornada de las Eliminatorias Sudamericanas.
Argentina, que tendrá fecha libre, lidera el torneo con 26 puntos sobre 39 posibles (un 66,6 por ciento de efectividad); mientras que Venezuela tiene 16, igual cantidad que Uruguay (ambos comparten hoy el quinto puesto, es decir el que permite jugar el repechaje), y Perú ostenta 14 unidades.
Es decir que con una combinación de resultados podría permitirle al conjunto que dirige Alejandro Sabella asegurarse ese quinto lugar. Es decir el repechaje para Brasil 2014.
Los números, lo más frío, pero no menos importante en el fútbol, marcan que el trabajo del técnico, de 58 años, fue muy bueno, ya que ganó siete partidos (cinco de local y dos de visitante), empató cuatro (dos en el estadio Monumental de Núñez e igual cantidad fuera de casa) y solamente perdió uno (en el exterior).
Lo futbolístico, lo más difícil de analizar, pero a la vez lo más atractivo de desmenuzar, dirá que tras un comienzo irregular (derrota frente a Venezuela por 1 a 0, en Puerto La Cruz, en la segunda fecha, y un pobre empate 1 a 1 ante Bolivia, en Buenos Aires, en la tercera), llegó un gran desenlace, que derivó en que el seleccionado tenga un pie en Brasil 2014.
Pero el ciclo de Sabella tiene más aspectos y aristas positivas que negativas, porque encontró una identidad futbolística y definió un estilo de juego.
Y además logró muy buenos resultados en la altura, sendos empates 1 a 1, frente a Bolivia, en La Paz, y Ecuador, en Quito, por las 12ma. y 14ta. fechas, respectivamente. Lo que le da un plus.
También hay que considerar que en el ciclo de Sabella, el crack Lionel Messi, el mejor jugador del mundo, alcanzó su plenitud futbolística, respecto de las etapas de José Néstor Pekerman (2003-2005), camino a Alemania 2006, y de Alfio Basile (2007-2008) y Diego Maradona (2009), rumbo a Sudáfrica 2010.
Pero el ex entrenador de Estudiantes de La Plata supo cómo hacer jugar y rodear a la estrella de Barcelona, de España. Los otros entrenadores no.
Sabella pensó un equipo entorno a Messi, pero con extraordinarios jugadores de mitad de cancha hacia adelante.
Y se empieza el análisis desde adelante hacia atrás, porque el seleccionado creció en ese sentido, aunque con la salvedad de tener un arquero con estilo y personalidad como Sergio Romero.
Javier Mascherano, con marca y distribución, y Fernando Gago, con quite y precisión, fueron los soportes para los cuatro fantásticos: Angel Di María, Sergio Agüero, Gonzalo Higuaín y Messi.
Sabella, con el transcurrir de los encuentros, le dio forma a una defensa que aún dista de ser brillante, pero que sí ganó en seguridad y confiabilidad.
El entrenador del seleccionado nacional definió que la dupla de centrales sea Federico Fernández y Ezequiel Garay; que el lateral derecho lo ocupe Pablo Zabaleta y que el lateral izquierdo, el puesto más débil, sea propiedad de Marcos Rojo.
Pero lo más importante es que priorizó, en el llano, un fútbol vertical y sin ataduras de mitad de cancha hacia adelante, que le dio brillo a un equipo que cuenta con jugadores exquisitos. Supo explotar, con creces, las virtudes de sus dirigidos.
Sin embargo cuando el equipo tuvo que ir a jugar a la altura de La Paz (3.600 metros sobre el nivel del mar) y a la de Quito (2.800) no tuvo problemas en realizar un planteo más conservador (5-3-2) y citar futbolistas "especiales" para esos dos partidos.
Desde lo futbolístico, poco se le puede reprochar y desde lo humano, nada ya que todos los jugadores resaltan una y otra vez la unión del grupo, según ellos la clave para estar casi clasificados para Brasil 2014.
Sabella, en ese sentido, se asemejó a los procesos de Marcelo Bielsa, el entrenador que mejores resultados sacó en las Eliminatorias (43 puntos sobre 54 posibles, un 79 por ciento de efectividad) y de José Néstor Pekerman, "el gran formador" de jugadores desde los juveniles, quienes formaron grupos sólidos para los Mundiales de Corea-Japón 2002 y Alemania 2006, respectivamente, tras 18 extenuantes fechas de Eliminatorias.
A la vez distó de los ciclos de Daniel Passarella, camino a Francia 1998, Alfio Basile-Diego Maradona, rumbo a Sudáfrica 2010, quienes estuvieron salpicados por problemas internos, que se trasladaron luego al campo de juego.
Bielsa, sin dudas, fue el mejor conductor en la historia del seleccionado argentino en la fase previa al Mundial (fue primero de principio a fin), pero también tiene el record de haberse vuelto en la ronda inicial de una cita mundialista con ese recordado empate (1-1) con Suecia.
El técnico rosarino impuso un juego vistoso, que generó la admiración de propios y extraños, que a la vez se combinó con excelentes resultados (13 triunfos, 4 empates y una sola derrota, con 42 goles a favor y 15 en contra, y 12 puntos de ventaja sobre el escolta), pero que fracasó en el máximo certamen ecuménico.
Pekerman, pese a quedar segundo detrás de Brasil (por diferencia de gol), también conformó y hasta deleitó al exigente -y exitista- hincha argentino. Las 34 unidades sobre 54 posibles, un 63 por ciento de efeciencia, se convirtieron, más tarde, en cuartos de final de Alemania 2006, donde los penales ante los locales (con la lesión del arquero Roberto Abbondanzieri, incluída) lo mandaron a casa.
Passarella, en tanto, finalizó primero en las Elimintarias, con 30 puntos sobre 48 posibles, un 62,5 por ciento de efectividad, y luego cumplió un buen papel en Francia 1998, donde quedó eliminado -al igual que Pekerman- en cuartos de final, pero a manos de Holanda.
La peor campaña, sin dudas, la llevaron a cabo de manera conjunta Basile y Maradona, dos personas unidas en el pasado (Mundial de Estados Unidos 1994, uno como técnico y otro como jugador), porque la clasificación corrió riesgo hasta la penúltima fecha.
El seleccionado finalizó cuarto con 28 unidades sobre 54 posibles, con una efectividad de un 52 por ciento, pero con una angustia solo parecida a aquella que vivieron los argentinos en las Eliminatorias de México 1986 (agónico empate ante Perú 2 a 2 en el Monumental) y Estados Unidos 1994 (durísima goleada en contra, de local, frente a Colombia por 5 a 0, que derivó en el repechaje ante Australia), donde se sufrió -sin exagerar- hasta el último segundo.
Basile volvió al seleccionado nacional con una filosofía "vieja" para los jugadores de la época, pero estuvo primero entre la segunda y tercera fecha, y después no bajó del tercer puesto hasta la décima jornada (con 16 puntos sobre 30 posibles, lo que dio un 53 por ciento de efectividad).
Pero lo escrito, problemas con los más jóvenes, los cracks de hoy en día, y el idilio con Juan Román Riquelme, el último 10 natural del fútbol argentino, derivaron en su renuncia tras la derrota por 1 a 0 frente a Chile, en Santiago.
Asimismo, Maradona llegó con la chapa -y el poder que le dio- ser el mejor futbolista de todos los tiempos, algo innegable para los integrantes de ese plantel, para ordenar un vestuario plagado de figuras y fracturas.
Pero sus números, hoy por hoy, son los más bajos entre los seis técnicos, ya que sumó 12 puntos sobre 24 posibles, un 50 por ciento de efectividad. El agónico gol de Martín Palermo, en aquella noche lluviosa del 10 de octubre del 2009 ante Perú, con una victoria por 2 a 1, lo salvó de tener que definir mano a mano con Uruguay, en Montevideo, la clasificación directa a Sudáfrica 2010.
Las 28 unidades sobre 54 posibles, un 52 por ciento de efectividad, entre Basile y Maradona son hoy la producción más pobre desde que las Eliminatorias se juegan todos contra todos.
Más allá de los números -odiosos y fríos-, Argentina siempre se clasificó a los mundiales, aunque con sellos distintos y éso, sin duda, es lo que marca la diferencia entre buenos, regulares y malos entrenadores. Sabella, con certeza, está en el grupo de los primeros.