Eliminar de raíz toda turbiedad

Las restricciones de agua potable que estamos sintiendo en estas horas nos recuerdan que los mendocinos vivimos, días atrás, con el mismo motivo, la desagradable experiencia de recibir en hogares, escuelas y hospitales del Gran Mendoza el agua para beber

Eliminar de raíz toda turbiedad

Los serios trastornos generados pudieron evitarse si los responsables hubieran actuado con la mínima eficiencia exigible. El agua que recibe el Gran Mendoza viene del embalse Potrerillos, regulador del río Mendoza. Parte del caudal deriva desde allí a las Centrales Hidroeléctricas de Cacheuta y Álvarez Condarco y regresa al río unos 5 km aguas abajo para desplazarse hacia el este, hasta el dique Las Compuertas, que lo deriva a distintos usos: refrigeración de la Central Térmica Mendoza, riego agrícola, uso industrial y para el consumo de la población a través de las plantas potabilizadoras Luján I y II de Aysam y la planta potabilizadora de Aguas Luján, la repartición del municipio de Luján que la opera y cuyo servicio genera quejas de los vecinos por el sabor del agua. El caudal restante sigue su curso hasta el dique Cipolletti.

El paredón del Dique Potrerillos contiene muchos sedimentos y para liberar esos barros y aliviar la presión sobre el dique, sus compuertas de fondo deben ser movilizadas. Si no se hiciera, el dique se rompería y los efectos serían, como es de imaginar, gravísimos.

El fenómeno responde a causas naturales y se incrementa en épocas de muchas lluvias y tormentas en la pre y cordillera. Por esa razón, tales operaciones se han llevado a cabo muchas veces desde que el dique fue inaugurado en el año 2001 sin que nunca se produjese una irregularidad tan importante en el servicio y se tendrán que seguir haciendo periódicamente. Sólo hay que prepararlas, coordinarlas y comunicarlas bien, como lo saben perfectamente los operarios de Cempsa, de la Dirección de Hidráulica y del Departamento General de Irrigación. Quienes parecen haberlo olvidado son los directivos del EPAS, de Aysam y de Aguas Luján.

Para evitar el inconveniente, las empresas privadas coordinaban y planificaban la operación eficazmente con los organismos del Estado y los Entes Autárquicos, de suerte tal que las aguas con alta turbiedad no pasibles de ser decantadas y potabilizadas luego, no fuesen absorbidas en las tomas de agua de las plantas ubicadas en Luján de Cuyo. Incluso las centrales generadoras de electricidad cerraban sus tomas, para evitar daños en sus instalaciones. En esas ocasiones se advertía a la población que debía disminuir el consumo para no perder las reservas y así poder restablecer rápidamente el servicio y la presión normales sin tener que purgar caños maestros y redes domiciliarias. Esperamos que ahora, ante la concreción de esta operación una vez más, lo hayan hecho de la misma forma.

El EPAS, órgano de control del servicio, ha tratado la grave situación con llamativa liviandad, que contrasta con la severidad que lo caracterizó en tiempos de la concesión a empresas privadas. Ya hemos advertido antes la inconsistencia y el riesgo de un control complaciente por parte de un órgano del Estado como el EPAS frente a operadores que también son estatales.

“Alguien bajó la palanca”, dice el ministro De Vido para justificar los cortes de energía. Aquí, “algunos no cerraron las compuertas de toma” a tiempo. Por esto es plausible que, ante la pasividad del Ente Regulador y del Concedente, en particular respecto de Aysam, la Fiscalía de Estado de la Provincia avance rápida y profundamente para establecer quiénes, más allá de la evidente falta de profesionalidad, son los responsables y saber así por qué “las aguas bajan turbias” y eliminar de cuajo toda turbiedad.

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