En estos días fríos, es común pensar en adquirir una estufa o cambiar la que ya se tiene. Por lo mismo, es necesario informarse de las opciones disponibles en un mercado de calefacción que crece y nos sorprende cada año de la mano de numerosas innovaciones que van compitiendo con los aparatos más clásicos. En este escenario, cada propuesta cuenta con una serie de ventajas y desventajas, te orientamos al respecto, para que haga la mejor elección para enfrentar este invierno.
En primer lugar están las clásicas estufas a parafina. Aunque se han modernizado y su diseño dista un poco de los básicos modelos que vimos en la niñez, esta opción sigue siendo muy barata. Su consumo y recarga de combustible es de fácil manejo, pero si no se mantienen y manejan con precaución hay riesgos de quemaduras y de excesiva contaminación intradomiciliaria. ¿Dónde usarlas? Sitios con buena circulación de aire; no es aconsejable para dormitorios.
Las estufas de gas licuado son igualmente populares. No sólo son baratas, de fácil traslado -la mayoría tiene ruedas- y su consumo de combustible es de fácil manejo, sino que además tienen una capacidad térmica importante. Lamentablemente producen emiten altos niveles de monóxido de carbono y existe riesgo de quemaduras por llama expuesta. ¿Dónde usarlas? Solo en zonas amplias y de buena ventilación, como el living y el comedor.
Siguiendo la lista se encuentran las estufas a leña, de gran potencia térmica –calor que se mantiene por bastante tiempo- y de combustible barato. Lamentablemente son muy contaminantes y requieren una inversión grande en cuanto a equipo e instalación. ¿Dónde usarlas? Recomendadas para lugares amplios y con constante circulación de aire, un área de entre unos 60 y 150 m2 es el ideal para su uso.
El sistema de pellet es otro mecanismo que se ha ido masificando. Como la leña, el costo del pellet es menor al de la parafina y el gas licuado, aunque produce poca contaminación. Para poder utilizarlas hay que conectarse a la red de gas natural y realizarles un constante mantenimiento, con los costos extra que ello implica. ¿Dónde usarlas? Como consumen el oxígeno del recinto en que se encuentran, jamás deben ser utilizadas en el lugar donde se duerme.
Otra alternativa son las de gas natural. Lógicamente, éstas también requieren que el inmueble esté conectado a la red de dicho gas, el cual es más económico que la parafina o el gas licuado y produce poca emisión de tóxicos. Hay que tener en cuenta que el costo de los equipos es alto –así como el de las eventuales cañerías que haya que añadir-; del mismo modo, se debe contemplar una mantención periódica. ¿Dónde usarlas? También tienen un alto consumo del oxígeno de la habitación, por tanto no son adecuadas para áreas pequeñas.
Por último encontramos las estufas eléctricas -halógenas, cuarzo, oleoeléctricas, entre otras-, muy populares en estos días, principalmente porque no producen contaminación intradomiciliaria, son móviles y su fuente de energía está a la mano en todo hogar; asimismo resultan bastante seguras ante la presencia de niños. Sumado a lo anterior, son las que más novedades tecnológicas han ido incorporando últimamente, como termostato, control remoto, ventilador, encendido electrónico e incluso aplicaciones para el smartphone. Su poder térmico es menor al del resto de las alternativas de calefacción y su costo –gasto eléctrico- es mayor. Es importante tener presente que no se debe usar varias a la vez –algo frecuente en el intento de compensar la baja cobertura de estos aparatos-, porque se puede producir una sobrecarga en la instalación eléctrica de la vivienda y se ocupa mucha energía. ¿Dónde usarlas? Son aptas para todo lugar pero, por su poca potencia calórica, se recomienda para espacios reducidos como salas, oficinas o dormitorios.
Fuente: programacasasegura.org