Uno de los argumentos más fuertes que se usan para justificar la separación de las elecciones de las distintas jurisdicciones -Nación, Provincia, Municipio-, es que permite enfocar la campaña electoral en los problemas de cada una de ellas. En esos casos los candidatos deben necesariamente analizar los problemas de cada jurisdicción, exponer las propuestas sobre los mismos, sin ampararse o “colgarse” de candidatos más atractivos o visibles, porque aspiran a cargos más importantes.
Es de esperar entonces que la elección de gobernador y vice y la renovación parcial de Legislatura, separada de la elección presidencial, presente la oportunidad y se cumpla el principio del enfoque sobre los asuntos provinciales.
En las PASO del 9 de junio y en la elección del 29 de setiembre (sin doble vuelta), el centro de la discusión debería ser Mendoza.
No son pocos los mendocinos buenos conocedores de la realidad provincial, con algunos o incluso muchos años de experiencia, que sostienen que la provincia no está bien, que hace unos cuantos años que viene perdiendo participación relativa en el contexto nacional, especialmente en materia económica.
Efectivamente, en la última década y media hemos perdido algo más de un punto porcentual en el PBI nacional.
La comparación con nuestros vecinos cuyanos -San Juan y San Luis- en ese mismo lapso tampoco nos deja bien parados. Ambas provincias no sólo acortaron las grandes diferencias que teníamos a nuestro favor, sino que cuando se conozcan los datos más actuales, muy probablemente nos encontraremos con que nos pueden estar superando en ingreso por habitante.
Es por ello que sostenemos que el proceso electoral es una gran oportunidad de hablar en serio, de que los candidatos y las fuerzas políticas tengan un diagnóstico claro y fundado de la situación económica, social, cultural y política de la provincia. Que frente a ese diagnóstico las propuestas de gobierno sean igualmente claras, precisas, factibles.
La situación no da para divagaciones o para echar culpas a los otros. Y menos, claro está, para la demagogia fácil en busca de votos.
No es necesario señalar que a diario no pocos ciudadanos comunes expresan su desaliento hacia los gobiernos, que crece un riesgoso clima de rechazo a la política y a los políticos, hacia todos en general.
La campaña electoral y la elección es una oportunidad para tratar de realizar un esfuerzo a fin de intentar revertir este estado de ánimo, para que los políticos demuestren con palabras, actos y compromisos que realmente quieren trabajar por el interés general y no en beneficio de la corporación a la que pertenecen.
Pero también los ciudadanos, la prensa, los profesionales en las distintas disciplinas, que los hay y buenos, deben involucrarse.
No son pocas las personas que se sorprenden del silencio que guardan quienes tienen responsabilidades profesionales frente a las acciones de los gobiernos que demasiadas veces implican el uso de los recursos de la sociedad para acciones de poco provecho, incluso a veces perjudiciales para el pueblo.
Además, en muchas ocasiones se tiene la sensación de que la sociedad mendocina ha perdido una vitalidad que tuvo en otras épocas y que aún está a la vista como las obras de irrigación, infraestructura de todo tipo y también sus producciones intelectuales tan valiosas.
Pareciera existir una especie de repliegue de los mejores (con excepciones por cierto) sobre sí mismos, sobre pequeños grupos, donde poco interés hay por el conjunto social, por el futuro del mismo.
Parece predominar cierto hedonismo, una autosatisfacción para exhibir ante los suyos y dejar lo público en último lugar.
Es entendible la preocupación por el estatus social, pero justamente a mayor estatus, mayor es el deber frente a los otros.
La campaña electoral debería ser, entonces, la ocasión para debatir estas cosas, para zamarrear a esta sociedad un tanto adormilada y decirle que debe despertarse.
La agenda de temas a tratar es muy amplia y seguramente en notas sucesivas abordaremos las que desde la perspectiva de nuestro diario centenario no parecen ineludibles, prioritarias. Lo que deseamos es convocar a una amplia discusión para entender qué nos pasa y cómo podemos modificar esa realidad.