Elecciones afuera, efectos adentro

Cómo inciden en la política económica argentina los resultados de los recientes comicios en Brasil, Uruguay y Estados Unidos.

Elecciones afuera, efectos adentro

Las elecciones realizadas en las últimas semanas en Brasil, Uruguay y EEUU tendrán efectos en nuestro país, principalmente en la economía, pero también en la política. En Brasil, ganó ajustadamente en segunda vuelta Dilma Rousseff. En Uruguay, en primera vuelta, obtuvo amplia ventaja Tabaré Vázquez, del Frente gobernante, y si bien habrá segunda vuelta, es impensable que se modifique el resultado.

En EEUU, en elecciones para renovar la totalidad de la Cámara de Representantes (Diputados) y un tercio del Senado, el Partido Republicano se hizo con el control de ambas Cámaras.

En orden de importancia para nosotros, el primer lugar lo ocupa Brasil por la magnitud del intercambio comercial; por lo tanto, lo que ocurra con su política económica repercutirá directamente en nuestra economía. El triunfo de Dilma fue festejado por el kirchnerismo como propio.

Consideraban al contrincante, Aecio Neves, como un hombre de derecha, enemigo directo de nuestro gobierno. Esta visión tiene, sin duda, una alta carga de prejuicio ideológico. La realidad económica del Brasil parece poner las propuestas de los candidatos más cerca de lo que el simplismo político cree

. La economía de Brasil está aquejada de algunos problemas serios, reconocidos por las distintas fuerzas políticas y por importantes e influyentes sectores empresarios.

Entre esos problemas se puede mencionar la baja o nula tasa de crecimiento, aumento de la inflación que supera el tope de 6,5% fijado por la política monetaria, baja competitividad de algunos sectores industriales, en especial los vinculados a la Argentina. Hay sectores industriales brasileños, que apoyaron abiertamente a Neves, que se sienten en condiciones de competir en los grandes mercados mundiales y cuyas quejas apuntan directamente al exceso de proteccionismo e intervencionismo en la economía.

Si bien era el candidato opositor quien proponía políticas contundentes para modificar el rumbo de la economía, semanas antes de la segunda vuelta la Presidenta advirtió el malestar empresario, que se expresaba en las caídas en las Bolsas y trató de calmar las inquietudes.

Obtenida la ajustada victoria, ha dicho que escuchó la expresión de las urnas y ha anunciado medidas de ajuste enderezadas a reducir la inflación (aumento de la tasa de interés de referencia) y equilibrar las cuentas públicas reduciendo el gasto, incluidos algunos programas sociales. Pero la cuestión central en relación a nosotros es el futuro del Mercosur y aquí coinciden en que el problema es el excesivo proteccionismo de la Argentina y los constantes cambios en sus decisiones.

Las restricciones a las importaciones establecidas por la Argentina desde hace tiempo han afectado a la economía de Brasil, que responsabiliza a esa situación del estancamiento. Brasil, al igual que Uruguay, postula que el Mercosur debe realmente convertirse en un bloque abierto a la economía del mundo, en tanto hoy hace lo contrario. La mayor crítica radica en que nuestro país ha trabado la posibilidad de concretar un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea.

Lo mismo ocurre con acuerdos de libre comercio con EEUU y un acercamiento a la Alianza del Pacífico. En Brasil es muy fuerte la presión para negociar solos esos acuerdos, dejando atrás a la Argentina. En definitiva, se trata de realizar una profunda reforma de una institución que vegeta desde años y sólo beneficia a las automotrices.

Las opiniones de Uruguay son coincidentes. “Necesitamos un Mercosur que respete el derecho internacional y los acuerdos logrados, que no compita en la producción sino que se complemente, que tenga más compromiso para lograr acuerdos con otros bloques”, ha dicho Tabaré. Lacalle ha sido más contundente aún en el mismo sentido.

Nuestras relaciones con los EEUU están congeladas desde hace tiempo, no hay embajador del Norte en la Argentina. El triunfante Partido Republicano tiene una visceral aversión al populismo y una antipatía especial por los Kirchner; en realidad, para EEUU la Argentina no existe. De ahí la necesidad de que nuestro país, camino a las elecciones, revise con seriedad su política exterior, su relación con el mundo. Como ha dicho un ex presidente chileno, las elecciones han mostrado que la gente cree que los tiempos del futuro no pueden ser iguales a los del pasado.

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