Luciano Acosta, Jonathan Calleri, el Burrito Martínez, Andrés Chávez y Emmanuel Gigliotti. Sí, con toda la carne en el asador, ardía la Bombonera con un Boca impotente, derrotado frente a un Rosario Central que ganaba y lo aguantaba con un hombre de menos.
Pero Rodolfo Arruabarrena, perdido por perdido, consciente de que si no ganaba no había más posibilidades de seguir soñando con algo grande, mandó a todos los delanteros a la cancha. Y en una ráfaga, contra un rival apabullado, lo dio vuelta con actitud y camiseta.
Primero Marino Echeverría se vengó del error en el gol del colombiano José Valencia (dejó la marca y el moreno vacunó) y al toque, cuando bramaba el estadio y el equipo iba como una tromba, la embocó Leandro Marín adentro del área, de frente al arco. Y 2-1, y calentura total de Miguel Russo por la roja polémica a Lucas Acevedo, y la Bombonera fue una fiesta más que por el triunfo, por el valor de dar vuelta un partido que se había puesto chivo.
Si hay algo de lo que habla el Vasco Arruabarrena a cada paso, una bajada de línea constante, tiene que ver con lo actitudinal, que según el propio DT, “no se negocia”. Y ése fue el principal argumento por el que el Xeneize empezó a darlo vuelta. No estaba jugando bien. De hecho se mostraba entregado para la contra, pero dejaba todo en cada pelota y atacaba como podía.
Entró bien el Burrito Martínez y, con tantos delanteros, merodeaba seguido el área. Pero la pelota no entraba, como había pasado en el PT con una de César Meli y otra del Puma Gigliotti, como también en el arranque del ST con un tiro del pibe Acosta que besó el palo. Hasta que llegó el gol con furia de Echeverría y quedaban 15' todavía. Pero el gol llegó demasiado rápido, todos arriba y Central jugando muy cerca de Caranta.
No fue el gran partido de Boca, seguro que no. Gonzalo Castellani otra vez no anduvo y salió en el segundo tiempo para que ingresara Calleri; Federico Carrizo tampoco rindió lo que se esperaba y solamente actuó durante el primer acto. Hubo poco volumen de juego, sorpresa y profundidad. Hubo, al menos, un equipo que fue al frente, que empujó, por momentos desordenado pero lo hizo en procura del resultado. Y con una Bombonera que hizo el aguante a puro grito, se agrandó ante un Central que quedó rengo con diez hombres.
Sirve de mucho este triunfo, en tres minutos, con esa arremetida del final. “Los de arriba son Gallinas, los podemos alcanzar”, se fue cantando la gente. Feliz por el triunfo, aunque desde lo futbolístico le falta para ser considerado protagonista. Pero esto es fútbol, quedan ocho fechas, y cualquier cosa puede pasar. De momento, ganó y no se da por vencido.