El vóleibol es uno de los deportes que más cambios ha incorporado en los últimos tiempos. Su reglamento 'final' aún no está definido y evoluciona al ritmo del juego. Su transformación aún está muy lejos de agotarse y ya está mostrando hacia adelante una proyección inédita que lo puede convertir en poco tiempo en un espectáculo sorprendente.
Que se discuta si debe seguir jugándose a tres sets ganados de 25 puntos o pasar a serlo de cuatro a quince, es sólo una anécdota.
Pero que se haya permitido el uso del pie (todavía incipiente y aún no plenamente explotado) puede terminar haciendo de este juego una verdadera exhibición no sólo deportiva, sino también gimnástica y artística.
El empleo del pie ya permite la aparición de recursos defensivos inéditos que hoy pueden prolongar en el aire pelotas antes 'imposibles' de ser devueltas.
Aún hay mucho para avanzar en esto porque hoy sólo se apela al pie como un 'último recurso'.
Y en realidad ya se puede comenzar a ver al pie en el vóley como el primer recurso para salvar las pelotas cortas y rápidas que suelen caen por delante del jugador sin darle tiempo de arrojarse de cabeza con las manos en 'secante'.
Todavía no se usa la potencia del pie en el juego, ya que en el saque aún no está permitido… por el momento.
Y todavía parece inimaginable que ya es posible apelar a cabriolas en el aire que le incorporen al juego técnicas equivalentes a las de las 'patadas altas' del tae kwon do para pegarle a la pelota.
O a las que tímidamente ya se empiezan a aplicar de la tijera o la media chilena del fútbol como recursos defensivos-ofensivos. Todo indica que no pasará mucho tiempo para que todo esto comience a ser habitual.
Un vóley con un uso intensivo del pie y las piernas -complementario del de las manos y los brazos- no sólo multiplicará los recursos del juego sino también las exigencias de los deportistas que lo practiquen.
Y -desde ya- replanteará los entrenamientos previos. Es que habrá que incorporar nuevas habilidades y sumar lo gimnástico a lo que hoy es propio del deporte: la recepción, el manejo, el salto, la pegada, el bloqueo, la cobertura y la reacción….hasta hoy territorio 'exclusivo' de manos y brazos.
Para imaginar la transformación del vóley por el pie sólo hay que pensar un instante en lo que sucedería con el fútbol si el reglamento comenzara a permitir el uso de la mano a algunos jugadores de campo, como hoy pueden hacer los arqueros dentro del área grande y todos en los laterales.
Es de suponer que el país que se anime a ser pionero en en el uso intensivo de los pies y de las piernas en el voley ¿por qué no la Argentina? tendrá asegurado por varios años el reinado mundial sobre el resto.
Y únicamente podrá será destronado por otro país cuando éste logre superarlo en el uso de estas mismas técnicas 'robadas' a otros deportes que hacen del manejo del pie su principal fundamento.
El vóley actual -con pie habilitado, líbero, toque de bloqueo excluido de los tres pases reglamentarios por equipo y eliminación del 'cambio de saque' para comenzar a marcar- ya es muy distinto al de hace cuarenta años.
Y todo indica que el vóley que viene será aún más diferente que el actual.
Hay que esperar hacia adelante un juego con mejoras continuas que lo pueden hacer más difícil de practicar y más atractivo para ver.
El vóley es -junto al tenis- un deporte que no le pone límites al espacio en el que se practica.
La cancha delimitada es sólo una referencia.
También hay juego en los espacios que rodean a esa cancha.
Y los límites reales se amplían mucho más allá de la pintura demarcatoria en el piso, hasta donde llega el esfuerzo físico de quien rescata una pelota 'perdida'.
Tampoco le ha puesto límites a su desarrollo y permanece abierto a la incorporación de nuevas técnicas.
Es también el juego que más trabajo en equipo exige, ya que ningún jugador puede tocar la pelota dos veces consecutivas, salvo en la excepción de la salida de un bloqueo.
Como en ningún otro deporte la individualidad se condiciona al funcionamiento del grupo.
Y es el que se prolonga en amistades duraderas que se extienden por años, mucho después de la actividad junto a las redes. Argentina acaba de alcanzar su primer torneo mundial en El Cairo en sub 23.
Y en 2015 consiguió su segunda medalla dorada en los Panamericanos de Toronto.
En ambos casos tuvo integrantes mendocinos: Claudio Loser y José Luis González.
El vóley mendocino tiene su propia historia.
Supo conseguir con la Universidad Nacional de Cuyo el récord de 13 campeonatos consecutivos entre 1966 y 1978.
En los cimientos de este equipo están el técnico formador de personas Ricardo Soloa, el eterno capitán José Luis Mikalef, el rematador implacable Roberto Straky, el levantador 'de aquéllos' Francisco Kito Giménez y el creativo 'todoterreno' Roberto Eceiza.
Mendoza ha sabido aportar desde hace tiempo a un vóley nacional que hoy está creciendo.
Y Argentina en la actualidad -como nunca antes- tiene 'a tiro' la enorme posibilidad de consolidarse entre los mejores del mundo.
Para conseguirlo deberá animarse a avanzar en la innovación que hoy le permite y le está proponiendo el mismo vóley. Será clave 'hacer pie' antes que lo hagan otros países. La tradición futbolera nos juega a favor pero también al Brasil.
Las nuevas técnicas que hoy permite desarrollar el vóley actual, le pueden aportar a la Argentina el plus que está haciendo falta para terminar de ponernos de pie.