Resulta difícil explicar con claridad lo que sucede en el mundo del vino. Porque hay dos "industrias" que están caminando paralelamente y porque las explicaciones se pueden dar desde los dos puntos de vista: el vaso medio lleno y el medio vacío. La diferencia pasa por los actores que se encuentran en cada uno de ellos. En el del vaso medio lleno se ubican las bodegas que han logrado un posicionamiento importante en el mercado y que cuentan con espalda financiera como para atravesar esta etapa difícil. En la del medio vacío, el grueso de la industria y muy especialmente las bodegas chicas y los productores, que son los que están sufriendo las consecuencias de medidas económicas equivocadas implementadas a nivel nacional, mientras ahora aparecen proyectos, como uno de un diputado oficialista de Santa Cruz, que pretende poner un nuevo impuesto -otro más- al consumo, lo que podría costar a la industria la "módica" suma de 600 millones de pesos.
A favor
Hubo en los últimos días dos eventos importantes que dejaron claramente demostrado que el vino argentino mantiene su vigencia en lo que a calidad se refiere. El primero de ellos, la quinta edición de la InterContinental Wine Expo, que contó con la participación de más de 80 bodegas que ofrecieron sus mejores productos a un público que evidenció un profundo interés sobre el tema. Fueron miles los que asistieron a la degustación, en su gran mayoría jóvenes que fueron a "degustar" y no a "tomar" simplemente los vinos. El balance final fue más que exitoso y para repetir.
El segundo, la nueva edición de Vinandino, que contó con la presentación de más de 600 muestras de siete países. Las ocho Gran Medalla de Oro correspondieron a vinos argentinos: un "aguardiente" de Cardón del Valle; un syrah de Callia; un bonarda de Familia Blanco; un malbec de Alta Vista, otro de Norton y un tercero de Finca Buenaventura, mientras en el plano de los tintos con corte malbec aparecieron uno de la bodega Vistalba y otro de Trapiche. En el caso de las medallas de oro, de las 40 otorgadas 32 correspondieron a vinos argentinos y las ocho restantes a vinos de Uruguay, México, Brasil, Australia y Alemania. Otra muestra más, y van… que ratifican la calidad excepcional de los vinos argentinos y permiten anticipar el mantenimiento en la consideración de los mercados internacionales.
En contra
Frente a ese panorama aparece la otra vitivinicultura. La de los grandes problemas para poder exportar como consecuencia de políticas económicas erradas implementadas a nivel nacional que no sólo afectan a la industria vitivinícola, sino a todas las economías regionales y que, al menos hasta diciembre, no tienen visos de posibilidades de cambio. Políticas que afectan a las bodegas pero que llegan indefectiblemente al productor que, con lo que percibe, no les alcanza ni tan siquiera para realizar las necesarias tareas culturales. Ni hablar entonces de una reconversión de viñedos hacia variedades finas, como necesita la industria.
No es que las autoridades desconozcan la situación pero lo grave es que, al parecer, quienes la conocen no tienen la fuerza suficiente como para provocar un cambio entre quienes tienen la posibilidad de las decisiones definitivas. Así quedó demostrado durante una charla que mantuvo el titular del INV, Guillermo García con periodistas, en la que explicó con claridad que el problema del sobre stock de vinos no se da entre la franja media y alta de precios, sino en los de valores más bajos, especialmente aquellos que compiten con la cerveza. Las estadísticas determinan que, cuando aumenta el precio de las cervezas y se mantiene en los vinos, el consumo de estos últimos aumenta inmediatamente.
De acuerdo con lo que señaló el funcionario, la foto actual en cuanto al posible stock de vinos a junio de 2016 es similar a la del año pasado para esta época: 7 meses, destacando entonces que el problema de que no se mueva el mercado de traslado responde a que bodegas importantes (cinco son las que "mueven" el 80 por ciento del mercado) tienen individualmente entre 6 y 8 meses de stock. Para el funcionario, no se puede tender a eliminar el total de los siete meses de despacho porque los precios se dispararían y obligarían a un aumento en el precio final del vino que superaría al de las cervezas y caerían las ventas. Por ese motivo, dijo, el equilibrio se alcanzaría si se sacan del mercado dos meses de despacho (200 millones de litros de vino), situación que podría alcanzarse si se mantiene el aumento en el mercado interno, si se produce un estímulo a las exportaciones y si se alcanza un acuerdo con San Juan para la destilación de los vinos que no están en condiciones de ser comercializados. En ese esquema, anticipó que en algunos días se dará a conocer una resolución sobre la acidez volátil y que está en estudio, con una gran posibilidad de aplicación de otra referida a temas organolépticos, que tiene directa relación con lo sensorial, de modo tal que se saquen los vinos que no se pueden vender por las condiciones en que se encuentran.
Con relación a la distribución, el titular del INV indicó que en el caso de los vinos "finitos", el 83 por ciento se vende en los almacenes y autoservicios y sólo un 17 por ciento en los supermercados, mientras que en el caso del tetra, el 93 por ciento es vendido en los almacenes. Es por eso que hay 1.200 distribuidores para cubrir las necesidades. También destacó que el 70 por ciento del vino genérico está concentrado en 5 bodegas.
Sin profundizar demasiado en el tema, en razón de que "aún continúa en estudio", García hizo referencia al proyecto de ley de dos diputados por Mendoza: Anabel Fernández Sagasti y Guillermo Carmona, que busca conformar un fondo estabilizador de stocks para utilizarlo en épocas difíciles como la actual. Aclaró entonces que la solución para conseguir el dinero no es fácil. Es en ese marco que aparece otro proyecto, presentado por un iluminado diputado nacional por Santa Cruz, que busca aplicar un impuesto a las bebidas alcohólicas, gaseosas y al tabaco para destinarlo al impulso de las actividades deportivas. A la industria vitivinícola en particular le significaría el "aporte" de 600 millones de pesos, tres veces más de los que necesita para superar la crisis. Lo grave del caso es que ese legislador "iluminado", Mauricio Gómez Bull, no sólo es de Santa Cruz sino que es del Frente para la Victoria y también de La Cámpora, facción liderada por el también santacruceño e hijo de la Presidenta, Máximo Kirchner, aspectos que aportan "valores" para que el proyecto llegue a feliz término. Para las entidades vitivinícolas, "habrá que tener bien en cuenta cómo serán los votos de los diputados nacionales de las provincias vitivinícolas del Frente para la Victoria y establecer si votarán a favor de su partido o de su provincia…", dijo un dirigente.