Por Alfredo Leuco - Periodista. Gentileza Radio Mitre
La Fiesta Nacional de la Vendimia es la celebración del trabajo agrícola. Es el vino alegre que festeja el tesoro de la uva que dio sus frutos después de tanto esfuerzo y tanto sacrificio. Es el milagro de la cosecha y la producción después de tantas horas de pelear contra las malezas de la tierra, los cambios climáticos y las venganzas del gobierno.
Es una fiesta popular y federal que algunos ubican como la más extraordinaria y creativa después del Día de Acción de Gracias en los Estados Unidos. Se trata de ser agradecido. De reconocer la bendición de la fertilidad y la del trabajo. Y participa todo el pueblo. Y los 18 departamentos en los que se divide la provincia.
Cada uno muestra con orgullo las maravillas que producen y la belleza de las productoras que compiten para ser Reina. Hay bailes, desfiles, carrozas, cantos en las esquinas, comida y el vino de la alegría que libera tantas frustraciones.
Por eso se elevan al cielo las guitarras y las voces para cantarle a la Virgen de la Carrodilla y pronuncian esta plegaria: “Esperanza de los hijos/ que han nacido frente al cerro/Los que han hundido el arado/ y han cultivado su suelo/ Te piden que los ampares/ patrona de los viñedos”.
La Virgen no sabe de cuestiones terrenales. No comprende el vino triste de la crisis y la mala praxis del gobierno. No entiende que la vid, ese racimo de sol, y la pera y la manzana, y todas las economías regionales se están cayendo a pedazos. Que muchas actividades productivas que producen los mejores alimentos del mundo están agonizando mientras Cristina mira para otro lado.
No sabe nada la Virgen de lo cara que está la Argentina en dólares, de cómo crecen los costos por la inflación y de la asfixia impositiva. Es en vano rezarle a la Carrodilla por la extorsión unitaria que sufren los pueblos del interior. Ella está en su altar, rodeada de colores y sabores arrancados en los surcos y nada puede hacer con semejante caída de la rentabilidad.
Le doy un dato. La industria vitivinícola, en el 2010, exportaba 1.400 millones de dólares. ¿Sabe cuánto exporta ahora gracias a las retenciones, a los cepos, a los cupos y a las presuntas picardías de Axel Kicillof y Carlos Casamiquella? apenas 700 millones de dólares. Y se estima, según la tendencia declinante que en este 2105 la cifra caerá a los 600 millones de dólares.
¿A quién le conviene exportar menos de la mitad? ¿Quien se beneficia? Nadie. ¿Quien se perjudica? Todos. Pierde toda la cadena de producción. Desde los peones rurales y cosechadores hasta los enólogos, los creativos publicitarios que llenan de etiquetas y marketing al vino argentino en el mundo. Todos pierden, perdemos, un mercado que costó sangre, sudor y lágrimas conquistar.
¿Qué hizo el gobierno en estos últimos 4 años? ¿Es negligencia, estupidez, castigo ideológico o todo eso junto? Hemos perdido mercados y hemos perdido puestos de trabajo. No somos competitivos en el mundo. Pero el mercado interno también se cayó y así no hay bodega que aguante. En 1970 se consumían 88 litros anuales por persona, en el 2012 apenas 23 litros. Alrededor de 4 veces menos. Muchos tienen que vender el mosto casi a precio vil para edulcorar bebidas en Estados Unidos. Y eso llena de bronca a toda la cadena de producción y elaboración del vino.
Ese es el vino triste que hoy también está presente en todas las protestas y reclamos.
No creo que se trate de un ensañamiento especial con el rubro. Todas las actividades vinculadas al campo están padeciendo y no solo incendios, sequías e inundaciones. También sufren la ignorancia y la mala fe de los que gobiernan.
El campo en la Argentina cristinista parece el campo del enemigo, o un campo minado. Es el territorio de todas las maldades. Muchas incomprensibles. Como la destrucción sistemática de las silobolsas, o la persecución policial de la AFIP. El Plan Estratégico Alimentario de Cristina preveía llegar a las 160 millones de toneladas y apenas se están superando las 100. Hace 40 años que no se sembraba tan poco girasol.
Los molinos de trigo están con el 50% de su capacidad ociosa. El precio interno del maíz se desploma y no se aprueban permisos de exportación. Los brasileños dedican el 25% de su soja a producir carne, nosotros apenas el 4%. Falta rentabilidad y reglas claras. Sobra arbitrariedad y corrupción.
Se produce menos leche, cierran frigoríficos y perdemos cabezas de ganado a borbotones. Hasta la venta de tractores cayó un 26% el año pasado y un 43% la comercialización de cosechadoras. Algo está pasando. Algo muy mal está haciendo el gobierno que no se ocupa ni se preocupa. Se acuerdan del campo sólo para meterle la mano en el bolsillo y veneno en sus organizaciones.
Está claro que la Virgen hace milagros. Pero no puede contra la estupidez humana y el poder fanatizado. La patrona de los viñedos quiere ver feliz a sus fieles, en pleno vino alegre. La patrona de los viñedos hace un gran esfuerzo. Pero no puede contra la patrona del mal.