Pareció un pre-anuncio que al poco tiempo se hizo realidad. Tiempo atrás -sólo algunas semanas- en nuestro matutino se publicó una nota que indicaba que se habían incrementado algunos costos en la industria y que el aumento en los combustibles que se aplicaría en el curso de este mes haría menos competitivos a los vinos argentinos en los mercados internacionales.
Al poco tiempo se conoció una nueva caída, muy preocupante, de la salida de nuestros vinos al exterior y también una baja en el mercado interno, aún cuando no se había producido el aumento en los combustibles.
De manera tal, entonces, que se trata de hechos preocupantes que la industria debe considerar y encontrar los caminos adecuados, como ya lo ha realizado en oportunidades anteriores ante fenómenos similares.
Debemos partir de la base de que la comercialización de vinos y la competitividad a nivel internacional pasan por un momento complicado. Porque, de acuerdo con lo señalado en el último informe de la Organización Internacional de la Vid y el Vino, el "efecto del Niño" afectó las cosechas de Argentina, Chile y Brasil, con caídas importantes en la producción, a nivel mundial el consumo tuvo un ligero aumento respecto de 2015.
Estados Unidos -nuestro principal comprador a nivel internacional- se confirma como primer consumidor mundial, mientras se ha estabilizado la caída en el consumo de los países europeos.
China sigue creciendo y se estima que podría superar los 17 millones de hectolitros.
Con relación a las exportaciones, se indica que la suma de todas ellas alcanzaría los 104,1 millones de hectolitros, descendiendo un 1,2 por ciento respecto de 2015.
En ese contexto internacional, se conoció que las exportaciones de vino fraccionado argentino sufrieron en setiembre una de las peores caídas, con una baja del 15,3 por ciento en relación a igual mes de 2016 y que en los primeros nueve mese del año la baja en la salida de vinos al exterior fue del 6,8 por ciento.
Sin embargo, el mayor inconveniente se presenta porque también se ha producido una caída importante en el mercado interno. Las cifras del INV muestran que en setiembre se produjo una caída del 7,6 por ciento respecto del mismo mes del año anterior y que la baja más pronunciada se da en los vinos varietales, que tuvieron una retracción del 23,5 por ciento. Los propios actores del sector, al referirse a esa situación, indicaron que mientras el vino tuvo un incremento promedio del 55 por ciento en las góndolas, la cerveza, su principal competidora, aumentó sólo un 11 por ciento.
El escenario es preocupante en razón de que mientras el vino se ve en la obligación de incrementar sus precios por el aumento de los costos, se produce una retracción en el consumo de los productos que no son de "primera necesidad" en el grueso de la población.
Un dirigente del sector graficó la situación señalando que mientras el vino juega en los niveles del "piso", porque las ganancias son mínimas para poder vender, los consumidores miran los niveles de "techo" porque deben adaptar su consumo al poder adquisitivo.
Referentes del sector atribuyeron la situación a un escenario económico adverso, difícil de revertir en el corto plazo, destacando que todo surge de la sumatoria de tres problemas: la suba de costos internos, el atraso cambiario y la falta de infraestructura.
Si nos atenemos a los hechos, cabría señalar que la situación no se ha modificado en los últimos dos años, aunque vale advertir que, a diferencia de lo que ocurría en el Gobierno anterior, las autoridades -incluyendo al propio Presidente de la Nación- están recibiendo a los referentes del sector en la necesidad de alcanzar algún tipo de solución.
En este marco, los reintegros constituyen un ítem esencial al que se podría recurrir para aliviar la situación.
No es la primera vez que la industria atraviesa por este tipo de inconvenientes y en todos ellos supo salir por lo que la expectativa favorable se mantiene.