Hay sucesos que marcan hitos, que dejan huellas... Y una muy grande que quedó marcada a fuego en la historia del fútbol mendocino es la página gloriosa -una de las tantas- que escribió Gimnasia y Esgrima en el Torneo Nacional de 1971.
Comandado por el Maestro Víctor Legrotaglie, el mejor futbolista mendocino de todos los tiempos, el Lobo y su vistosa escuela del toque, del juego asociado como método para fabricar los espacios y definir los partidos con goleadores de estirpe y punteros veloces, tocó el cielo con las manos.
Gimnasia y Esgrima, el elenco de Los Compadres, el que enloquecía a los rivales con entregas cortas, precisas y al pie, humillaba al San Lorenzo de Los Matadores en el propio Viejo Gasómetro de Avenida La Plata. Fue un 5 a 2 tan lacerante para el Ciclón como apoteótico para el Blanquinegro, aunque el Lobo le terminó haciendo precio al Azulgrana.
En aquel elenco cuervo había figuras de la Selección argentina de entonces como Rezza, Telch, Fischer, García Ameijenda y Ayala.
Pero eso poco le importó al Gimnasia del Víctor y su ballet, como tituló después la revista El Gráfico en su crónica.
Después de algunos minutos iniciales favorables al local, Gimnasia estampó su fútbol y fue erosionando el orgullo de un San Lorenzo que después del cuarto gol mendocino comenzó a golpear a mansalva.
De hecho, el Lobo Fischer se tiró a marcar con una plancha bastante fuerte y por eso el árbitro Goicoechea paró el partido, llamó a Legrotaglie a un lado y advirtió que no se hacía responsable si San Lorenzo comenzaba a pegar.
Que tocaran sí, pero para adelante. Ahí Gimnasia bajó el ritmo aunque el Víctor siguió tocando y al final el árbitro, con una sonrisa, no tuvo más que felicitarlo.
“Hoy Mendoza está de fiesta, vino el Víctor con su orquesta”.
Un Lobo para la historia.