El Víctor cumple 60

Legrotaglie, el mejor jugador de la historia del fútbol mendocino, debutó en Primera División el 14 de abril de 1956 en un partido contra Andes Talleres. Este jueves se cumplirá un nuevo aniversario de aquella tarde que marcó el inicio de la leyenda.

El Víctor cumple 60

El jueves se cumplirán 60 años del histórico debut de Víctor Antonio Legrotaglie, considerado el mejor futbolista mendocino de todos los tiempos, en la primera división de Gimnasia y Esgrima.

Se recuerda que fue la tarde del sábado 14 de abril de 1956, en la apertura de la segunda fecha del torneo de la Liga Mendocina de Fútbol, cuando en la vieja cancha de Andes Talleres el local, que era el campeón de la temporada anterior empató 2 a 2 con el Lobo del Parque. No solo eso, porque el Víctor marcó también su primer gol oficial de los 108 que señaló tras su larga trayectoria de 523 partidos, que se prolongó durante 21 años, hasta 1977.

Con los colores Blanquinegros en la mayor parte de su carrera (450 cotejos y 95 goles), además de su paso por Chacarita Júniors (9 y 0), Atlético Argentino (21 y 4), Atlético de la Juventud Alianza de San Juan (12 y 0), Independiente Rivadavia (12 y 1), Américo Tesorieri de La Rioja (4 y 0) y la Selección Mendocina (15 y 8).

Lo notable es que el llamado Maestro, como se lo conoció en su extensa carrera por su calidad, habilidad, perfecto dominio de la pelota e inigualable chanfle, que el próximo 29 de mayo cumplirá los 79 años de edad (29-05-37), nunca había jugado en las divisiones inferiores. El Víctor provenía de la Liga Lasherina de Fútbol, donde se había hecho muy conocido en el equipo de la Sociedad Italiana 5 de Octubre, un club de barrio que había fundado su abuelo Vito y que dirigía su tío Pancho.

A partir de aquella inolvidable presentación frente a los Azulgranas cuando apenas tenía 18 años de edad, en la que le hizo un gol al recordado Pelado Juan Carlos Moreno en momentos en que el juego se encontraba igualado en un gol, Legrotaglie se ganó el puesto de titular y durante ese torneo completó 21 cotejos en la primera gimnasista.

Ese campeonato convirtió otros 4 tantos: Deportivo Maipú, Leonardo Murialdo, Huracán Las Heras e Independiente Rivadavia. Para su alegría personal, fue el autor de la única conquista en el tradicional clásico del fútbol local que se jugó el 13 de octubre de 1956, que se definió 1 a 0 a favor del Lobo.

El Maestro siempre ha recordado no solo su debut en la primera, sino también sus inicios en la Sociedad Italiana 5 de Octubre, aquel club familiar que había formado su abuelo Vito y dirigido su tío Pancho: "Me acuerdo que los vecinos se reunían todos los fines de semana y que venía gente de todo el departamento. Se celebraban cumpleaños y casamientos, se organizaban bailes y quermeses y se festejaban los carnavales.

“Los mayores iban a jugar a las bochas, al billar, al truco y al dominó y los más chicos al papi fútbol en una canchita toda de baldosas rojas, que también era el color de nuestra camiseta. Además todos los días a la salida de la escuela los chicos y los más jóvenes jugábamos a la pelota hasta bien entrada la noche en cualquier potrero o baldío del barrio donde vivíamos. Algunos de aquellos pibes del 5 de Octubre llegaron a la primera del Globo, como el Nicho Diéguez, que fue un gran arquero; el Negro Castro, mi compañero en el Lobo; el Rafa Carrizo y el Mortadela Rojo. Salimos campeones del torneo Evita y en la Liga Lasherina recuerdo los duelos contra Tamarindos, Honor y Patria y Patricias Mendocinas. También tengo presente a otros amigos de esos tiempos, como el Milico Victoria, Carlitos Villalba, el Negro Pino, Roberto Fernández, el Pingüino Casanovas, el Tulo Rojo, Guillermo Ledesma, Roberto Fernández y el Machito Coria".

El Lobo
Así cuenta sus primeros días en Gimnasia y Esgrima: "No me gustaba mucho ir a la cancha, porque lo único que yo quería era jugar a la pelota, pero a comienzos de 1956 fui a ver un amistoso de Gimnasia contra Gutiérrez en la cancha de Argentino. Para poder entrar gratis había que llevarle el bolso a algún jugador de la primera; yo se lo llevaba al Chupino Cardone y así me dejaron pasar. Justo en la entrada me vio el Mona García, que ese día era el técnico interino del Lobo y que me reconoció porque me había visto jugar en los potreros: '¿Pero, usted no es el pibe que juega en los campitos de Las Heras?'. Yo era muy menudito, pesaba como 55 kilos, y también me ubicó porque yo tenía todo el pelo enrulado.

“El Mona recorría el departamento en bicicleta viendo chicos que tuvieran condiciones y después el club le compró una motoneta para que continuara ese trabajo. Me invitó a jugar y me puso en el segundo tiempo en reemplazo de un compañero que se había lesionado porque era un amistoso y se podían hacer cambios. Goleamos 6 a 2, convertí dos goles y en la semana me llevó a la Liga a firmar. Mis tíos, que eran fanáticos de la Lepra, querían que yo jugara en Independiente, pero cuando me vieron en los Azules dijeron que yo era menudito, muy delgadito para ser futbolista. Después se arrepintieron, al igual que los dirigentes de Huracán Las Heras, pero ya era tarde porque había firmado para Gimnasia”.

El debut
Ya en aquel debut de hace hoy 60 años Los Andes elogió -la primera de infinidad de alabanzas- al Víctor: "En el segundo tiempo volvió a predominar la visita y en las postrimerías de la etapa Legrotaglie, joven elemento que impresionó muy bien, puso en ventaja a su equipo con un gol de excelente factura, poniendo así justicia en los números".

Destacó Los Andes en la página 12 de esa edición del domingo 15 de abril de 1956: "Ayer resultaron empatados los matches de fútbol" (también se habían enfrentado Boca Juniors y Atlético San Martín, que habían igualado 2 a 2).

En otro título podía leerse: "Lucido fue el cotejo del campeón con Gimnasia y Esgrima". En una de las fotos publicadas aparecía el equipo del Lobo, obviamente con el Víctor por primera vez como titular.

Recuerda Legrotaglie, acompañado de sus dos grandes amigos Carlos Benítez y el Tucho Eduardo Méndez: "Para mí resultó un sueño increíble llegar a la primera de Gimnasia, donde en esos tiempos sobresalían figuras del nivel del Panza Videla, el Negro Castro, Domingo Espejo, Pedro Grima, Felipe Vieyra, el Negro Juan Antonio Pérez, Jorge Abate y otros.

“Al principio sentí como un nudo en el estómago, tenía un poco de nervios. Pero me tranquilicé apenas la pelota llegó a mis pies y comencé a hacer lo que más sabía: tocar, desmarcarme, pisarla y tratar de meter algún caño, aunque pareciera irresponsable porque realmente era un desconocido. Lo bueno es que en Gimnasia se podía jugar porque en esa época ya existía el culto por el buen juego, la pausa y el toque. Eso me favoreció mucho por mi estilo y mi manera de sentir el fútbol. Además, tuve la inmensa fortuna de señalar mi primer gol justo a un arquero de los pergaminos del Pelado Moreno, quizás el mejor de entonces.

“Lo cierto es que quedé como titular y que jugué todo el campeonato. Me acuerdo que aquella noche vinieron todos mis amigos a saludarme y a felicitarme y que hicimos un asado. Hasta estuvieron mis siete tíos que eran fanáticos de la Lepra. La primera plata importante que gané con el fútbol, como unos 12.000 pesos, se la di a mi viejita, que aprovechó para hacer varios arreglos en la casa donde vivíamos y a mí me compró una motoneta. Pareciera que fue ayer... pero han pasado 60 años”.

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