"No des por cierto que, porque muchos lo crean, sea verdad. Créelo después de someterlo al dictamen de la razón." E. Kant
El veto es la facultad que tiene el presidente de la Nación para desaprobar o impedir que una ley sancionada por el Congreso entre en vigencia.
Es una herramienta netamente republicana, establecida en nuestra Constitución, para el ejercicio del poder presidencial, que funciona como una balanza que equilibra la relación entre los poderes Legislativo y Ejecutivo.
Es una medida de defensa del presidente que suspende o impide la entrada en vigencia de un acto que, de promulgarse, impediría su gestión, invadiría su campo de acción o lesionaría el ejercicio de la Constitución.
La principal argumentación para vetar, por parte del presidente Macri, fue la inconstitucionalidad de la ley sancionada por el Congreso cuyo objetivo era retrotraer las tarifas a valores de noviembre de 2017, argumentando que la potestad de fijar tarifas pertenece al ámbito del presidente de la República.
Aclarado este aspecto que muestra la característica netamente republicana de la acción de vetar por parte del Poder Ejecutivo, veamos el análisis desde el punto de vista sociológico, tanto en sentido amplio como desde la sociología política.
¿Por qué siempre tiene un costo político vetar una ley sancionada por el Congreso?, ¿quién se perjudica con ello?, ¿queda vulnerada la democracia, tal vez la República?
Es aquí donde conviene pasar nuestras normas y conductas culturales, en este caso la conducta política de nuestra ya "tradicional" dirigencia, por el filtro de la razón para ver su profunda irracionalidad y como está afectada por los sentimientos más contradictorios.
Así el peronismo, la verdadera oposición al gobierno, en cualquiera de sus vertientes actuales, definido por el periodismo y los analistas políticos como peronismo blanco, duro, moderado, puro, panperonismo, negociador, dialoguista, malo, bueno, francés, serio, racional, bien pensante, renovador, normal, federal, justicialista, no cristinista, cristinista, de los gobernadores, se unió y estrechó filas para sancionar esta ley "anti-tarifazo" y forzar el veto presidencial.
Para este peronismo el veto fue una medida antirrepublicana e "inmejorablemente" impopular, por cuyos costos va a pagar Macri y Cambiemos.
Veamos el republicanismo del peronismo en estos treinta y cinco años de democracia recuperada:
* Del total de vetos, 388 que fueron establecidos por el Poder Ejecutivo de la Nación, el 75% es decir 291, fueron producidos por el peronismo "republicano"(?!).
¿Cómo se forma el guarismo?: Menem 195 vetos, Duhalde en solo un año y 4 meses, 37, Néstor Kirchner 38 y Cristina Fernández 21, incluido el veto del 82% móvil para los jubilados.
Veamos ahora su carácter netamente impopular.
* Esta ley fue votada por los representantes del interior del país, tanto diputados y senadores, para beneficio de la provincia de Buenos Aires y ciudad de Buenos Aires, ya que volvía a concentrar los subsidios en estas dos áreas urbanas, pero de estos habitantes, los más favorecidos no eran los sectores populares que ya venían subsidiados, sino las clases media-alta y alta.
De este modo, los representantes provincianos prefirieron hacer valer su apoyo a estos segmentos sociales, que a los ciudadanos del interior que ellos representaban, cuando esta ley, además de no prever los fondos para su financiamiento, significaba un impacto fiscal de 110.000 millones de pesos en dos años que sí debíamos pagar la totalidad de los argentinos.
Con datos de A. Boresztein la cifras son las siguientes: de los casi 8 millones de hogares que tienen gas el 20% paga tarifa social, el 30% paga menos de 500 pesos y el 15% paga menos de 1.000. Es decir hay un 65% de hogares que no pagan o pagan menos de 1.000 pesos. El 35% restante paga desde 1.000 pesos para arriba, incluido el 10% que viaja por Miami y Europa y que podría pagar mucho más.
¿Cómo se debe interpretar esta conducta, muy arraigada en estos treinta y cinco años de nuestra adolescente democracia pero profundamente irracional frente a los dictados de la razón?:
* Prefirieron, estos diputados y senadores, el populismo y la demagogia pre eleccionaria, creyendo que así se ganaban el apoyo del principal distrito electoral.
Según su vieja y antigua cultura política, especularon con que en el interior la gente no sabe, no le interesa o no sigue el desempeño de sus representantes, porque si algo tiene esta vieja cultura política es la ausencia total de un contralor de los ciudadanos sobre sus representes.
Pero veamos la situación real de las conductas humanas puestas a votar en este proceso de cambio y para ello tenemos el ejemplo del veto del presidente Macri a la "ley anti despidos" en mayo de 2016, muy impopular ella, ya que la vetó porque impedía el despido de trabajadores por 180 días e implementaba la doble indemnización.
Más impopular que esto es difícil de encontrar.
Veamos cómo influyó esta medida "tan impopular" un año y medio después, con motivo de las elecciones de octubre de 2017.
Como estamos en una transición de un cambio cultural, aunque muchos políticos se resisten a aceptarlo, donde el pasado presiona cada vez menos sobre el presente y hay cada vez más gente que no quiere volver para atrás, los votantes le volvieron a propinar la segunda paliza más grande de su historia al peronismo y votaron al "vetador" Macri y a Cambiemos, quienes volvieron a ganar en los principales centros urbanos y la provincia de Buenos Aires.
En consecuencia, de seguirse con la misma lógica, se hace muy difícil y absurdo pensar que el actual veto influya en las próximas elecciones, porque lo que sigue estando en juego es el pasado con estas conductas políticas ahistóricas versus el futuro nuevo y diferente.
Pareciera que el peronismo necesitará de una tercera derrota en el 2019, para empezar a pensar en serio en ser lo que nunca fue: un partido que defienda de verdad los valores de la democracia republicana.