El Vaticano decidió redoblar la apuesta y reclamó el llamado a elecciones presidenciales en Venezuela. Fue la reacción de la Iglesia frente al anterior pedido de diálogo entre oficialismo y oposición, que despertó dos reacciones diferentes: los opositores se quejaron por la carencia de una definición concreta, mientras Nicolás Maduro aprovechó el momento para profundizar su autoritarismo. Mientras ello ocurre, las marchas opositoras reclamando el llamado a elecciones persisten y aumenta el número de muertos como consecuencia de la represión policial y militar.
Resulta difícil de explicar lo que está sucediendo en el país caribeño. No se puede entender que el presidente de la Nación, aquel que debe guiar los destinos de millones de venezolanos, asegure públicamente que el mentor de la revolución, Hugo Chávez, se reencarnó en un pajarito para guiarlo sobre cómo gobernar el país y, pese a las críticas volver a insistir meses después, dejándose filmar por la televisión pública hablando con unas vacas y exhortándolas a votar (¿?) por él en unas futuras elecciones. Un presidente que desconoció la voluntad popular que reclamó la convocatoria a elecciones para revocación de mandato, con millones de firmas y que decidió avanzar sobre el Congreso nacional porque estaba manejado por la oposición y desconocía a la "revolución". Un primer mandatario que permite que las marchas a su favor se realicen libremente en las calles de Caracas, mientras a las movilizaciones opositoras les cierra las rutas de ingreso al centro urbano y las reprime duramente, con un costo de más de 59 muertos (el último, un joven de 17 años el viernes).
Continuando con las situaciones controvertidas, es necesario hacer alusión al hecho de que Maduro, basándose en las bondades de la "Constitución bolivariana", que sostiene en cada uno de sus discursos, convoque a una convención constituyente para modificarla, para lo cual decidió también que, de 500 convencionales, la mitad debía ser elegida por las "asambleas populares" que le responden directamente a él y el restante 50% por el "voto popular". Un mandatario que mantiene encarcelados a los principales miembros de la oposición, culpándolos de actuar en contra de los intereses del país, mientras paralelamente decide expulsar de su gabinete a la ministra de Salud, Antonieta Caporale, por haber aceptado que en 2016 la muerte de neonatos creció 30,12% más que el año anterior y que se había producido un aumento de los casos de dengue y de malaria en el país.
A lo largo de meses, Maduro hizo caso omiso de las críticas y a los reclamos que surgieron desde diferentes jefes de Estado y de la Organización de Estados Americanos, mientras el Mercosur decidió suspender a ese país hasta que recupere el Estado democrático. En ese esquema, El Vaticano había formulado un llamado al diálogo entre oficialismo y oposición a los efectos de lograr los acuerdos necesarios. Para los opositores se trató de un planteo demasiado débil ante las actitudes autoritarias del primer mandatario, mientras el oficialismo decidió continuar la marcha que le permita mantenerse en el poder. Sin embargo, días atrás, durante la canonización de los pastorcitos de Fátima, en Portugal, el cardenal Pietro Parolín, secretario de Estado de la Santa Sede y número dos del Papa Francisco fue claro y explícito:
"Ahí (en Venezuela) se necesita mucha buena voluntad por parte de todos, comenzando por el gobierno, que debe tomar en cuenta el clamor del pueblo y buscar soluciones. Yo creo que las soluciones son las elecciones", aseguró el prelado, quien conoce muy bien lo que está pasando porque fue durante años nuncio apostólico en el país caribeño. Es de esperar entonces que el presidente venezolano se haga eco del llamado del Vaticano y decida convocar a elecciones libres para democratizar definitivamente a un país que se encuentra sumido en el caos originado por la implementación de una política que ha provocado hambre, desabastecimiento y muerte en las calles por la represión a los reclamos.