El Vaticano junto con obispos de Europa y otras regiones están proponiendo directrices para la venta o reutilización de iglesias católicas para asegurar que conserven su herencia cultural y beneficien a la comunidad, no al comercio.
En momentos que algunas iglesias son convertidas en discos, heladerías o directamente demolidas, las normas sugieren que si la iglesia no puede ser entregada a otra colectividad cristiana, que al menos se la use para fines culturales o sociales. Estos pueden ser un museo, una biblioteca o una sala de conferencias, un comedor popular o un centro de ayuda a los pobres.
Las normas fueron elaboradas en una conferencia en el Vaticano a la que se dio un título intencionalmente provocador: "¿Dios ya no vive aquí?" La jerarquía católica es consciente de que tiene iglesias que ya no puede mantener, sobre todo en Europa.
En un mensaje leído en el inicio de la conferencia, el papa Francisco exhortó a los delegados a recordar que las iglesias y el arte religioso que contienen "son testimonio de la fe de la comunidad". Toda decisión sobre su uso futuro debe tener en cuenta las necesidades de los pobres y ser tomada "en diálogo" con la comunidad, añadió.
Francisco dijo que el hecho de que ciertas iglesias han dejado de ser necesarias “debe ser recibido en la iglesia no con ansiedad sino como una señal de los tiempos que nos invita a la reflexión y nos obliga a adaptarnos”.
La conferencia, en la que participan académicos, obispos y funcionarios eclesiásticos de Europa, América del Norte y Australia, analizó cómo las diócesis manejaron ciertos casos de propiedades envejecidas y caras.
Monseñor Pawel Malecha, un especialista en derecho canónico, citó estadísticas alemanas según las cuales en el país se cerraron más de 500 iglesias entre 2000 y 2017.
En tanto, en Holanda se estima que dos tercios de las 1.600 iglesias católicas serán cerradas en los próximos 10 años.