El valor de los comedores ante la crisis

Es ímproba la labor de las organizaciones sociales que dan alimentación a un número muy extendido de hogares en la marginación y la pobreza.

El valor de los comedores ante la crisis
El valor de los comedores ante la crisis

En pleno invierno y mucho antes de la crisis económica financiera de los últimos días, el gobierno de Mendoza había pedido cubrir 8.000 raciones más para reforzar la asistencia alimentaria que en ese momento recibían cerca de 220.000 personas. Lamentablemente, la situación empeoró y ese universo de necesitados debe haber crecido en un número sustancial.

Desde el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina para la fecha que señalamos -julio pasado- preveían un incremento en el índice de pobres "de forma importante" a causa de los procesos inflacionarios y devaluatorios.

La situación entonces para esos grupos de la población que viven con pocos ingresos y que se auxilian con el régimen de Asignaciones Familiares es muy dura, con principal afectación a los niños que necesitan de una alimentación de por los menos tres comidas, que a veces no tienen.

Baste remitirse a fundaciones como Accionar o el Banco de Alimentos. La primera de las entidades ya hace tiempo que decidió reforzar las meriendas en sus unidades de atención, como por ejemplo el barrio San Martín, "día en el que los chicos llegan con más hambre, porque no comieron durante el fin de semana", como explicaba la titular de esa organización, la licenciada Vilma Jilek. Lo mismo ocurre en el Banco de Alimentos y otras instituciones que atienden a sectores en estado de pobreza.

En orden a este crítico cuadro de situación, familias que residen en Ugarteche (Luján de Cuyo) demandaron, sin llegar a hechos de violencia, en la Subsecretaría de Inclusión y Familia del municipio sureño, módulos de comida para compensar sus magros recursos. Asimismo, solicitaron a las autoridades municipales el aporte de herramientas y semillas para hacer huertas agrícolas en los fondos de sus precarios hogares, y de esa manera obtener alimentos y no tener que ir a comprarlos.

Queda evidenciado que en el nivel provincial estamos necesitando un mayor presupuesto para asistir a los distintos comedores infantiles.

Lógicamente, ese aporte es algo necesario y perentorio. Sin embargo, hay medidas de fondo que se deben implementar para que los programas de ajuste estructural no vayan en desmedro de la situación alimentario-nutricional definitiva.

Una propuesta que formulan quienes sostienen las asociaciones que dan de comer a los sectores más desposeídos, es la de incluir en los proyectos agrícolas el componente referido a nutrición

Es necesario intensificar la educación en nutrición, porque el problema implica, además del sustento de la educación en sí, que de una u otra forma es preciso que llegue a todos los rincones del territorio.

Evidentemente, existen varios factores a considerar en educación alimentaria. No sólo debemos mantenernos actualizados en la ciencia de la Nutrición propiamente dicha, sino también, en el panorama económico, cultural y social.

Si estos cánones no se cumplen, la alimentación sufre un deterioro, especialmente en familias de magros recursos. El valor nutritivo de la dieta será deficiente, y a ello se deberá un alto número de individuos con patologías diversas.

En los escolares sería útil que existiera una ficha alimentaria, con datos mínimos: peso actual, el que le corresponde, talla y edad.

La especialista en estos temas licenciada Ana Araniti reconoce que lo urgente, lo inmediato, es atender la provisión de alimentos de gente que está en dificultades muy serias de poder proveerse el bocado diario. Pero, en paralelo insiste en aprender a llevar una vida sana en los aspectos físico y espiritual, y comenzar a tomar conciencia de la nutrición adecuada y prevenir enfermedades de la nutrición.

Pero, golpea -y muy duro- que siga subiendo ese número de más de 220.000 seres que deben ser auxiliados para comer, en los que hay muchos niños y ancianos. De manera primordial y urgente deben acceder con más seguridad a la alimentación cotidiana.

Por eso, es elogiable la labor que cumplen los comedores y otros espacios que brindan asistencia a un amplio número de habitantes. Hay que ver cómo se hace para que se mantengan en su misión, mientras se corrigen los problemas de fondo que llevan a la indigencia a tantas familias.

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