El valor de las terceras fuerzas

En estas elecciones es muy probable que ningún frente alcance mayoría propia en el congreso.

El valor de las terceras fuerzas
El valor de las terceras fuerzas

En el desarrollo de la campaña electoral se profundizó aún más la polarización entre los principales candidatos. El problema de esta grieta es que los desafíos que enfrentará el próximo presidente serán muy serios y va a requerir vocación de diálogo porque ninguno podrá por sí solo organizar la orientación del país.

La República enfrenta una delicada situación, y la Nación no cuenta con recursos para hacer frente a los pagos a corto plazo de las obligaciones de la deuda externa que contrajeron los últimos gobiernos. Para enfrentarla hay que plantear un plan de pagos a los acreedores que debe implicar explicitar un proyecto fiscal que asegure que se pueda reactivar la economía para convencer a los acreedores de que podrán cobrar sus créditos.

Por otra parte, deberá acordarse un programa social de emergencia y formas de financiamiento, que pueden pasar por nuevas formas de distribución de impuestos, rebajas del gasto público o aumentos de algunos gravámenes. Cualquier decisión que se tome deberá contar con el consenso de la mayoría porque la sociedad está muy sensible, con hartazgo de crisis y molesta por la alta presión impositiva.

La situación es muy compleja porque se debe generar confianza para que vuelvan los capitales que se han fugado y así lograr que el aparato productivo pueda ponerse en marcha. Además, deberá encararse un programa que mejore en el tiempo la eficiencia de las prestaciones del Estado en todos sus niveles, lo que requerirá una buena coordinación con los gobernadores y de estos con los intendentes.

Pero la tarea más ardua será la de pacificar los espíritus,  un desafío para todos los dirigentes, tanto oficialistas como opositores. Las terceras fuerzas deberán jugar un rol fundamental. Ese papel no será sólo el de asegurar mayorías sino de tratar de mediar con las partes para que todos entiendan que no son horas de dogmatismos sino de deponer algunas exigencias para tratar de conciliar.

Lamentablemente, estas elecciones llegan con el país en crisis, con el mundo en una profunda desaceleración y una caída de los precios de los principales productos exportables. Éstas han sido algunas de las causas que han desnudado serias deficiencias en varios países de la región que debieron recurrir a planes de ajuste, resistidos por las poblaciones.

Los argentinos venimos viviendo nuestros propios problemas, que se agravan con el panorama internacional, que no permite pensar en una recuperación rápida. Esta situación puede llegar a enfrentar al próximo presidente con las necesidades y ya no valdrán culpas. Hay que dar soluciones idóneas, lo que requiere de creatividad pero, sobre todo, de mucha humildad de toda la dirigencia política, para asegurar la paz social.

Hoy vivimos horas muy complejas y lo serán mucho más al día siguiente de las elecciones. Lo pide la población,  los empresarios y los acreedores. Lógicamente también lo pedirá el Fondo Monetario Internacional, que es el mayor acreedor individual. Otra vez, las terceras fuerzas pueden jugar un papel vital para asegurar la paz social. Deberán desplegar toda su capacidad de negociación y empatía para arrimar a sectores que, hoy, están muy lejanos.

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