Bajo el título de “Pesadilla americana. El cine de David Lynch”, el periodista y crítico porteño Pablo Suárez ha escrito un libro de más de 100 páginas en el que se sumerge en la obra fílmica del creador de “Terciopelo azul”, “Corazón salvaje”, “Twin Peaks” y “El camino de los sueños”, entre otros grandes títulos.
El trabajo, primero de su tipo en el país y en América Latina, explora las complejidades del intrincado universo onírico del cine de Lynch, plagado de seres siniestros, contrastes y dobleces.
Desde sus primeros cortometrajes (“Six Men Getting Sick”, “The Alphabet” y “The Grandmother”), hasta su último largo, “Inland Empire” de 2006, Suárez analiza con claridad la génesis de todas las películas de este gran cineasta estadounidense, establece vínculos generalmente inadvertidos con algunas de sus mayores influencias, además de revelar y describir las constantes temáticas y estéticas que lo convirtieron en un artista único en su estilo.
Con prólogo del cineasta Diego Lerman y edición de Cuarto Menguante, “Pesadilla americana” es una investigación basada en la lectura de una profusa bibliografía, el estudio minucioso de la filmografía de Lynch y el resultado de una fluida reflexión de Suárez sobre la obra del cineasta, “una experiencia dinámica de producción de contenidos e intercambio de conocimientos” a partir de una serie de talleres que ofrece mensualmente sobre su obra.
En un pasaje sobre “Terciopelo azul” (1986), Suárez arriesga una opinión que bien vale para todos las películas de Lynch: “Así se conjuga una sensación de desorientación e inquietud que hace que la experiencia cinematográfica de viajar dentro de este universo sea casi surrealista, mucho más todavía por la textura onírica de algunas secuencias y por una articulación narrativa anclada en asociaciones y fragmentos según la lógica inconsciente del sueño”.
“Lynch es un director profundamente autoral, al que le cabe el título amplio de posmoderno en función de las operaciones estéticas que hace, porque toma un poco de todos lados pero el resultado es algo totalmente nuevo y original, y no sólo la suma de las partes”, explicó Suárez sobre su gusto por mezclar -”sin que se noten las costuras”- cine fantástico, melodrama, policial, terror psicológico, gótico americano, surrealismo y comedia del absurdo, entre muchos otros géneros.
Luces y sombras
En una entrevista reciente, el crítico opinó que “Lynch debería estar en el top 20 de la historia del cine, porque es un cineasta que logra conmover desde su estética y su narrativa, pero también emocionalmente. Marca un antes y un después en las posibilidades de expandir el relato cinematográfico. Y creo que en sus films no hay calculo, sino una gran y genuina originalidad”.
Como surge de la lectura del libro, Lynch “plantea ambigüedades y ambivalencias en las motivaciones, los deseos y sentimientos de sus personajes. Lynch propone dobleces, muestra que todo tiene un reverso, y eso creo que es bastante cotidiano, porque la realidad no es tan lineal como parece”.
“Hay una cuestión en Lynch que tiene que ver con la oscuridad, con zonas oscuras de las personas, el alma y los deseos. Como los policiales negros, que están llenos de traiciones y maldad, sus films se anclan mucho en el contraste entre luces y sombras y en contrastes entre lo ético y no ético, lo puro y lo corrupto. Casi todo su cine está articulado a partir del contraste”, sostuvo Suárez.
El crítico señaló que “si hay algo perturbador en sus películas eso es justamente cierta dualidad entre la luz y la oscuridad. Hay una pulsión de vida hacia lo bello y armónico y una pulsión de muerte, un perfecto opuesto, mucho más carnal y oscuro. Lo inquietante que plantea Lynch es que sus personajes no se pueden quedar en ninguno de los dos lados, tienen una gran dificultad o una imposibilidad de situarse en un lugar y elegir”.
Según Suárez, “otro elemento inquietante es cómo Lynch maneja lo siniestro, que tiene que ver con aquello ominoso, oscuro y monstruoso que puede salir y desprenderse de lo familiar y lo conocido. En ese sentido creo que su obra no habla únicamente de los Estados Unidos, porque si bien sus ideas, hipótesis y universo son profundamente americanos, la esencia de lo que narra está en cualquier lado”.
Criterios
En relación a su forma de trabajo, es decir el criterio de análisis que puso en práctica para escribir sobre cada film, Suárez sostuvo: “Siempre me pregunto de un modo casi ingenuo el por qué y para qué hacen las cosas que hacen sus personajes, qué pierden, qué ganan, porque para mí son como personajes de la vida real. Y así los pienso y analizo de manera intuitiva y emocional, como si eso estuviera pasando frente a mi. Por eso uso los mismos criterios que usaría para analizar la vida real”.
A partir de ese análisis se desprende que Lynch “tiene obsesiones, temas o núcleos que claramente son recurrentes: lo siniestro, la dualidad, los caminos por donde te lleva el deseo (en algunos casos el deseo es de fuga, la búsqueda del amor y el precio que se paga por eso) y lo onírico, pero no como un tema en sí mismo sino como un modo de articular otros temas, como un vehículo o relato para contar sus historias”.