El trágico enero de 1997: cuando los ríos secos se cargaron de agua y de muertos

Hace 23 años, la provincia fue testigo de una de las mayores tragedias, donde la naturaleza fue cómplice y principal protagonista.

El trágico enero de 1997: cuando los ríos secos se cargaron de agua y de muertos
El trágico enero de 1997: cuando los ríos secos se cargaron de agua y de muertos

En el mes de enero, pero del año 1997, Mendoza sufrió una extraordinaria e inusual crecida de los  ríos secos Minas, Las Avispas y Cacheuta, como consecuencia de las fuertes lluvias que arrancaron en la precordillera y que se extendieron hasta Potrerillos.

Así, a media tarde del miércoles 15, la carpetas asfáltica de la ruta provincial 84 fue prácticamente "borrada" por la masa de agua que arrastraba a su paso piedras, árboles, barro y también algunos vehículos.

La imprudencia del conductor de un Chevrolet Monza -con patente de San Pablo (Brasil)- que viajaba con toda su familia, al intentar pasar por uno de los cauces caudalosos, hizo que la corriente arrastrara al vehículo y lo desplazara a más de 3 kilómetros aguas abajo, con la consecuente pérdida de la vida de todos sus ocupantes.

El conductor, desconocedor de la fuerza del agua y sin hacer caso a las advertencias que desde un costado de la ruta le hacía un grupo de camioneros, optó por encarar el badén del río seco de Las Avispas. Pero su intento se vio abortado y, al momento de tomar contacto con las aguas, hizo que el vehículo comenzara una descontrolada danza que terminó en una serie de trompos.

Después la correntada, arrastrando piedras y barro, terminó tapándolo. La altura del agua en ese lugar superaba el metro de altura.

Según lo señalado por los mismos camioneros que habían alertado del peligro de cruzar, "lo último que alcanzamos a ver fue a los niños sacando los brazos por las ventanillas, como pidiendo auxilio".

Un rescate de varios días

El siniestro ocurrió a las 5 de la tarde, pero el primer cuerpo fue encontrado a las 10 de la mañana del día siguiente. 

Se trataba de Alejandra Chumbo Gonzálvez, una chica de 15 años que ocupaba un asiento en el Monza brasileño, auto que, totalmente destruido, había sido encontrado 10 kilómetros antes.

El hallazgo lo hizo un baqueano de apellido Rojas que, a caballo, recorrió las zonas afectadas por las crecidas de los ríos secos.

Personal de Vialidad Provincial, bomberos y la Policía de Mendoza (unas 300 personas en total) trabajaron codo a codo, bajo una pertinaz lluvia, para concretar los rastrillajes en distintas direcciones que permitieran dar con el paradero de las personas que se encontraban desaparecidas.

Otra mayor -Sheyla, de 17 años- fue encontrada en la zona de Álvarez Condarco y su cuerpo fue transportado a la subcomisaría de Potrerillos, lugar que se transformó en el centro de las operaciones y en una improvisada morguera.

Otros accidentes

La triste escena de esos ríos secos, pero en ese momento desbordados por las aguas, se complementó con un camión del que fue imposible identificar marca y características y al que le faltaba la cabina y que también fue arrastrado por la correntada.

El chofer, identificado como Hugo Armando Morales (55), de nacionalidad chilena, murió y su cuerpo fue encontrado sobre la margen izquierda del río, a varios kilómetros de distancia.

El rescate, en este caso, estuvo a cargo de personal de Caballería de la Policía de Mendoza.

Otro camión, en este caso marca Internacional, conducido por el chileno Alfonso Moraga, después de impactar contra una gran piedra que había sido arrastrada por la fuerza del ennegrecido líquido quedó detenido y a la deriva. Y su conductor, después de soportar los embates del agua, optó por subirse sobre la carga de la máquina, en donde aguantó hasta que el temporal pasó y así salvo su vida.


Daños. La calzada de la ruta 84 fue prácticamente borrada por el paso del agua.  | Archivo / Los Andes
Daños. La calzada de la ruta 84 fue prácticamente borrada por el paso del agua. | Archivo / Los Andes

“Nunca vi algo igual’’

Para los memoriosos “nunca hubo una tormenta así, por lo menos -dijo un viejo residente en la zona- en los últimos 25 años’’.

Los socavones y el asfalto levantado en varios kilómetros eran muestras visibles de la magnitud de la correntada por más de 50 kilómetros de un recorrido sin orden ni rumbo y arrastrando todo a su paso.

Algunos animales muertos, piedras y árboles fueron depositados por la fuerza del agua en lugares no habituales.

Y si bien la gente de la zona no salía de su asombro sobre la violencia del agua, muchos otros -simples curiosos- optaron por realizar un paseo "turístico'' por el lugar, pese a las expresas disposiciones de la Policía de Mendoza de no permitir el paso de vehículos o personas.

Otro triste hallazgo

Cerca de las 16 de ese viernes fue encontrado el cadáver de Enrique Alamiro Contreras López, de 49 años de edad, conductor del Chevrolet Monza. Su cuerpo fue hallado a unos 35 kilómetros del lugar en donde había quedado totalmente destruido el automóvil y fue necesario cargarlo sobre el lomo de un caballo para trasladarlo hasta la destilería, en terreno de YPF, controlada por personal de Gendarmería Nacional.

Como ocurrió con los otros restos, Contreras López estaba totalmente desnudo y con visibles muestras de los golpes recibidos al ser arrastrado por la fuerza del agua. Más tarde fue llevado hasta la comisaría de Luján de Cuyo, y tras las tareas de Criminalística, fue derivado a la Morgue Judicial a los efectos legales.

Mientras que el cuerpo de Delfina del Carmen Núñez Valdivia apareció en Chachingo. Lo que demuestra que el cadáver de esta mujer recorrió 80 kilómetros desde el lugar en que encontraron el auto.

El hallazgo lo hicieron lugareños de la zona que recorrían el cauce del río en Maipú y la presencia del cuerpo destrozado fue delatada por caranchos que volaban en las inmediaciones.

Dudas 

En esos días también se hizo referencia a la existencia de nuevas víctimas. Entre ellas un minero, una familia de seis personas y un presunto acompañante del camionero ya encontrado, versión que terminó siendo desmentida.

Por eso todos los esfuerzos se pusieron en función de encontrar a la quinta pasajera del auto, la niña brasileña Daniela Chumbo Gonzálvez, que tenía 9 años.

Finalmente el cuerpo fue encontrado tres días después del siniestro, flotando en las aguas del río Mendoza en la zona de Costa de Araujo (Lavalle) a más de 100 kilómetros del lugar del siniestro.

Las razones

Según explicaron los meteorólogos en su momento, la fuerte tormenta de lluvia -con granizadas en algunas zonas- se generó por ''una depresión atmosférica en altura, asociada a una masa de aire muy cálida y húmeda".

''A ello se le sumó la aproximación de un sistema frontal frío, proveniente del sur, que incrementó las condiciones de inestabilidad ya existente y produjo las precipitaciones".

Como las mediciones del agua caída lo indican, las lluvias tuvieron más intensidad en el piedemonte del Gran Mendoza y en Las Heras. Por ejemplo en el dique Frías, al sur del Cerro de la Gloria, se registraron 44 milímetros de lluvia en sólo horas.

Mientras que en el registro de calle Boulogne Sur Mer y zanjón de los Ciruelos se anotaron 39 milímetros. El Servicio Meteorológico registró 45 milímetros de agua caída en El Plumerillo.

Sin embargo, nadie pudo determinar cuánta agua cayó al Sur del río Mendoza, en las cuencas de los ríos secos de Minas, de las Avispas y Cacheuta, los cauces secos que son atravesados por la ruta provincial 84 porque en la zona no hay pluviómetros.

Aunque testigos de la correntada -que no pudieron  cruzar- aseguraron que en el río seco Cacheuta, que corre hacia el Norte y desemboca en el río Mendoza cerca de Potrerillos (Kilómetro 44 de la ruta a Chile), la correntada alcanzó un metro y medio de altura.

Ocurrió hace más de 20 años y nunca se repitió una tragedia como aquella. Sin embargo, quedó en la memoria de quienes lo vivieron.

Las víctimas, entre el descanso y el trabajo

Los cinco pasajeros del auto siniestrado, residentes en San Pablo (Brasil), habían llegado a Santiago de Chile en los primeros días del año para pasar las vacaciones y en esa jornada retornaban a su país. Las niñas no eran hijas del matrimonio y se desestimó la desaparición de un bebé. Respecto al camionero chileno Hugo Armando Morales, de 55 años, se conoció que trabajaba para la empresa Trans América, la que envió a un representante para gestionar el traslado del cadáver al vecino país, oportunidad en que se aseguró que el chofer viajaba solo.

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