Independiente Rivadavia y Godoy Cruz se enfrentaron por el torneo de inferiores masculinos y dieron un ejemplo de que el deporte se puede disfrutar más allá de las rivalidades.
Dos hinchadas cantando sin agredirse, jugadores compartiendo un tercer tiempo más allá de lo que había pasado dentro del campo de juego y un trabajo de concientización importante es lo que se vivió en el Juan Bautsita Gargantini. Sin polícias, sin agentes de seguridad. Sólo con chicos y padres dispuestos a vivir una jornada deportiva.
Hay que destacar aquí el trabajo realizado por los delegados de ambos clubes: Walter Yencic y Pato Tapia, quienes se encargaron de hacer un gran trabajo previo. "La gran idea era compartir un día de futsal en paz como esta disciplina se lo merece por todo los que viene haciendo la federación. Teníamos que estar a la altura del futsal mendocino. Trabajamos para que la locura esa que tenemos los argentinos por el fútbol de once no se trasladara a nuestra disciplina. Mostramos que dos clásicos rivales pueden enfrentarse deportivamente y que todo termine en lo que pasa en la cancha", cuenta Tapia.
Mientras que Yencic nos ilustra: "hace mucho tiempo que trabajamos para esto. El año pasado lo hicimos con las primeras y no hubo ningún inconveniente y ahora pasó lo mismo con las inferiores. La clave es la comunicación. Ahora nos espera un tercer tiempo con un juguito, una tortita".
"Lo importante es la comunicación. Desde que ambas instituciones trabajamos viendo los dos punto de vista que tenemos, la situación ha salido muy bien", dice Tapia.
En los tres partidos (C-15, C-17 y C-20) los planteles formaron unidos y mostrando una bandera que decía "rivales, no enemigos" y a la entrada a cada asistente se le entregaba un panfleto en el que se hacía hincapié en que las personas que ocasionasen algún problema serían duramente sancionadas. "Solicitamos en especial a las familias que acompañen, que no generen comentarios cargadas a adversarios, como tampoco a los árbitros que tanto ayudan a este deporte".