La nueva propuesta de Mauricia Larriera, donde lo estético debe indefectiblemente ir de la mano con la eficacia, es tan saludable como arriesgada.
Y mucho más allá de entrar en la necesaria discusión de las bondades de la idea de un entrenador que pregona algo distinto, vale aclarar que en los dos partidos que Godoy Cruz jugó en la incipiente era del DT uruguayo, recibió cuatro goles que conceptual y materialmente eran absolutamente evitables. Fueron, ni más ni menos, errores propios, casi de principiantes. ¿Vale la pena arriesgar tanto de golpe?
Afirmar que Godoy Cruz perdió porque regaló un tiempo es caer en un análisis tan superfluo como liviano de concepto. El mérito de Atlético Tucumán fue tener estudiado a este Godoy Cruz y maximizar sus posibilidades a partir del conocimiento pleno del adversario.
Zielinski planificó el partido de manera inteligente y sus jugadores ejecutaron el plan a la perfección. Ni lerdo ni perezoso, el ex DT de Racing ganó el duelo por paliza.
Desde el sistema de juego y los intérpretes elegidos para llevarlo a cabo, la idea fue contundente. Armó un tridente ofensivo por detrás de Ismael Blanco (el faro de área) sin posiciones fijas, con rotación y la clara misión de presionar a Godoy Cruz. Con Barbona sobre Angileri, Núñez sobre Abecasis y el Pulguita Rodríguez jugando como falso '9' a espaldas del doble cinco Henriquez-Giménez, ahogó, presionó y abrumó al equipo de Larriera. Dejó sin salida a un Godoy Cruz testarudo que se empecinó en forzar sistemáticamente la salida por abajo y a partir del pie derecho de Leonardo Burián. Y así terminó…
Sin salida por los laterales y atado de pies y manos, Larriera se vio obligado a hacer un par de enroques con los volantes externos. Mutó de sector dos veces a Rodríguez y Garro, pero no hubo caso. Era todo de Atlético: el balón, el domini estratégico y las situaciones de gol. Y cuando el bodeguero comenzaba a esbozar una leve mejoría y a merodear el arco de Lucchetti, Abecasis cometió un error de principiante: quiso salir jugando, se encerró y la mandó al córner. El resto es historia conocida: centro de Núñez, frentazo impecable de Sbuttoni y 1-0.
El Tomba se mostró falto de ritmo, previsible y con escasísima precisión en velocidad. Se dedicó casi todo el primer tiempo a ser un testigo omnisciente del toqueteo del Decano. Y en las dos únicas situaciones que tuvo en el primer tiempo, el ‘Morro’ se ‘devoró’ un gol imposible y Lucchetti conjuró magistralmente el frentazo con destino de red de ‘Cebolla’ Olivarez.
Al Tomba le costó horrores meterse en partido, adaptarse a las condiciones del campo de juego y, sobretodo, hacerse del dominio de la pelota. El 2-0 de Atlético del primer tiempo pudo ser mayor.
Era necesaria una reacción en el complemento. Y la hubo. Ya con Ramírez (por el lesionado Burián) en el arco y con ‘Pipe’ Ramis por Correa, el Tomba mejoró a partir de la tenencia del balón y la ocupación de los espacios.
El descuento de Cebolla Olivarez fue un espaldarazo anímico importante. Y una señal de alerta para un Atlético que ya no presionaba tanto.
Garro encontraba la llave para lastimar por izquierda y por eso con el ingreso del lateral derecho Romat, Zielinski armó un 4-4-2 bien marcado con Acosta por derecha, Barbona a la izquierda, Núñez de doble cinco con Aliendro. Atlético perdió presión y el Tomba comenzó a tener un poco más de libertad para manejar la pelota. Eso sí, faltaba profundidad.
Lejos de ser brillante, lo del segundo tiempo de Godoy Cruz sirvió al menos para cambiar la pésima imagen del primero. Atlético fue un justo ganador y eso no se discute. El Tomba y Larriera deberán entender que para ensamblar la nueva idea hace falta tiempo. Y muchísima precisión…