Los Pumas y los Wallabies dejaron su marca. Su sello bien impreso en el Malvinas Argentinas.
Y el Tomba, con San Lorenzo, enfrente no pudo encontrar los mejores caminos para sortear un campo de juego pésimo y a un San Lorenzo mezquino y pobre.
¿Conclusión? El Ciclón sacó provecho a un terreno intransitable y se llevó a casa más de lo que generó colectivamente. Y la respuesta es fácil porque el conjunto de Edgardo Bauza no propuso nada y se sintió cómodo en esa variable de “aprovechar los obstáculos” para no dejar crecer a su rival.
Con un tiro al arco en todo el partido casi se va injustamente con la valija llena a Boedo.
Al Tomba se le bajaron las persianas en el momento justo, cuando debía contar con la mente despejada para sacar provecho a la superioridad numérica- San Lorenzo estaba con nueve futbolistas por las expulsiones de Caruzzo y Barrientos-.
Llamativamente equivocó las decisiones a la hora de poner paños fríos, de serenarse y saber cómo usar las armas que lo llevaran a la victoria. Con dos futbolistas de más, expuso las mayores limitaciones para bajar un cambio y cambiar vértigo por inteligencia. No fue profundo y chocó contra su propia impotencia y la barrera que puso el visitante.
Más allá de las modificaciones para lastimar por las bandas, el adiestrador se quedó sin respuestas positivas.
Está claro que el conjunto del Gringo hizo los méritos suficientes para conseguir los tres puntos, pero quedó en evidencia- como también ocurrió ante Gimnasia- que no le alcanza con ser superior sólo un tiempo. Necesita más que eso, tiene que conseguir continuidad en el juego y traducir la “intensidad” que tanto le gusta al DT en fútbol fluido y contundencia cuando pisa el área contraria.
Hoy, este flamante modelo tombino, se va construyendo con dos caras definidas. Una arrolladora que invita a soñar, la otra deja un signo de interrogación y el crédito abierto para seguir mejorando.
¿Cuál será al final la verdadera versión?
El gol de Leandro Fernández para Godoy Cruz
Mirá el tanto de Cauteruccio para San Lorenzo