No hay mendocino que no tenga una consideración especial por el Teatro Griego Frank Romero Day, la magnífica obra que concibiera y proyectara el gran arquitecto Daniel Ramos Correas, en la década del '40, en el marco de varias iniciativas correspondientes al ordenamiento del Parque General San Martín en aquellos tiempos. En 1941 se concretó la primera etapa del proyecto y en 1950 fue utilizado por primera con la presentación de la Cantata Sanmartiniana, sin haberse terminado los trabajos. Entre 1954 y 1963, se continúa con su ejecución que concluye en 1963 y se inaugura con la Fiesta de la Vendimia.
Enclavado entre los cerros de la precordillera, el Gran Teatro al Aire Libre, como lo llamó su creador, ha sido principalmente utilizado para los festejos vendimiales, pero también en ese ámbito natural se han realizado otros espectáculos de danza, de coros (Cantapueblo) y orquestas, deportivos, festivales varios y otros religiosos, como la Fiesta Diocesana, que organiza el Arzobispado de Mendoza, y hasta la Vendimia Electrónica (semanas después del acto central).
Pero, en los últimos años, diversos eventos dejaron de hacerse allí y prácticamente sólo se utiliza para las tres noches de Vendimia, y el resto del año, como lo destacó Los Andes, "permanece ocioso y, lo peor, abandonado y expuesto al vandalismo". Para colmo, el año pasado una grúa y una parrilla de iluminación se vinieron abajo. Aunque afortunadamente no hubo lesionados, se registraron serios daños.
En suma, por la inactividad, estamos en presencia de una realidad contraria a la que había imaginado su ilustre impulsor, quien proyectó el teatro de acuerdo al sitio geográfico elegido y, según sus propias palabras "(… ) ya estaba hecho por la naturaleza, era el lugar ideal y sólo restaban obras menores por parte del hombre".
Es verdad que el Gobierno provincial ha iniciado un plan de mejoras de la estructura en general y de recuperación de los sectores dañados que, según se anuncian, estará listo para presentar el gran acontecimiento vendimial de marzo, denominado "Constelación del vino". Para dejar en buen estado el Frank Romero Day se invertirán entre 2 y 2,5 millones de pesos, que serán bien gastados si periódicamente se aplican tareas de mantenimiento y se coloca a ese espacio en una cartelera permanente o semi permanente de actividades.
En cualquier lugar del mundo sería utilizado con cierta periodicidad en atención a su estructura arquitectónica, sus aspectos técnicos acústicos y por la capacidad de albergar aproximadamente a 22.000 espectadores cómodamente sentados. Baste repasar cómo son aprovechados otros escenarios parecidos o afines, como el anfiteatro Red Rocks, en Colorado (Estados Unidos) o el Teatro del Parque, en Berlín, para citar apenas dos ejemplos.
Bien arreglado, eliminado el desaliño actual y revertidos los destrozos que presenta, reacondicionados sus sanitarios, el Romero Day debería volver a su viejo esplendor. Para eso se debe apostar año a año a su mantenimiento a fin de que el deterioro sea menor y reabrirlo cueste menos sacrificio y dinero, como ocurrirá en esta oportunidad.
En síntesis, Mendoza debe contar, a partir de ahora, con este teatro en forma permanente con programaciones anuales. Bien podría dotárselo de asientos al estilo de algunos estadios de fútbol y de una cubierta liviana sobre el escenario para proteger a las orquestas que se presentaran y mejorar sus destacadas cualidades acústicas. Hace falta más interés cultural que dinero para que Mendoza pueda ofrecer a su gente, y a quienes nos visitan, ámbitos apropiados para la excelencia que requieren los artistas. Sería un aporte más para el desarrollo turístico de Mendoza, ya iniciado con otras expresiones, tal el caso de Música y Tangos por los Caminos del Vino, hechos que podrían valerse del aporte del Teatro Griego para miles de asistentes.
