El sueño se construyó entre sobresaltos

El Ciclón marcó la línea cuando reemplazó a Juan Antonio Pizzi por Edgardo Bauza, un especialista en citas internacionales. Con el Patón ganó la Copa y va por el Mundial de Clubes.

El sueño se construyó entre sobresaltos
El sueño se construyó entre sobresaltos

En octubre de 2012, Marcelo Tinelli estuvo en Mendoza en ocasión de la presentación del partido Argentina vs. Uruguay, por las eliminatorias del Mundial de Brasil.

En ese momento el empresario y animador televisivo le dijo a Los Andes que se había terminado de definir la incorporación de Pizzi como nuevo entrenador de San Lorenzo. Poco después, el técnico debutaba en el Malvinas con un olvidable 0-0 ante Godoy Cruz, por el torneo Apertura.

Al año siguiente, el mismo DT se consagraba campeón del Inicial 2013 y cuando se presumía que iba a encabezar un proyecto firme a mediano y largo plazo pasó todo lo contrario: renunció y partió hacia España para dirigir al Valencia.

La apuesta decantó en favor de la contratación de Bauza, quien traía antecedentes de peso en la conducción de planteles exitosos en la Libertadores.

Es más, durante 2008, luego de la histórica clasificación en cancha de River del equipo que conducía Ramón Díaz, el cual levantó un 0-2 con nueve jugadores, el golpe de nocaut en cuartos de final lo dio Liga de Quito tras una serie que se definió por penales.

El Patón, vaya paradoja, era el DT de los ecuatorianos quienes en esa temporada obtuvieron la primera Copa internacional para un equipo de su país.

Bauza tomó una decisión de peso cuando armó el San Lorenzo que quería: Más por Kannemann. El entrerriano, surgido en las divisiones inferiores, contaba con el apoyo del hincha de manera incondicional.

Uno de sus goles, en junio 2012, le permitió al Ciclón pasar a ganar el duelo clave contra San Martín (SJ); previo a ese cabezazo, el local estaba en zona de descenso.

Encima, el lateral izquierdo verdinegro era ni más ni menos que el ahora preferido por el nuevo entrenador. Con ese golpe de timón, Bauza cambió el sistema de juego en defensa.

Más es un especialista en progresar por la izquierda, con más ductilidad en el manejo de la pelota del que provee Buffarini, quien cumple la misma función por derecha. Y Kannemann pasó a ser un primer suplente o titular en torneos alternativos, como la Copa Argentina.

No sólo hubo cambios en las bandas en la transición defensa-ataque. Esta variante, ideal para descargas rápidas o con pausa desde el centro, necesitó de un doble cinco que funcionó con altos grados de eficacia.

Ortigoza y Mercier ya lo habían puesto en práctica en Argentinos (campeón del Clausura ‘10) hasta que luego tomaron rumbos diferentes.

El especialista en penales (no sólo en Copa, sino también en la Promoción ‘12) llegó en una hora tumultuosa, con más zozobras -deportivas y económicas- que tranquilidad.

Y volvió a encontrarse con Pichi durante la temporada 12/13, la de una paulatina consolidación de la dupla, primero con Pizzi y definitivamente con Bauza. En términos de la jerga futbolera, se transformaron en los dueños del equipo.

Aún con una propuesta menos agresiva que la de Pizzi, a quien le gusta presionar arriba sin descanso, Bauza trabajó más en el concepto táctico de la ocupación de espacios.

Así, fue común observar a Piatti como líbero de ataque, apareciendo por cualquiera de los perfiles y enganchando cerca de zona de definición.

Romagnoli, en cambio, le tomó más justeza a la función de volante de armado suelto por derecha, a la usanza del ocho clásico del 4-3-3 de los ‘70.

El Pipi arrancaba por el sector en el cual se sintiera más cómodo, pero al recorrer mucho por  derecha le dio aire a las triangulaciones con Buffarini y Villalba, quienes así explotaron su dinamismo con el cambio de ritmo sobre la marca.

En el ataque, Bauza se definió por Matos en lugar de Blandi, cuando hubo que optar en los reemplazantes de Cauteruccio y Verón, por entonces recuperándose de sendas lesiones graves.

El ex All Boys pasó a ser clave como pivot de espaldas al arco para bajar pelotas de aire o para hacer retroceder a su marcador para evitar el fuera de juego.

Además, demostró buen pie en la corta y poder de definición que abrió partidos (Bolívar -local- y Nacional -visitante-) en instancias clave de la Copa.

El egreso de Correa -joya de producción propia- le restó chances de variantes de ataque al Patón. Explotó en el Inicial ‘13 pero en la Libertadores ‘14 alzó su nivel y fue gravitante ante Gremio (1-0; gol suyo), por la ida de octavos de final.

Sin su aporte, por su pase al Atlético Madrid y la cirugía de alta complejidad, la capacidad del DT se notó cuando encontró alternativas del juego de precisión más velocidad que ofrecía el punta.

Para destacar, finalmente, fue cómo se consolidó Torrico en el arco. Tras dos intervenciones en el torneo ganado el año pasado (penal a Chiqui Pérez y disparo de gol a Allione) se ganó la titularidad y además sumó el reconocimiento del hincha, que lo tiene como uno de sus jugadores más apreciados.

En esta Copa, los dos penales atajados con Gremio, lo catapultaron a la condición de arquero venerado. El “San Torrico” quedó asociado al sentimiento de los simpatizantes, definitivamente.

Ahora, Bauza tiene cuatro meses para armar la expedición que irá a jugar lo que nunca vivió San Lorenzo: una definición intercontinental.

El Mundial de Clubes se disputará en diciembre, en Marruecos, y si el actual campeón de América pasa la semifinal, seguramente definirá el título ante Real Madrid.

Otro sueño en marcha, en definitiva, bajo la consigna azulgrana de siempre: transformar la utopía en realidad.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA