Usualmente se asocia el sudor a algo poco agradable. Naturalmente esta secreción no posee olor, sólo lo irradia cuando la persona se encuentra afectada por hongos, bacterias o alguna enfermedad.
La transpiración lleva a cabo un sinfín de funciones biológicas necesarias para el organismo tales como la desintoxicación, la regulación de la temperatura corporal en condiciones poco comunes, la estimulación cardíaca y hasta una mejora del cutis. La novedad es que también cumple importantes funciones emocionales y neurológicas.
Según Gün Semin, uno de los científicos involucrados en la investigación, "exponerse al sudor producido por una persona que se encuentra feliz induce a un 'simulacro' de felicidad en los receptores, e induce al contagio de este estado emocional (…) Esto sugiere que alguien que es feliz podría infundir en las personas que se encuentran a su alrededor felicidad. En algún sentido, el sudor de alguien feliz es algo así como la sonrisa, se contagia".