En 1993, el ahora suboficial mayor y jefe de máquinas del submarino ARA San Juan Hernán Rodríguez, abandonó el distrito sanrafaelino de Real del Padre donde vivió desde pequeño para iniciar una etapa impensada tanto por él como su familia, la carrera militar.
Cursó tres años en la escuela de Mecánica de la Armada hasta culminar el secundario, de donde egresó con uno de los mejores promedios, y luego continuó la carrera de suboficiales.
La profesión que eligió lo condujo al mar y su corazón explotó de amor por ese interminable espejo de agua azul que nunca había conocido. Pero cuando parecía que nunca más volvería a sus pagos, salvo un viaje relámpago para visitar familiares, el corazón nuevamente lo condujo por caminos extraños, esos que muchas veces la razón no entiende, y lo trajo de regreso.
Estando en la Antártida entabló una relación por redes sociales con Marcela Moyano, vecina de Real del Padre.
El submarinista Rodríguez venía de una relación previa, estuvo casado con Evangelina y de esa unión nació Francisco, hoy tiene 17 años. El matrimonio terminó y entre las misiones que escogió Hernán después de la ruptura fue el continente blanco.
En 2012 desembarcó en la base de las islas Orcadas del Sur y fue allí cuando conoció a Marcela por Facebook.
En ese momento él ya estaba solo, ella era de la tierra que lo vio crecer. Todo encajó a la perfección. Los mensajes por internet se hicieron cada vez más habituales y con el paso del tiempo acompañado de sentimientos cada vez más fuertes, del plano virtual pasaron a la realidad palpable.
“Antes venía por lo general en verano a visitar a la familia, después empezó a venir seguido a Real del Padre para visitar a era su novia”, contó Claudio Rodríguez, el hermano de Hernán.
Ambos supieron sortear con éxito los obstáculos que les imponía la distancia hasta que el año pasado decidieron romper la barrera de kilómetros que se interponía y Marcela se instaló definitivamente en Mar del Plata para vivir al lado de Hernán, el hombre de su vida.
Hoy toda la famila, entre tantas noticias desesperantes, siguen amarrados a la esperanza de volver a ver Hernán. Los impulsa el amor.